5. La cita ( 2 )

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Capítulo 5

Se fue.

Realmente se fue.

Por primera vez en mi vida sentí culpa de haber hecho lo que hice, sé que no estaba bien bajarme así del auto pero por otro lado su comportamiento indiferente no me agradaba, no me gusta cuando actuaba de esa manera. Como si quisiera hacer todo a su manera y manejar a las personas a su antojo tal y como el lo deseaba, conmigo no iba a hacerlo.

Doy un último suspiro y me pongo de pie para empezar a caminar, sacudo mi ropa y le hecho un vistazo haber si no hay nada de polvo debido a que por más de diez minutos según mis cálculos estuve sentada esperando a Joel mientras razonaba mi mal comportamiento de esta noche.

—Tonta. —Suelto al aire mientras sigo, el recuerdo de que vendría detrás de mi me asalta y pienso en lo equivocada que estaba. Ahora solo debo tomar un taxi y pagarlo cuando llegue a casa.

—Estoy de acuerdo contigo.

El corazón me da un brinco y la sangre sé me detiene por un segundo ¿En que momento llegó? No había escuchado el sonido de su motor, es más el auto está estacionado muy cerca mío cuando volteo y no se escucha ningún sonido. Mis ojos van a la ventana del chofer y veo cómo sonríe satisfecho, debe estarse riendo a mis espaldas de que esta vez se salió con la suya.

—¿Podrías llevarme a casa? —Le pregunto y el niega, cierro mis ojos conteniéndome, no tengo ganas de discutir solo quiero llegar a mi cama y recostarme debido al frío que siento ahora mismo.

—Iremos al cine. Todavía no hemos terminado nuestra cita —Hace un ademán de que entre al auto mientras se estira y abre la puerta desde su lugar.

No le hago caso. No me muevo. Solo lo observo.

¿Que es lo que planea? ¿Nuestra cita? Quiero reírme, si mi intención nunca fue salir con el. Ridículo.

—Yo no voy a ir a ningún lado contigo, solo llévame a casa. —Le digo en cuanto entro al auto y abrocho el cinturón para estar segura.

De reojo miro cómo me observa en silencio por un buen rato, actúo cómo si no me diera cuenta de su mirada profunda en mi. Fijo mi mirada en la cartera sobre mis piernas y rebusco cualquier cosa, nada en específico por el momento solo quiero aliviar la ansiedad que estoy empezando a sentir.

—Pero con el supongo que si iras. —Volteo a verlo y aún sigue en la misma posición.

—¿Qué?

—Nada. Olvídalo.

Conduce por las calles que hemos pasado y una antes de llegar a la avenida principal cambia, dirigiéndonos al centro de la ciudad. Pienso que tal vez va a comprar algo pero me doy cuenta que llegamos al parqueadero del cine cuando entra detrás del Mall en donde hay los centros comerciales. Recargo mi cabeza en el asiento, cansada. Las luces de colores que iluminan la entrada están empezando a marearme si las sigo mirando mientras se prenden y apagan.

—Vamos.

—Ya te dije que no voy a ir —Respondo con la intención de que ya no insista.

—Bien, tú me obligas hacerlo. —No entiendo a que se refiere pero cuando baja del auto y lo rodea hasta llegar a mi lado capto lo que piensa hacer, rápido voy a ponerle seguro pero el ya tiene abierta la puerta, es más me quita el cinturón de seguridad y al ver que me niego a bajarme termina por cargarme sin mi consentimiento y importándole poco que me remueva cómo una lombriz en sus brazos.

LA PROMESA  (Joel Pimentel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora