16. Una noche especial 2/2

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Capítulo 16.

—¿A donde iremos? —le pregunto. Miro por la ventana y está lloviznando, parece ser la noche perfecta.

—Es una sorpresa. —responde, con la mirada al frente.

—¿No me vas a decir?

—Sabrás cuando lleguemos.

—Sibris ciindi lliguimis —murmuro, repitiendo lo que a dicho pero en tono infantil para luego volver a mirar la mirada de mala gana.

Mientras el auto avanza, observo como vamos en dirección contraria a donde imaginé y tenía la leve sospecha de que era el lugar que había reservado mi abuelo. Sin embargo Joel está desviándose por vías fuera de la calle principal.

—¿Dijiste algo? —pregunta luego de un rato, sonando despreocupado.

Suelto el aire, por un momento pensé que me había escuchado.

—No —Aún mantengo la vista sobre la ventana cuando siento su mano tomar una de las mías que descansaban sobre mi regazo y apretarla suavemente. Acto que me toma por sorpresa y hace que lo mire en cuestión de segundos.

—Te gustara —dice. No sé a qué se refiere, entonces se apresura a continuar reprimiendo una sonrisa mientras deja de mirarme y pone sus ojos al frente—. Hablo del lugar, te gustará.

La calidez que trasmite su palma me gusta, me permito disfrutar en silencio el hecho de que su mano este sobre la mía hasta que pasados unos segundos la quita para ponerla sobre la palanca. Quiero protestar pero no me atrevo hacerlo, sigo mirando por la ventana hasta que se estaciona en la mitad de dos vehículos. No tardo mucho en darme cuenta que se trata del garage del restaurante.

Voy abrir la puerta para bajarme cuando aparece a mi lado y me ofrece su mano, gentilmente. Cuando la tomo, mis labios tiemblan deseando formar una tierna sonrisa pero me limito a mantenerlos en una línea recta mientras avanzamos hacia el lugar. No estoy segura si lo hace por obligación debido a que mi abuelo le habrá dicho algo o porque sinceramente le nace.

—Estas muy fría —pronuncia al tomar mi mano nuevamente y sin mi permiso. Lo que hace después no me lo espero, encierra mis dos manos entre sus palmas y se las lleva hasta la altura de su boca para luego intentar calentarlas. Eso me hace reír. Intento bajarlas pero el las sostiene aún manteniéndolas allí. Poco a poco, en efecto van calentándose y se lo agradezco internamente aún que no le digo nada.

Le miro tratando de descifrar que significa toda la atención de esta noche. Aquella primera vez que salimos juntos se comportó como un idiota y ahora es todo lo contrario. Hasta parece otro. Entonces iba en serio lo de no ser rencoroso.

Ingresamos al enorme salón y tomamos asiento en una de las mesas junto al ventanal que da a la ciudad y en la noche brinda un espectacular paisaje nocturno. Es mi primera vez en este lugar debo admitirlo. Una de las chicas que atienden se presenta en nuestra mesa y nos ofrece el menú que se ve exquisito. Voy a pedir el numero ocho cuando Joel se adelanta y pide por los dos el platillo especial de la noche. La chica asiente y se retira con una sonrisa amable en el rostro. La veo perderse en la puerta de madera en la esquina del restaurante y entonces lo noto, las mesas están ocupadas por parejas de todas las edades, desde adolescentes hasta abuelitos pero todos son parejas, es decir hombre y mujer.

LA PROMESA  (Joel Pimentel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora