Do you wanna know? -BTS-

Capítulo 32... Suga...

— ¡¿Por quién nos estamos mudando esta vez?!

Furia era poco para describir lo que sentía. Todo quedaba muy corto para expresar las emociones dentro de mí. 

Seguí a mi madre por todo el departamento mientras ella sólo me ignoraba y continuaba guardando nuestras cosas en cajas.

— ¡Mamá! ¡Responde! —golpeé con ambas manos la superficie del comedor y me incliné para que le fuera imposible no verme.

—Brooklyn, por favor —ella rodó los ojos y me miró algo cansada—. Tu padre, ¿de acuerdo? —confesó con simpleza y siguió empaquetando, ignorando que había entrado en una especie de shock—. Pensé que ya habíamos pasado suficientes veces por esto, para que siguieras haciendo una rabieta.

Caí sentada en una silla pensando en todo lo que una mudanza implicaba. Mis estudios, mis amigos, MinAh...

Mi pecho se hundió en un profundo hueco cuando pensé en Hoseok.

Hace apenas unos minutos en el pasillo, le había confesado mis sentimientos. Lo amaba.

— ¿Una rabieta? —susurré estupefacta, observando a mi madre tras procesar lo que dijo.

Mamá acomodó sus gafas de lectura sobre el puente de su nariz y suspiró antes de ir por el resto de las cosas a la cocina.

—Así mismo —dijo—. No habías hecho algo así desde que tenías ¿Cuántos? ¿Doce? —me miró alzando una de sus perfectas cejas cuando regresó.

— ¡Eso fue porque no quería separarme de mis amigos en la escuela! —elevé un poco la voz al responder, sintiendo como se quebraba al pensar que pasaría exactamente lo mismo. 

Mamá me contempló como si fuese la hija más grosera del mundo y no me hubiera enseñado modales suficientes para hablar. No me importó, tenía algo más importante que perder ahora

— ¿Qué hay de mis amigos? ¡¿Del colegio?! —siempre pareció más importante el instituto donde estudiaba.

—Por dios, Brooklyn. Puedes seguir en contacto con ellos —se cruzó de brazos, dejando de lado sus acciones para enfrentarme—. Como si los jóvenes de tu edad, no fueran lo suficientemente dependientes de la tecnología hoy en día.

— ¡¿Qué hay de Hoseok?! —exclamé al fin, limpiando la lágrima rebelde de mi mejilla. Me odiaba por ser tan sensible.

Mi madre abrió los ojos sorprendida y descompuso su postura ligeramente.

—Oh, cariño —percibí algo de compasión en su voz—. Tendrás que darle la noticia tarde o temprano.

La frialdad que tenía ante mi relación, hizo que mis ojos se pusieran aún más cristalinos y que las imágenes de Hoseok y yo terminando, llenaran por completo mi cabeza. Negué incrédula.

—Familia, ya llegué —anunció papá desde la entrada de la casa.

Miré a mi madre de alguna forma que hizo que se preocupara por mí, porque me siguió tan pronto corrí a encontrar a mi padre.

— ¡¿Por qué?! —le exigí con lágrimas en los ojos, al hombre que se estaba quitando los zapatos para entrar a su hogar— ¡¿Por qué ahora?!

— ¿De qué hablas, princesa? —cuestionó papá frunciendo el ceño, mirándome confundido; haciendo más lentas y precavidas sus acciones.

— ¿Por qué ahora? —bufé limpiando el llanto rebelde con la punta de mis dedos.

—Hoy le dije que nos estamos mudando —escuché la voz de mamá detrás de mí y papá cambió su expresión a una más suave después de observar el interior del departamento.