Bad Words.

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JungKook normalmente es de un temperamento estable, sonríe, llora, y se enfada cuando la situación lo amerita. Dentro de un margen normal, es tolerante ante cualquier situación; pero en este preciso instante todo rastro de tolerancia había desaparecido, dando paso a un sentimiento de cólera, y un humor de perro que aumentaba con cada incesante toque al timbre del pent-house. Irritante sonido llevaba aproximadamente seis minutos sin parar —si, contó cada minuto después de los diez primero timbrazos—, al principio quiso ignorarlo pensando que podía ser uno de estos vendedores ambulantes, pero el tiempo se había prolongado lo suficiente como para desechar la idea y desear que un rayo cayese sobre la cabeza de quien sea que tuvo la brillante idea de tocar el timbre de tal manera a las ocho y media de la mañana del 27 de diciembre.

— Por un jodido infierno... —quiso enterrar más la cabeza dentro de la almohada, pero cabía la posibilidad de rasgar la misma por ejercer tanta fuerza.

Ya había sido suficiente, demasiado a decir verdad; se levantó de la cama echando antes un vistazo a JiMin, quien dormía plácidamente de una forma humanamente imposible, a menos que sea contorsionista— Me alegro que puedas dormir como un bebé, enano. —le recriminó, pero el susodicho ni siquiera se movió. JungKook estuvo a punto de revisar su respiración a ver si no estaba muerto o en coma, cuando otro ensordecedor timbrazo resonó hasta las profundidades de su tímpano.

— ¡No es posible! —gritó mientras saltaba las escaleras hacia la puerta, al tomar el pomo y abrirla se encontró con el reluciente rostro de JongIn—. ¡POR UN INFIERNO! ¿ACASO BUSCAS EXPLOTAR MI JODIO TIMBRE? —el castaño abrió y cerró la boca sin hablar—. ¡Lárgate, te dije que no era necesario que vinieras más!

Después de aquellas palabras cerró la puerta en las narices del moreno. Se dio la vuelta con intenciones de volver a su habitación, pero otro timbrazo lo hizo detenerse.

— Bien, es el colmo... ¿QUÉ QUI- —el resto de la oración se quedo atascada en sus cuerdas vocales al observar la dura mirada de Hye Soo detrás de la puerta—. N-noona... Y-yo...

— Jeon JungKook. —aquel nombre salió de los labios de la mujer tan áspero como papel de lija—. En este mismo instante quiero que vayas a tu habitación... —hablaba serenamente mientras se adentraba lentamente al pent-house—. ¡Y TE TRAGUES UNA BARRA DE JABÓN ENTERA! ¡NO QUIERO VOLVER A OÍR ESAS VULGARIDADES SALIR DE TU BOCA! ¡¿ENTENDIDO?!

— S-si... —es lo único que logró articular, Hye Soo jamás le había gritado de tal manera y "todo por culpa de JongIn". JungKook barrió su mirada hacia el moreno el cual mordía fuertemente sus labios para no liberar una estruendosa carcajada; JungKook estuvo tentado a recriminarle si alguien no se le fuese adelantado. 

— ¡¿Pero a qué menudo imbécil se le ocurre tocar de esa manera el timbre a estas horas de la mañana?! —JiMin descendía las escaleras aún con sus ojos cerrados—. ¡POR LOS MIL DEMONIOS!

Fue cuando había terminado de bajar que se percató de sus visitas.

— JiMin... —susurraron al unísono JongIn y Hye Soo, desconcertados. JiMin sorprendido, solo pudo morder su labio inferior mientras bajaba la mirada avergonzado.

— ¡JungKook! ¿Qué le has hecho a mi JiMinie? —Hye Soo se giró enojada hacia el azabache quien había intentado tragarse las ganas de reír, cosa que provocó que se ahogara con su propia saliva ante la acusación.

— ¿Yo? —se señalo a sí mismo—. Pero si no le he hecho absolutamente nada.

— JiMinie no es de decir esas palabras, alguien debió enseñarle. —señaló Hye Soo cruzándose de brazos.

— Tal vez, pero no tengo nada que ver. Pues déjame decirte que tu pan de Dios, se rehusó a ver conmigo un especial de navidad insistiendo que deseaba ver "Bastardos Sin Gloria" a las tres de la madrugada. —la sala quedó sumida en el silencio, Hye Soo tenía una ligera expresión de sorpresa en su rostro.

•All I Want For Christmas• «|KookMin|»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora