•All I Want For Christmas• «|KookMin|»

¿I Know You?

JungKook comenzaba a creer que debía buscar rápido un balde para que cayera toda la baba que JiMin derramaba al notar los manjares que se extendían ante sus ojos en el restaurante del hotel. Se hallaba toda la comida imaginable, y el azabache sabía que dentro de la cabecita del pelinaranja deseaba probar cada plato.

—K-Kookie... —logró pronunciar sin quitar la mirada de los macarrones con triple queso—. De todo esto... ¡Quiero todo! —JiMin sintió su boca hacerse agua—. Ah, y una limonada si no es molestia.

JungKook bajó la mirada con diversión, sabía que las acciones de JiMin a veces eran un poco espontáneas, pero en otras ocasiones era tan predecible.

—Esta bien... Intentaré que pruebes de todo un poco —le aseguró con una sonrisa. Fue cuando un zumbido en su bolsillo trasero lo distrajo. Observó la pantalla leyendo el remitente y suspiró—. Oye JiMinie... Necesito hacer una llamada, algo de pocos minutos. Tú quédate aquí y cuida la fila por mi, no tardo. Ten dinero por si llegas a la caja.

Antes de que el más bajo pudiera responder, JungKook había salido de la fila para realizar su llamada. Minutos pasaron, la fila avanzaba y no habían señales del pelinegro y JiMin comenzaba a asustarse, no hablaba el jodido idioma y ya casi era su turno para ordenar. Cuando JiMin llegó a la barra un cocinero tomó un plato y le dijo algo que obviamente no supo interpretar.

"JungKook, ¿dónde te has metido?" —se preguntó ansioso moviendo su cabeza en muchas direcciones en busca del susodicho.

—Disculpa pero no te entiendo nada... —intentó explicarse con muchos gestos pero el cocinero seguía hablándole en tailandés, JiMin comenzaba a impacientarse—. Yo no te entiendo... Solo quiero pasta, PASTA. Como en Italia, Mamma Mia, ¿si entiendes?

El cocinero mostró una expresión de frustración hacia JiMin. ¿Y es que acaso era su culpa no saber el jodido tailandés? ¿O que JungKook se fuera y aun no apareciera? Además, siendo un hotel de prestigio, los empleados deberían conocer varios idiomas para comunicarse mejor con sus huéspedes.

Antes de que JiMin pudiese llegar a un colapso mental, un chico alto, de cabellos castaños y mirada aislada ocupó lugar frente a él y le obsequió una mirada seria.

—¿Qué deseas ordenar? —le preguntó con voz suave pero a su vez monótona. JiMin pudo notar algo importante, ¡hablaba su idioma!—. ¿Y bien? ¿Qué vas a ordenar?, dudo que el cocinero tenga más paciencia para ti.

—S-Si... —respondió JiMin aún desorbitado. Aquel chico le miraba con ojos intensos y una mirada muy seria que daba escalofríos; JiMin empezó a indicarle al chico que era lo que deseaba ordenar y él se encargó de traducir todo para el cocinero, cuando ya tuvo todo en sus manos se lo tendió a JiMin.

—Provecho. —dijo con un casi inaudible hilo de voz antes de tomar su propio plato y desaparecer entre la multitud.

JiMin quedo perplejo por lo que acababa de su suceder, al salir de su trance se paseó por el lugar en busca de una mesa disponible. El lugar estaba abarrotado, tal vez él no era el único con deseos de quedarse en el hotel y probar la comida del restaurante; cuando pudo divisar una mesa, corrió con agilidad para tomar una silla antes de que otra persona pudiese ganarle. Ya sentado tranquilamente con sus platos en mano, JiMin se recostó de la silla e irguió su cabeza sobre el mar de gente en un intento de divisar a JungKook en algún lugar del restaurante, sin embargo, no pudo lograr encontrarlo; JiMin continuó viendo de un lado a otro por unos minutos a la espera del azabache pero el olor que emanaba del plato en la mesa hizo olvidarse un momento de su preocupación y centrar sus pensamientos en cómo sus tripas empezaban a gruñir implorando que fueran complacidas con un poco de esos deliciosos platillos que —muy extrañamente—, ese chico castaño le había ayudado a ordenar. A pesar de su cara de pocos amigos.