Diana
El camarero me trajo casi de inmediato la Cola que pedí, de la de cristal, junto con un vaso. Fui a coger la botella, pero Sofía se me adelantó, negando, y con cuidado me sirvió.
- Ahora si podemos beber- levantó la copa y yo hice lo mismo con el vaso lleno de refresco y brindamos- Ya se una cosa más sobre ti.
- ¿Que sabes sobre mí?- Le pregunté entre curiosa y nerviosa por si sabía de mi mentira. Que conociera demasiado era un riesgo.
- Te llamas Diana Walker, tienes 22 años, estudias derecho, te gusta todo tipo de música. Tu amiga se llama Lisa y ¿Vives con ella?- preguntó levantando una ceja, no muy segura.
- Casi, no vivo con ella. Duermo en su casa los fines de semana, el resto de días vivo con mis padres- ella asintió sin apartar los ojos de mi- ¿Que más sabes?
- Que no te gusta el vino ni tampoco Gia, no eres vegetariana ni vegana, te gusta la coca-cola. Y...
-¿Y qué?- pregunté curiosa mientras apoyaba las dos manos encima de la mesa.
- Lo siguiente es un secreto- sonrió guiñando un ojo y yo hice un puchero, haciendo que ella soltase una risita. En ese momento apareció Natalia, la camarera, con las tapas y las puso en la mesa- ¿Entonces te conozco o no?
- Yo no diría que eso es conocerme, pero es algo- ella volvió a reír. Me mataba a cada segundo, sus ojos no solían abandonar los míos y me miraba con una intensidad que sentía que estaba descubriendo todo lo que había dentro de mí, que leía cada pensamiento de mi mente y podía hacer lo que quisiera conmigo- Y... ¿Que hay de ti?
- ¿De mi?- mi pregunta pareció hasta sorprenderle.
- Si, de ti. ¿Que hay de la misteriosa mujer que da taller en una residencia?
- No hay mucho que decir, la verdad. Tengo 22 años también- tragué fuerte, oh mierda, se suponía que teníamos la misma edad- Mañana empiezo a trabajar en un instituto como sustitución, aparte del taller de la residencia, tengo una hermana de 20 años. Me gusta el vino más que a ti, por lo visto- se detuvo un segundo y me miró- ¿Quieres que continúe?
- Por favor.
Y ahí empezó a contarme de sus series favoritas, de su color favorito y porque era el azul, aunque yo le dije que eso era muy básico de su parte, que el 70% de la población elegía el azul como color favorito. Y luego ella me preguntaba y escuchaba atenta lo que decía, con aquella sonrisa que me derretía.
Cuando las tapas se vaciaron, la camarera y amiga de Sofía volvió, esta vez con los platos de la cena que dejó en la mesa. Mi ensalada y el de Sofía que era...
- ¿En serio?
- ¿Que ocurre?- dijo preocupada, seguramente pensado que algo andaba mal, mirando los platos en busca de algo que estuviese fuera de lugar.
- Yo no me pido eso para no quedar mal ¿Y tu vas y te pides el doble de ración? Guau- dije señalando su plato. Secreto a la brasa. Ella miró su plato antes de ponerse a reír, y me di cuenta de lo que acababa de decir.
Inmediatamente me puse roja, y empecé a comer en silencio de mi triste ensalada. La mojabragas me miró unos segundos negando con la cabeza y volvió a llamar a un camarero con educación.
ESTÁS LEYENDO
Yo tengo 18 años
RomanceEn edición. "¿Y tú que edad tienes?" "22" "Se va a enterar tarde o temprano que tienes 18" "No si nadie se lo dice" "Señorita Walker" En ese momento no me pude creer lo que veía... Ella iba a ser mi nueva profesora de historia.