Lisa
Fui al baño y me probé el nuevo pintalabios. Simplemente me quedaba genial, el color rosa oscuro destacaba en mis labios perfectamente.
Saque mi teléfono y me hice unas cuantas fotos con él, aprovechando que el baño estaba vacio.
Después de un minuto mirándome al espejo con un trozo de papel mojado quité el pintalabios de mi boca, pero era watterproof y no se quito. Era tonta.
Salí del baño de mujeres, con el pintalabios rosa puesto y caminé por uno de los pasillos pero me detuve en seco cuando vi una hermosa chaqueta de ofertas en el escaparate de una tienda.
Imaginé unos pantalones con los que quedaría perfectamente y quise tenerla, pero no, ya me había gastado bastante dinero para aquel día y seguramente para lo que quedaba de año.
Si me gastaba más Marco seguro se enfadaría. Con la cabeza baja volví a empezar a caminar hacia donde estaban mis amigas sentadas. Pero no muy lejos de mi había una pareja besándose. Un chico rubio que reconocía a la perfección por el hecho de ser mi novio. Mi jodido novio.
¿Por qué estaba en aquel lugar? Mis manos temblaron un poco, y mi respiración se empezó a acelerar sintiendo como los latidos de mi corazón poco a poco también lo hacían.
Me limpie los ojos, pensando por un segundo que estaba viendo mal, por que Mark me había dicho que estaba cuidando de su hermana, pero claramente no estaba cuidado de su hermana.
Me obligue a tomar aire.
Lisa tienes que cargarte, me recordé a mi misma. Ahora tenía que buscar a mis amigas, lo primero.
Miré un segundo otra vez dirección a mi supuesto novio que supuestamente no tendría que estar allí. Un pinchazo en mi pecho me hizo hacer una mueca del dolor. Maldita ansiedad.
Pero las chicas podían esperar, en aquel instante iba a hacer que Mark se acordara bien de mi nombre y de este día.
Miré mi cartera, me sobraban dos euros, dos euros que iba a invertir a la perfección.
Caminé hasta una heladería, allí pedí un granizado de todos los sabores posibles y además pedí que añadieran sirope de fresa.
¿Realmente iba a hacer aquello? Sí, por supuesto que sí.
Volví al baño y saqué mi teléfono. Iba a darle una última oportunidad
Llamé a Mark, escuchando los pitidos de la llamada avisándome que estaba comunicando. Tomé aire antes de que descolgara.
- Hola nena- me contestó en la otra línea cuando atendió la llamada.
-Hola, bebé, estoy en casa con mis amigas ¿Te gustaría venir un rato con nosotras?- mentí mientras sonreía, esperando su respuesta.
- Lo siento, pero estoy en casa ayudando a mi hermana pequeña en un trabajo, créeme que el encantaría estar contigo ahora- cerré por unos segundos los ojos. En el fondo tenía la esperanza de que el aceptara- ¿Amor?- volví a la realidad.
-Ah... Ya veo. Luego hablamos, te quiero.
-Y yo a ti, nena- Separé el teléfono de mi oreja y pulse el botón de colgar.
Imbécil. Imbécil. Imbécil. Maldecía interiormente a mi futuro exnovio.
Cerré los ojos fuertemente otra vez. No sabía porque lo estaba haciendo hasta que noté unas lágrimas bajar por mis mejillas las cuales fueron retiradas rápidamente. No iba a llorar por un imbécil como él.
Ya con todo lo necesario para hacer funcionar mi plan, salí del baño.
Camine en dirección donde había visto a mi "novio" y a su supuesta hermana pequeña con mi granizado en la mano.
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Yo tengo 18 años
RomanceEn edición. "¿Y tú que edad tienes?" "22" "Se va a enterar tarde o temprano que tienes 18" "No si nadie se lo dice" "Señorita Walker" En ese momento no me pude creer lo que veía... Ella iba a ser mi nueva profesora de historia.