«I must've forgot, you can't trust me,
I'm open a moment and close when you show it,
Before you know it I'm lost at sea,
And now that I write and think about it,
And the story unfolds.
You should take my life, you should take my soul.»˟ ˟
—Ty, ¿Qué te ha pasado? Ha parecido como si estuvieses a punto de comerle la cara al chico ese.— Melanie me sacó de mis pensamientos.
—¿Qué?¿Qué dices?— mi voz sonó demasiado aguda, va a saber que pasa algo. Ella se rió.
—Bueno, se llama Josh y suele venir bastante por aquí con la que supongo que es su novia.— suspiré, era lo único que me faltaba para deprimirme más, ver casi todos los días a Josh.
—Pero tranquilo, las relaciones pueden romperse, seguro que tienes posibilidades de estar con él.— me dió un codazo "confidencial" y yo seguí limpiando la barra.
—No es eso.— hablé después de un rato.
—¿Y qué es?
—Prefiero no hablar del tema, lo siento.— agarré una de las bandejas y puse varios cafés, un batido de chocolate y un pastelito de fresa.—Alguien había pedido que le lleváramos esto, ¿no?— Melanie me miró confusa y al momento asintió.
—Los de la mesa del bebé.— les llevé lo que habían pedido, la mesa estaba demasiado cerca de la de Josh y la chica, quienes estaban muy cariñosos tomados de la mano y riéndose, pero intenté hacer como si nada.
Total, él y yo no somos nada.
Al girarme para volver hacia la barra di unos pasos y me resbalé.
Me había clavado la bandeja en las costillas, dolía muchísimo.
—Oh Dios, ¿Estás bien?— me giré a ver quien me había preguntado, era la novia de Josh. Estaba agachada mirándome con cara de preocupación.
Melanie en cambio estaba ahogándose de la risa en la barra.
Miré a la chica.
—Sí sí, gracias por preocuparte.— dije mientras me levantaba lentamente.
—Espera, creo que te conozco.
—No creo.
—Eres el mejor amigo de la hermana de Brendon, ¿No?— me quedé un momento callado y al final asentí.— ¿Estás mejor de lo que pasó esa noche?— ¿Cómo sabía ella lo que pasó?
—Sí, gracias.
—Menos mal.— sonrió y yo le devolví la sonrisa vagamente.
—Bueno, tengo que volver al trabajo.— me fui hasta la barra donde Melanie estaba mirando todo con cara de no entender la situación.
—¿Qué pasó esa noche?— preguntó directamente cuando vio que estaba ya cerca.
—Nada importante.— me encojí de hombros y coloqué la bandeja en su sitio, ni siquiera pensé en lo que acababa de preguntarme.
Yo solo trabajaba por las mañanas así que nada más llegó la hora de comer, volví a casa.
Mientras volvía pensé en que quizás debería ir a mi casa, bueno, mejor dicho la casa de mis padres, a por mis cosas.
El problema a todo esto era mi padre. Tenía que pensar en otra cosa.
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Se hizo de noche, no era tarde, apenas las 11.A esa hora mis hermanos solían estar en sus habitaciones y mis padres en el salón.
Mientras subía por la fachada de la casa solo podía rezar porque la puerta de mi antiguo cuarto no estuviera abierta.
Abrí con cuidado la ventana y entré.
La puerta estaba medio abierta.
No veía casi nada pero no quería encender la luz, sería demasiado llamativo.
Empecé a guardar cosas en la mochila sin hacer mucho ruido.
Miré a la puerta y casi me da un infarto del susto.
Zack estaba mirándome fijamente, supongo que al tener problemas de vista le estaba costando ver bien qué pasaba.
Me puse un dedo delante de la boca en señal de que, por favor, no hiciera ruido.
Él asintió con una sonrisa e iba a acercarse a mi pero empezaron a escucharse pasos.
—Zack, ¿Qué haces entrando ahí?— era mi padre.
Tenía dos opciones, esconderme o irme rápido por la ventana con la posibilidad de caerme.
Me escondí debajo de la cama.
—E-es que...vi la ventana abierta e iba a ir a cerrarla.
—¿La ventana abierta?
—Quizás la abrió mamá esta mañana, yo la cierro, tranquilo.
—Bueno, está bien.— se alejó y Zack entró a la habitación.
—Es mejor que salgas antes de que te vea papá.— susurró.
Salí de debajo de la cama, tomé mi ukelele y me puse la mochila.
—¿Vas a poder bajar con todo eso?— asentí.— Entendido.
Empecé a salir por la ventana.
—Tyler.— me giré a verlo— me alegro de volver a verte, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites.
—Gracias Zack.— dije con una sonrisa.— yo también me alegro de verte.
Salí del todo y bajé con algo de cuidado.
Zack cerró la ventana e hizo un gesto como despedida al que yo correspondí.
Fui rápido a casa de Jenna, ahora al menos tenía algo de ropa, el ukelele, un poco de dinero y alguna cosa más que pude llevarme.
Entré al cuarto y Jenna me miró.
—¿Lo conseguiste?
—Lo conseguí.
—¿Pero nadie te vio?
—Me vio Zack, pero no hay problema.
Esos días habíamos estado cantando gracias a la insistencia de Jenna porque yo siga con la música, pero ahora supongo que iba a ser mejor ya que al menos tenía mi ukelele.
Digamos que la tristeza es más amena si viene acompañada con música.
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