8. El beso

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Capítulo 8

Un mensaje de texto.

Estoy a punto de salir y la pantalla de mi celular brilla indicándome un texto nuevo. He pasado toda la noche hablando con Chris, la charla a sido tan entretenida que incluso olvide el mal rato que tuve ayer quitándome las ganas incluso de salir. Pero ya hoy es diferente.

De: Christo

"Te espero acá ;) "

Rápido tecleo una respuesta antes de llegar a la habitación de mi abuelo para avisarle que saldré.

Para: Christo

"Seguro."

No le agrego nada más, no quiero sonar intensa o como si estuviera tan ansiosa por verlo, aún que nerviosa si lo estoy. Muero por estar ya en la fiesta.

Despacio abro la puerta para percatarme si mi abuelo está dormido o está concentrado leyendo uno de sus libros de historia favoritos, debido al silencio de la habitación no quiero interrumpirlo con mi visita.

—Abuelo —Susurro bajito, está dormido y no quiero asustarlo, pienso que esto es innecesario.

Voy a girarme sobre mis talones para irme cuando escucho su voz ronca llamar mi nombre.

—¿Para que me llamabas? —Sonriendo nerviosa me siento en la silla cerca de su cama.

—Voy a salir —Me escucha con atención—. Mis padres no están así que pensaba avisarte.

—¿Saldrás con Joel? —Pregunta.

Antes de contestarle pienso que si le digo que no, se preocupara, así que asiento haciéndole saber que si. Me sonríe de vuelta, lo ha aceptado. Dejo un beso en su frente y salgo.

Mentirosa.

Casi siento la voz de Joel en mi mente diciéndome eso ¡Uhh! Debería sacármelo de la cabeza. Entro nuevamente en mi habitación y agarro el bolso sobre la cama con todo lo que necesito, doy un último vistazo al pasillo por si aparece alguien, cuando estoy segura de que no, bajo las escaleras y salgo dirigiéndome a la parte trasera de la casa donde Paulina me espera en su coche. Una vez que estoy dentro la escucho soltar un suspiro de alivio y eso hace que la mire preocupada.

—No me había dado cuenta que estuve conteniendo la respiración —Da una respiración profunda—. Un poco más y encontrabas un cadaver.

Meneo mi cabeza, riéndome.

—Tú y tus retos extremos ¿Que tiempo estás aquí?

—Llevo más de veinte minutos, no podía tocar la bocina debido a que tus padres sospecharían y tú me matarías, no pensaba arruinar tus planes de ligar esta noche. —Ruedo los ojos mientras Paulina arranca y se ríe entre dientes.

Me acomodo en el siento poniéndome el cinturón y desbloqueo mi teléfono con la intención de ver un mensaje de Christopher pero no encuentro nada, mi mensaje ni siquiera lo ha leído. Suelto un suspiro cansado mirando por la ventana, ni siquiera me he percatado de lo rápido que hemos llegado porque ya estamos entrando en el portal de la casa de mi amiga.

LA PROMESA  (Joel Pimentel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora