15. Una noche especial 1/2

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Capítulo 15.

Dos golpes en la puerta me despiertan.

Levanto mi cabeza un poco soñolienta ubicándome donde me encuentro cuando vuelven a tocar, cosa que me hace ponerme de pie a regañadientes mientras miro la hora que es: Cuatro y veinte de la tarde.

—¿Quien? —pregunto antes de abrir.

No hay respuesta del otro lado y me abstengo abrir la puerta pero lo pienso mejor y decido hacerlo. Nadie sabe si puede ser algo urgente. Agarro la manija, antes de girarla vuelvo a preguntar y no contestan. El suelo está helado y apoyo mi pie en el otro queriendo evitar que el frío se me cuele por los huesos.

—___... —Llaman mi nombre desde el otro lado, cuando abro me doy cuenta que se trata de mi abuelo.

Sus ojos cafés se pasean por mi habitación escrutándole hasta que terminan en mi, entonces embozo una sonrisa para bajar su guardia y estoy segura me va a regañar porque debió haber visto algo que no le gustó. Debido a que sus labios aún siguen en una línea recta y su expresión no se ha suavizado al verme como suele pasar la mayoría de veces.

—¿Aún no estás lista?

—¿Lista para qué? —vuelvo a preguntar, tal parece que no escuche bien.

—¿Joel no te a dicho nada?

Oír su nombre hace que le preste toda la atención del mundo. Dejando de lado lo que estuve por hacer –Que era revisar mis redes sociales en el teléfono– me siento en la cama, entrelazo mis dedos sobre mi regazo y observo a mi abuelo sentarse en el otro extremo, en la butaca de cuero que tengo en la habitación mientras espero me cuente lo que Joel no se atrevió decirme.

—Se que aún sigue siendo difícil para ti aceptar esto —empieza, su mirada cansada tiene un brillo diferente. Como si le causara felicidad y tristeza a la vez—. Pero hoy, es una noche especial donde Joel y tu formalizarán su compromiso. Ya no será un acuerdo, de tus padres y de los de el. —le tiembla la voz pero trata de sonar fuerte–. Será un compromiso de verdad... —Una lagrima traicionera, resbala por su mejilla—. Ya no puedo esperar a que estén casados. El es un buen muchacho y te va a querer de verdad.

Sus palabras, el timbre e incluso los sentimientos que a tratado de ocultar me instan a querer llorar junto a él y preguntarle que ocurre. Verlo así, me ha alertado, no es normal que me haya dicho todo esto y mucho menos si son con lágrimas de tristeza, culpa y dolor.

—Abuelo, ¿que pasa? —Ya estoy a su lado, intento limpiarme las lágrimas que nublan mi visión con los puños del buzo que llevo puesta—. ¿Te encuentras bien? ¿Que ocurre?

El menea la cabeza sonriendo, lleva una de sus ásperas manos a mi cabeza y la acaricia suavemente. Como cuando era pequeña y me felicitaba por haber hecho un buen trabajo que en ese entonces era sacar una carita feliz en mis trabajos manuales y se los mostraba al llegar a casa.

—No te preocupes por nada. Todo está bien mientras tú seas feliz. —Con su pulgar limpia las lágrimas que inconsistente no he podido retener y no me he dado cuenta que bañaban mis mejillas—. Solo quiero verte bien y con una persona que te cuide... y esa persona es Joel.

—Pero ya no soy una niña —le recalco, intentando sonar exigente.

—Lo sé.

LA PROMESA  (Joel Pimentel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora