Capítulo 7

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Diana

El camarero me trajo casi de inmediato la Cola que pedí, de la de cristal, junto con un vaso. Fui a coger la botella, pero Sofía se me adelantó, negando, y con cuidado me sirvió.

- Ahora si podemos beber- levantó la copa y yo hice lo mismo con el vaso lleno de refresco y brindamos- Ya se una cosa más sobre ti.

- ¿Que sabes sobre mí?- Le pregunté entre curiosa y nerviosa por si sabía de mi mentira. Que conociera demasiado era un riesgo.

- Te llamas Diana Walker, tienes 22 años, estudias derecho, te gusta todo tipo de música. Tu amiga se llama Lisa y ¿Vives con ella?- preguntó levantando una ceja, no muy segura.

- Casi, no vivo con ella. Duermo en su casa los fines de semana, el resto de días vivo con mis padres- ella asintió sin apartar los ojos de mi- ¿Que más sabes?

- Que no te gusta el vino ni tampoco Gia, no eres vegetariana ni vegana, te gusta la coca-cola. Y...

-¿Y qué?- pregunté curiosa mientras apoyaba las dos manos encima de la mesa.

- Lo siguiente es un secreto- sonrió guiñando un ojo y yo hice un puchero, haciendo que ella soltase una risita. En ese momento apareció Natalia, la camarera, con las tapas y las puso en la mesa- ¿Entonces te conozco o no?

- Yo no diría que eso es conocerme, pero es algo- ella volvió a reír. Me mataba a cada segundo, sus ojos no solían abandonar los míos y me miraba con una intensidad que sentía que estaba descubriendo todo lo que había dentro de mí, que leía cada pensamiento de mi mente y podía hacer lo que quisiera conmigo- Y... ¿Que hay de ti?

- ¿De mi?- mi pregunta pareció hasta sorprenderle.

- Si, de ti. ¿Que hay de la misteriosa mujer que da taller en una residencia?

- No hay mucho que decir, la verdad. Tengo 22 años también- tragué fuerte, oh mierda, se suponía que teníamos la misma edad- Mañana empiezo a trabajar en un instituto como sustitución, aparte del taller de la residencia, tengo una hermana de 20 años. Me gusta el vino más que a ti, por lo visto- se detuvo un segundo y me miró- ¿Quieres que continúe?

- Por favor.

Y ahí empezó a contarme de sus series favoritas, de su color favorito y porque era el azul, aunque yo le dije que eso era muy básico de su parte, que el 70% de la población elegía el azul como color favorito. Y luego ella me preguntaba y escuchaba atenta lo que decía, con aquella sonrisa que me derretía.

Cuando las tapas se vaciaron, la camarera y amiga de Sofía volvió, esta vez con los platos de la cena que dejó en la mesa. Mi ensalada y el de Sofía que era...

- ¿En serio?

- ¿Que ocurre?- dijo preocupada, seguramente pensado que algo andaba mal, mirando los platos en busca de algo que estuviese fuera de lugar.

- Yo no me pido eso para no quedar mal ¿Y tu vas y te pides el doble de ración? Guau- dije señalando su plato. Secreto a la brasa. Ella miró su plato antes de ponerse a reír, y me di cuenta de lo que acababa de decir.

Inmediatamente me puse roja, y empecé a comer en silencio de mi triste ensalada. La mojabragas me miró unos segundos negando con la cabeza y volvió a llamar a un camarero con educación.

Yo tengo 18 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora