Capítulo 15 (TY)

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— Felix... ¿qué debo hacer? —. Le pregunto al bebé mientras me encuentro al borde del colapso sentado en la sala de estar del apartamento.

Tan solo había pasado un día desde que presencié la asquerosa escena que Jaehyunnie se tenía con nariz de mazorca en frente de la casa de Mark y mi mente está hecha un caos.

¿Qué se supone que debo hacer ahora para recuperar al hombre que amo más que a mi propia vida? ¿Acaso es muy tarde para recuperarlo? ¿La cagué de manera definitiva?

— Oh Lix... —. El niño me mira con curiosidad en sus grandes ojos pero en pocos segundos sigue jugando con sus sus piececitos en el suelo.

La escena es tan tierna que mi corazón da un vuelco de la felicidad... si tan solo Jaehyun estuviera aquí para apreciar tal maravilla todo sería perfecto, seríamos esa familia de revista que todos envidiarían, esa que tiene dos o tres hijos y que nunca pelean.

Porque sí, así es mi amor, un ángel bello que siempre pone las necesidades de los demás frente a las suyas propias.

— Mazorquín tiene que desaparecer del panorama... si él no estuviera quizás las probabilidades de que Hyunnie me perdonaran serían aún mayores —. Continúo hablando como si en realidad alguien me estuviese prestando atención.

Lo que me lleva al segundo motivo por el cuál me he estado sintiendo deprimido estas últimas horas: no tengo amigos. Hace unos meses llegué a pensar que sí, sin embargo es ahora que estoy pasando uno de mis peores momentos que me doy cuenta de que la única persona que se desvivía por hacerme sentir bien y alegre ahora está en brazos de una mazorca.

Y todo por mis inseguridades y estupideces.

Tenía razón mi madre... nunca sé hacer nada bien y todo lo que hago le trae penurias a quienes estén a mi alrededor.

— Lix... por favor, dame aunque sea una señal, ¿debería aunque sea seguir llevándole los almuerzos? Llegados a este punto no creo siquiera que los noten, quizás Haechan los tire a la basura o algo... —. Extiendo mi mano derecha y acaricio un poco la mata de cabello castaño que está creciendo de manera acelerada en la coronilla de mi hijo.

— Agh... gah —. Es lo que me responde el bebé y no puedo evitar gruñir en desesperación.

¿Tan desesperado estoy como para preguntarle a un niño menor de un año por una opinión?

— A ver, hagamos algo distinto, di "no" si prefieres que nos quedemos aquí y no digas nada, ni un sonido, si prefieres que vayamos hoy a dejarle su almuerzo y que después me torture la cabeza tratando de pensar en una solución —. Lo miro con detenimiento esperando su respuesta.

Bien, al parecer sí estoy lo suficientemente loco.

Espero durante varios segundos por una respuesta, un gesto, lo que sea, pero al ver que el bebé deja hasta de jugar decido que es una señal de los dioses y que debo intentar ganarme su corazón a como de lugar.

Y si no... siempre está la opción de deshacernos de Mazorquín.

— Bien Felix, espérame aquí, creo que puedo apartar un poco del estofado para Jae, no rompas nada —. Le advierto con una voz seria y corro a la cocina para preparar un tazón de plástico lleno del rico almuerzo que preparé hace unos diez o quince minutos.

Resulta muy ventajoso que mi hijo aún no sepa hablar, ¿o no?

Cuando todo está empacado de la manera más pulcra que logro, vuelvo a colocar al bebé en la mochila especial y juntos salimos esperando que la vida nos sonría hoy un poco más que la mañana pasada.

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