X. Explicaciones.

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Los pasos a su lado, el agua llenando el vaso en el escritorio que tenía, el peso sobre la silla que rechinaba, la hoja de papel, el bolígrafo danzando sobre ella... Lo escuchó. Sus ojos estaban cerrados y el hombre alto se ponía su abrigo.

—Si vas a dejar una carta como todos cuándo se marchan mejor asegúrate de no dejarme con vida.

—¿Qué?

—¿Quién eres? -él se sienta de nuevo-.

—¿Quieres saberlo?

—Ya no tengo nada que perder -abre los ojos por primera vez después de la mañana, ya era noche-. ¿Por qué estás en todas partes?

—Todo viene en la carta -se la ofrece-.

—Dímelo tú -se sienta lentamente-. ¿Has venido a robarme?, como ves no tengo mucho que puedas sacar.

 —No, no vengo a robar nada. Y perdona si mi indiscreción te ha causado incomodidad porque no es lo que yo quería hacer.

—Pues, deja de lado los rodeos, sólo dime que es lo que has venido a hacer en este lugar.

Él se queda callado, sin decir nada, o hacer algo. La mira directamente a los ojos, pero ella ni siquiera se inmuta en expresar algo, no hay miedo, no hay enojo, solamente hay tristeza disfrazada de indiferencia. Tampoco es como si aquel hombre supiera que decirle exactamente porque después de todo la había abandonado por... toda su vida. 

Caminó en círculos, ella le miraba expectante, sentada en su cama con la espalda hacia la pared, todavía recordando la noche en que Wendy la subió al espacio para dejarla caer. Sabía que el beso con su ahora ex jefa había sido un error, pero el enfado estaba presente porque no sentía nada hacia esa persona. 

  —¿Puedes sólo decirlo?, tengo que irme a trabajar -mintió, él sabía que lo hacía-.

 —Planeé este momento, para que no sonara como aquella  escena en Star Wars, pero si quieres algo concreto, no hay otra forma.

La seriedad que expresaban sus palabras desconectaron del mundo doloroso que había creado a su alrededor. Así que después de un rato de haber puesto poca atención a lo que aquel hombre decía ubicó su mirada en la del contrario.

   —Perdóname -dijo con un nudo en la garganta-, perdóname por haberte abandonado tanto tiempo porque yo no sabía que tu existías. Huí porque el dolor que aquella persona me había ocasionado con su ida era más grande que mi voluntad para olvidarle, para pasar de largo todos esos recuerdos que había dejado en cada rincón del país. Huí porque ella huyó -SeulGi comenzaba a conectar todas las palabras que de su boca salían, lo estaba entendiendo, que esa persona...-. Perdóname hija -rompiendo en llanto-.

Su pecho se comprimió, había un dolor depositado en la boca de su estómago, tan leve que era terriblemente insoportable. Lo vio caer en un llanto sonoro, se le desgarraba la garganta, y es que la vergüenza era tanta que salía de esa forma. Ella estaba mirándolo, se preguntaba muchas cosas, tantas que ni siquiera se dio cuenta cuándo la primera lágrima recorrió sus mejillas hasta llegar al cuello. También lloró.  


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  —Tu papá ya está muy viejo.

—No seas tonta Sun. Él no es su papá.

—¿Seulgi-Ah no tienes papá? -ella negó-.

—Pero pronto va a ser el festival de día de padres. ¿Te pasará como el día de las madres?

—Yo no necesito un papá -dijo la pequeña-. Hubiese venido la abuela el día de las madres pero ella se fue con mi mami y mi papi. Entonces el abuelo es quién me cuida y no necesito un papá.  

Yeah, You. (SeulDy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora