Epílogo... Suga...

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—Así que este es tu dichoso estudio —sonreí al entrar a tan misteriosa habitación. Una habitación decorada perfectamente como cada rasgo de la personalidad de Suga—. Siempre creí que sería más bonita —fingí desilusión pero su expresión fue todo un poema y entonces reí al lograr mi cometido, molestarlo— ¿De verdad tanto recelo por esto?

Suga se encogió de hombros tocando con la punta de sus dedos los audífonos sobre su escritorio, como si no quisiera mover nada de su sitio, como si le trajera recuerdos.

—Casi nadie ha entrado a este lugar. Es algo así como mi baticueva, supongo.

Antes de hacer un comentario gracioso sobre la palabra "baticueva" algo me causó más curiosidad todavía.

—¿Casi nadie? —terminé de entrar entonces, con una caja de cartón en brazos.

—Bueno, sólo los chicos lo han hecho —giró a verme, estaba totalmente indignada por esa respuesta—. Son más fuertes que tú de todos modos —como si eso justificara por qué actuó de esa manera, cuando pregunté. Negué con la cabeza rodando los ojos un poco— ¡Oye, ten cuidado con eso! ¡Son artículos de colección! —se alarmó cuando lancé un juguete a la caja con rapidez y sin precaución alguna.

—Toma eso como venganza.

Sonreí, él también lo hizo. Seguimos empacando sus cosas.

YoonGi se estaba mudando de departamento a uno más cercano a nuestra colina, nuestro sitio.

Seguía siendo raro llamarle de ese modo pero él siempre se refería al mirador de esa manera por lo que me terminé acostumbrando. Había dicho que su nuevo hogar quedaba más cerca de su trabajo y aunque pensara lo contrario, sabía que estaba superando varias cosas del pasado al dejar este sitio.

A YoonGi aún le costaba contarme esa clase de cosas, las que lo ponían triste o las situaciones difíciles que tuvo que enfrentar alguna vez. A veces le era difícil expresar o moderar la mayoría de sus emociones pero siempre se portaba dulce y muy atento conmigo. No había necesidad de forzar las cosas, estaba bien para ambos y él era igual de comprensivo con mis asuntos.

—Listo, todo está en orden. Ayúdame a bajar las cajas al auto.

— ¡No~! —me quejé de manera dramática mientras me recostaba sobre el sofá en la habitación— ¿Por qué no contratas a alguien para que lo haga? Antes alardeabas sobre tener tanto dinero como para pagar el aire que respiro.

Estaba agotada, no sólo había sido el estudio si no todo su dormitorio también. Esto no era para nada una cita agradable.

—Nunca vas a superarlo, ¿no es cierto? —sonrió, asentí con diversión porque me gustaba molestarlo con sus comentarios inmaduros y engreídos de adolescente—. Los trabajadores no van a tener cuidado con mis cosas, por eso necesitaba hacerlo yo mismo.

—Entonces encárgate del resto solo —me senté para darle espacio en el mueble de dos plazas—. No tenía idea que ser tu novia significaba trabajar para ti.

—Oye, no lo hagas sonar así —se quejó. Reí suavemente.

—Bien, pero dame un descanso —el blanquecino asintió y me apoyé contra el respaldo de mi asiento—. Oh, mira lo que tienes aquí...

Al no encontrar el estuche, YoonGi dejó la guitarra que tenía en un soporte. Era acústica así que la tomé en mis brazos y raspé los acordes según la única canción que podía interpretar. Dust in the wind de Kansas.

Con los colores de un bello atardecer entrando por una ventana ya sin cortinas, me dejé llevar por las sensaciones que esa bella canción me traía y comencé a tararear la letra.

Do you wanna know? -BTS-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora