«There are things we can do
But from the things that work there are only two
And from the two that we choose to do
Peace will win
And fear will lose.»˟ ˟
Llegué a casa algo cansado, era viernes y había venido mucha gente a la cafetería.
Josh y yo no nos veíamos tanto como antes, había días que sólo nos veíamos en la noche.
Me quité las zapatillas y acto seguido me lancé contra el sillón.
Sólo un día.
—Mierda.— susurré con voz de fastidio.
La voz llevaba un tiempo sin aparecer, pero cómo no, había vuelto.
Siempre vuelvo.
Intenté dormirme y finalmente lo conseguí.
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Me desperté cuando escuché la puerta del apartamento abriéndose.
Era de noche, ¿cuánto tiempo había dormido?
Josh sonrió al verme, a lo que yo le devolví la sonrisa todavía estando medio dormido.
—¿Qué tal te fue en el trabajo, cariño?— dije estirándome, el seguía sonriendo, no parabamos de mirarnos a los ojos, extrañaba esto.
—Como siempre, ¿y a tí, bebé?— sonreí como casi cada vez que me llamaba con un apodo así.
—Como siempre también.— me levanté del sillón para darle un beso y de paso poder abrazarle.
Cualquier cosa con Josh se sentía genial, adoraba sus abrazos, sus besos, su risa, todo.
Las cosas están cambiando.
¿No te das cuenta?
Ya ni tenéis sexo.
Puede ser que te esté engañando de nuevo.
Se me borró la sonrisa de la cara, pero Josh no pudo verlo ya que yo tenía mi cara en su pecho mientras seguíamos abrazados.
Simplemente teníamos horarios diferentes de trabajo pero eso no iba a durar mucho tiempo.
Ya no eres ni su juguete sexual.
Una semana y media sin sexo no significa nada.
—Josh.— lo miré a los ojos y él también me miró.
—¿Sí?
—¿Y-ya no tendrás que trabajar por las tardes...?
—Ahora solo por las mañanas, tranquilo.— sonreí de nuevo, eso significaba que las cosas iban a ser como antes.
Estuvimos hablando y riéndonos un rato hasta que fuimos a la habitación.
Los dos comenzamos a cambiarnos de ropa.
—Ty— me giré esperando a que siguiese hablando.— ¿P-puedo hacerte una pregunta?
—Claro.— seguí cambiándome.
—¿Es verdad que rechazaste la beca para la universidad por mi culpa?— me quedé quieto, no me esperaba esa pregunta.
—E-eh...— no sabía que decir.— N-no sé que decir.
—Sólo di la verdad, por favor.— suspiré.
—No del todo.— me miró sin entender a qué me refería.— Digo...en parte fue por eso pero hubo otros motivos.
—¿Cuáles?
—A ver...voy a intentar explicarme. Cuando terminamos estaba muy mal y todo eso, supongo que lo sabes, se me quitaron las ganas de hacer cualquier cosa pero igualmente, llevaba un tiempo con otra idea en la cabeza.
—¿Lo de la música?— asentí y él suspiró mientras se sentaba en la cama.— P-pero...igualmente me siento muy culpable de esto, por mi culpa estuviste fatal y dejaste pasar algo que te importaba...— dejé de cambiarme de ropa y me senté encima suyo poniendo mis manos en su cara.
—Escúchame bonito, eso ya no importa ya que aunque lo hubiese aceptado habría acabado dejándolo a mitad porque ahora me interesan la música y tú, ¿está bien?
—En serio, ¿qué he hecho para merecerte?
-
Narrado por Josh
Brendon y yo fuimos a comprar mi batería, Tyler se quedó en casa hablando con Jenna.
Después de mucho rato pensando en cuál elegir, compramos una.
Al llegar a mi casa hicimos espacio en el salón y comenzamos a montarla.
—En estos momentos me alegro de no ser tu vecino. Entre los gemidos de Tyler y la batería van a acabar poniéndote varias denuncias.
—Ellos tuvieron trillizos hace poco, ¿tú sabes lo que lloran esas criaturas?
—Ahora llorarán más porque no les vas a dejar dormir. ¿Tú no quieres tener hijos?
—Me gustaría pero no sé si Tyler querría, además, tendría que ser por adopción y no estoy seguro.
—Pobre Tyler, tendrá que aguantar a dos bebés llorones.
—¡Oye!— le golpeé el hombro mientras me reía.
Tras un rato, Tyler y Jenna salieron de la habitación con una mochila cada uno.
—Ya nos vamos.— dijo Tyler acercándose a mí para darme un beso.
—¿A dónde?— pregunté después de darle el beso. Jenna y Tyler se miraron.
—A un parque.
—Está bien, pero tened cuidado.
—Si alguien os persigue, ¿que tenéis que hacer?— Brendon en muchas ocasiones parecía una madre.
—Correr.— dijeron al unísono alargando la e.
—A menos de que...
—Sea un bombón porque entonces tenemos que llamarte a tí, pero no lo haremos porque estás con Ryan.— Brendon sonrió.
—Muy bien hijos, ya podéis iros.
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