21. Vicios

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Capítulo 21.

Cuándo despierto no veo a Joel por ningún lado y eso hace que sienta un vacío en mi estómago. Quiero pensar que es porque tengo hambre aunque pienso que puede ser sicológico.

¿Estoy empezando a depender de Joel?

Como sea, a donde se fue tan temprano, apenas son las ocho de la mañana y el ya no está. Hago una mueca con mis labios disgustada al levantarme cuando veo en la mesita de noche un plato con fruta picada y un vaso de jugo en el tiene pegado un papelito de color verde.

Dice:

"Tengo clases a las ocho, te espero en el instituto. Espero te guste mi desayuno :)"

Su carita feliz me hace sonreír, ¿como puede hacerme cambiar mi sentido del humor? Estaba molesta y ahora no tengo ganas de nada más que verlo así que me voy apurar.

Me alimento con el rico desayuno preparado por mi futuro esposo para luego meterme a la ducha y luego de unos largos veinte minutos ponerme un atuendo perfecto, maquillarme un poco y el cabello secarlo para llevarlo suelto, quiero sorprender a Joel.

Tengo clases a las diez de la mañana así que me doy el tiempo en cada cosa que voy hacer. Luego de una hora y media voy llegando al instituto, envío un mensaje a mi amiga para asegurarme que ya está cerca, no quiero estar sola el tiempo que queda para entrar a clases.

—Hey —me saluda de lejos y la enfoco, voy hasta ella y me recibe con un fuerte abrazo que casi me deja sin aire—. Cómo estás?

—Dejame adivinar, ¿te lo contó Joel?

—Estaba muy preocupado.

Sin que me mire embozo una sonrisa, por primera después de mucho tiempo siento que le importo a alguien aparte de mi abuelo, claro.

—¿Lo has visto?

Seguimos caminando a la par en dirección hacia la cafetería, aún quedan diez minutos para que empiece la clase de arte que tenemos el día de hoy.

—No. También acabo de llegar —dice y señala una mesa vacía en cuanto pasamos el umbral de la puerta.

Ella sigue pero yo no soy capaz de dar un paso más. Me quedo estática, sintiendo el corazón palpitarme con fuerza que en cualquier momento se me va a salir por la boca, una sensación horrible y dolorosa se me incrusta en el pecho.

—¿Estás viendo lo mismo que yo? —escucho a Paulina decir a mi lado.

Joel está sentado en una de las mesas junto con sus amigos —Nada raro— pero la chica a su lado está muy cerca y como si tuviera ojos en la nuca y me viera que estoy allí, mirandolos empieza a enrollarse en su cuello y irse de lleno contra su boca, como si la confianza entre estos dos fuera desde hace mucho tiempo.

Y lo peor, Joel no la aparta ni pone objeción.

Ver los segundos pasar miles de preguntas se me vienen a la cabeza y yo no tengo respuesta para ninguna, en mi mente se está formando un caos, un laberinto sin salida que solo quiero irme a llorar en algún rincón donde nadie me vea.

La única persona en quien confiaba y creía estaba de mi lado me a... fallado.

—Espera___, ¡¿A donde vas?!

LA PROMESA  (Joel Pimentel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora