Capítulo 1

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Limpiar la mesa nunca ha sido la parte más dolorosa de mis intentos fallidos por complacer a Taeyong, ni de lejos, lo que más hiere mi corazón es ver cómo día a día la brecha que hay entre nosotros se abre unos centímetros más.

Y de verdad lo intento, amo a mi pareja con mi alma y daría mi vida si tuviera que hacerlo, y más ahora que tiene seis meses de embarazo, lleva a nuestro pequeño niño en su interior y juro que en un principio pensé que eso nos serviría para unirnos más, que nuestra relación iba a poder ser salvada y volveríamos a ser la pareja envidiable que todos conocían.

Pero no.

Taeyong cuando se dio cuenta de que llevaba una vida en su interior en vez de llorar de la alegría y dejar que lo tomara en brazos para demostrarle cuánto los amaba, tiró la prueba al basurero y negó unas cincuenta veces el estar en cinta, y cuando las lágrimas llegaron, no fueron de alegría o gozo, estaban cargadas de odio y frustración.

Al principio pensé que era cuestión del shock y que se le pasaría con el tiempo, y no estuve tan alejado de la realidad, conforme las semanas pasaron se hizo a la idea de que tendríamos un niño, y nuestra relación mejoró un poco al menos, se quedaba los fines de semana en casa y dejaba que yo lo mimara con lo que quisiera.

Lo único que no mejoró fueron sus llegadas pasada la media noche a casa cada vez que venía de su "trabajo".

Yo entiendo perfectamente que es médico y que por eso en ocasiones debe de llegar tarde, las personas heridas no esperan y yo puedo hacerlo un poco, pero que todas las noches llegue a altas horas en la madrugada da mucho para pensar.

La única vez que traté de confrontarlo me gritó tanto que hasta los vecinos tocaron la puerta de nuestro apartamento preguntando si todo iba bien.

Nada iba bien.

No pude responderle nada y simplemente dejé que me golpeara con lo que tuviera a mano, estaba embarazado y si le gritaba o lo estresaba aún más podría perder el bebé y eso era lo último que quería.

Al día siguiente en vez de quedarse para arreglar nuestras diferencias, salió rumbo al hospital y no volvió en toda la noche.

Llamé a su celular tragándome el orgullo hasta que colapsé del estrés, justo cuando estuve a punto de llamar a la policía se presentó como nada en nuestro apartamento con una horrible sonrisa en su rostro.

¿Por qué horrible? Puesto que tenía el presentimiento de que alguien más la había puesto en su rostro y estaba cien por ciento seguro de que no había sido yo.

A pesar de la brecha que cada vez se abría más, yo seguí preparando hermosas cenas que nunca pudieron ser disfrutadas, tenía miles de canciones escritas que planeaba dedicarle, pero nunca fueron escuchadas, y así como la distancia crecía entre nosotros, mi corazón fue despedazándose cada noche más.

¿Que si tenía mis dudas? Por supuesto, no había madrugada que no me durmiera llorando mientras abrazaba su almohada, pensé que quizás era yo quien estaba cometiendo el error, pero muy en el fondo sabía que mi novio, ese al que yo tanto amaba, me estaba engañando.

Aún así todos los días lograba ponerme en pie y preparar el desayuno para los dos, alimentos los cuales la mayoría de veces ni eran notados por Taeyong, y cuando se dignaba a comerlos ni siquiera se fijaba en las pequeñas palabras de amor escritas con jarabe de fresa que le escribía siempre en sus pancakes.

"Te amo", "Eres mi vida", "Sin ti no soy nada", "Tú eres mi felicidad". Tantas palabras que estaban terminando en la basura junto con nuestra relación.

Y sin embargo, sacando fuerzas del más allá, iba a mi trabajo como psicólogo en una clínica privada, y sigo sin entender cómo lograba mantener pacientes en consulta, si quien más necesitaba ayuda en esos momentos era yo.

Recurrí a mi última opción, hablé con mis mejores amigos, Doyoung y Mark, y junto con ellos logramos idear un plan.

Todo para volver a conquistar a Taeyong.

Me tomó varios meses preparar lo que tenía planeado, por lo que sólo hasta el sexto mes de gestación de mi pareja fui capaz de llevar a cabo nuestro plan.

El día para el cual estaba todo preparado le dije a Taeyong que trabajaría hasta muy en la noche, que no llegaría a cenar pero que procurara volver él temprano puesto que se avecinaba una tormenta y tenía que pensar en el bebé.

Durante todo el día me mantuve dándole el último retoque a mi obra maestra, había realizado un vitral con colores vivos de Taeyong y yo, y a nuestro alrededor estaban escritos los votos que nos dimos a nosotros mismos antes de empezar a vivir juntos (porque el matrimonio homosexual no se permite aún en Corea del Sur), esperaba que con esto lograra remediar las cosas entre ambos.

Con una sonrisa de oreja a oreja entré a nuestro apartamento, eran casi las once de la noche y había una fuerte tormenta afuera por lo que cuidé siempre no hacer ruido por si mi novio estaba durmiendo, quería que fuera una verdadera sorpresa y estaba tan emocionado que quizás fue por eso que no noté el otro par de zapatos que estaba en la entrada y que no pertenecía a ninguno de los dos.

Con sigilo me acerqué a la puerta de nuestra habitación y la abrí de par en par con mi mano libre.

- ¡Taeyongie feliz aniver...! -.

Y rompí entonces el récord de en cuántos segundos se podía romper un corazón.

Taeyong estaba acostado con sus piernas abiertas, su gran abdomen abultado a la vista mientras otro tipo (que había visto antes en el hospital como médico) lo penetraba con fuerza.

Los ojos de mi pareja se volvieron hacia la puerta rápidamente y sé que logró tener un vistazo del caro vitral que había hecho para él justo antes de dejarlo caer de mi mano y permitir que se estallara en el suelo.

Y junto con todos los vidrios coloridos estaba mi corazón, hecho pedazos tan pequeñitos que estaba seguro que nunca podría volver a juntarlo.

Por más que lo intenté evitar, grandes ríos de lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas; vi en cámara lenta como Taeyong se ponía de pie empujando al tipo y vi el primer indicio de emoción en sus ojos después de meses.

Arrepentimiento.

Pero estaba varios minutos muy atrasado.

Lo vi correr poniéndose su ropa sin quitarme la mirada de encima, y sabía que si no me iba en ese mismo momento me iba a ver atrapado por sus excusas baratas.

Sin importar los cortes que se hicieron en mis pies por los vidrios corrí a la entrada y me puse mis zapatos sin mirar atrás.

Escuché a Taeyong gritar mi nombre, suplicándome que no me fuera, que necesitábamos hablar.

¿Hablar de qué? ¿De cómo un tipo lo estaba jodiendo el día antes de nuestro aniversario?

Saqué las llaves del apartamento de mi bolsillo y las tiré en medio de la sala de estar, no me molesté siquiera en llevarme mi chaqueta, tomé mi celular y las llaves de mi motocicleta y me fui, dejando todo mi amor atrás.

Estaba en modo automático y sabía que cuando la realidad de los hechos me golpeara iba a necesitar ayuda, por lo que bajé por las escaleras hasta el garaje donde tomé mi motocicleta.

Estaba lloviendo a cántaros afuera y corría el peligro de matarme si salía en esas condiciones, pero no me podía importar menos.

- ¡JAE! ¡Amor por favor no te vayas! ¡Yo... Yo te amo! ¡Dios lo lamento tanto, no mandes nuestra relación a la mierda por mi error! ¡JAEHYUN! -.

Escuché a Taeyong llamarme desde la salida del ascensor y estaba viniendo rápidamente hacia donde yo me encontraba.

El que lo mandó todo a la mierda fue él.

Encendí la motocicleta y rápidamente salí del estacionamiento techado, el agua caía con fuerza sobre mi rostro y verdaderamente lo agradecía, porque así no escuchaba más las súplicas de Taeyong para que volviera y que no me pusiera en peligro.

CheaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora