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Jamás te había agradado que utilizaran las amenazas junto con la presión contra ti, por lo que habías desarrollado un súper efectivo método para no salir afectada; ignorar a quienes hacían las preguntas y amenazas. Hacía más de una hora, según tú, que estabas en una habitación de interrogatorios sentada con las muñecas esposadas frente a una mesa metálica. A cada lado de ti había un sujeto, hacían el típico papel de policía bueno y policía malo y ante tu silencio e ignorancia ambos estaban perdiendo la paciencia. Más tu técnica también tenía un límite de tiempo.

- No me lo creo, hemos estado por una hora con esta chiquilla y no ha hablado siquiera un poco. - Exclamo uno de ellos, el de tu derecha. Su cabello era rubio tirando a blanco y tenía unas pocas arrugas en su frente fruncida.

- Podría golpearla para hacer que hable. - Habló él que estaba a tu izquierda, hace mucho que lo habías reconocido como el sujeto de ropa negra, tenía el cabello híper corto y oscuro.

- No podemos hacer eso.

- ¿Entonces como sugieres que la hagamos hablar, genio?

Nadie contesto, sentía el ambiente pesado sobre tu espalda y la mirada fija de los dos sujetos no ayudaba, comenzaste a aburrirte. Las primeras preguntas que te habían hecho eran acerca de tu información pero no sabías más que el número por el que siempre te llamaban antes de salir de la celda, no recordabas tu nombre o apellido ¡Ni siquiera sabias que edad tenías! Luego te preguntaron para quien trabajabas, tampoco lo recordabas. No es como si te frustrara o te interesara saber quién eras antes de despertar en esa celda, pero te molestaba que, dentro de las pocas palabras que habías dicho antes de ignorarlos, no aceptaran tu respuesta sobre que no recordabas nada. Ellos decían que estabas mintiendo.

- Se los diré una vez más - Dijiste de manera lenta y calmada, captando la atención de ambos. - No recuerdo nada.

- ¿Y debemos creerte y ya? - Mofo el de la izquierda, acercando un poco su rostro al tuyo en un intento de intimidarte, pero no lo logro.

- Me da igual si me creen o no, pero no estoy mintiendo. - Respondiste, plantándole cara.

- Escucha - Hablo ahora el de la derecha con un tono calmado pero serio. - Si cooperas con nosotros tal vez hagan que no te vaya tan mal. Solo tienes que decirnos quien eres y a que te dedicas.

- ¿Solo eso? Bien - Sonreíste un poco. - Soy el recluso N°289 y me dedicaba a pudrirme en una cárcel. - Hablaste con un tono de sarcasmo, ganándote una verdadera mirada de enojo de ambos.

- ¡Ya basta de juegos! ¡Di la verdad!

- ¡Esa es la maldita verdad! - Exclamaste levantándote de la silla y golpeando la mesa con tus palmas, haciendo que ambos se alejaran con sus armas alzadas. Ya no aguantabas. - Lo único que sé es que estaba en una celda de una organización a la que ustedes llaman Talon. No recuerdo una mierda de lo que era antes de despertar en esa celda, ni tampoco podía averiguarlo estando ahí, solo sé que era su rata de laboratorio a la cual le inyectaban lo que se les antojaba a cada hora mientras estaba consiente. - Elevaste tus antebrazos mostrando las múltiples pinchadas de agujas en tus brazos aún frescas.

Te desplomaste nuevamente en la silla, hiperventilando puesto que los recuerdos de estar dentro de un laboratorio siendo usada por esos científicos locos se volvieron frescos en tu mente, alterándote hasta el punto en el que una lagrima amarga se deslizo por tu mejilla. Ambos te observaron en silencio y guardaron sus armas para luego salir, dejándote sola.

Los siguientes días a ese te volvieron a mantener en la celda con la puerta de cristal, te alimentaban bien y te dejaban tomar una ducha al día, no te quejabas en ese punto pero si cuando querían volverte a intentar interrogarte, por lo que solo te negabas a hablar. Pero luego de un tiempo más dejaron de hacerlo y no volviste a ver a aquellos dos sujetos. Por tu parte cuando ya habías comido y te cansabas de silbar el gorila, el cual se llamaba Winston, te pasaba uno que otro libro por la ventanilla del cristal y dejaba que te entretuvieras hasta acabarlo. Un día te cansaste de leer libros y miraste en dirección al Winston, quien parecía estar trabajando en algo sobre el escritorio.

- Oye Winston - Lo llamaste desde tu celda, a lo que solo te respondió con un sonido de pregunta. - ¿Qué estás haciendo?

- Reparo un escudo. - Respondió sin mirarte.

- ¿Puedo ayudarte? - Solo te hizo un sonido de negación. - Por favor, por favor. Winston, prometo ayudarte y no estorbar. - Comenzaste a parpadear repetidas veces cuando se giró a verte con una ceja alzada.

Pasaron varios segundos hasta que él suspiro y se levantó del neumático en el que estaba sentado y camino hasta el cristal.

- Bien, pero harás todo lo que te diga - Asentiste energética. Pues luego de tanto tiempo harías algo más que estar dentro de cuatro paredes.

Tomaste una silla y te sentaste al lado de él mientras veías como lo reparaba y de vez en cuando le pasabas una herramienta si te la pedía del cajón a tu lado. Mientras estabas ahí viste un poco las fotos sujetas a las paredes del escritorio, volviste tu vista hacia el artefacto que manejaba Winston y sonreíste de igual manera que él cuando comenzó a ejercer su tarea como escudo. Pero las sonrisas de ambos se esfumo cuando empezó a fallar y a temblar, no dudaste mucho y lo tomaste entre tu mano para lanzarlo lejos ante una explosión inminente tumbando a Winston al suelo en el proceso. Inconscientemente lo habías lanzado hacia tu celda, por lo que la puerta se cristal se rompió y activo la alarma.

- Un poco inestable diría yo - Comentaste en burla, acercándote al gorila que yacía aun en el suelo para ayudar a que se levantara.

Mas quedaste a medio camino cuando la puerta de entrada se abrió y mostrando repentinamente la imagen el vaquero llamado McCree con arma en mano, inmediatamente te apunto sin dejar de mirarte.

- ¿Estás bien Winston? - Pregunto con cautela, mirándote con desconfianza, claramente era un malentendido. Más de repente aparecieron otros agentes más, incluido el del visor.

- ¿¡Qué demonios pasa aquí?! - Alzo su arma y se acercó rápidamente a ti, lanzándote al suelo en el proceso y apuntándote. Gruñiste y te incorporaste solo un poco en el suelo apoyándote en tus antebrazos. - Sabía que tarde o temprano harías algo.

- Morrison espera. - Intento hablar Winston incorporándose, pero fue interrumpido cuando te levantaste plantando cara al canoso, mas no dijiste nada. - Todo fue un experimento que salió mal, ella me estaba ayudando y lanzo el escudo antes de que explotara hacia el cristal. Ella no hizo nada malo.

- ¿Y en primer lugar por qué la sacaste de la celda? - Pregunto de vuelta.

- ¿Por qué soy una humana y necesito hacer más que estar entre paredes? Sin mencionar que pase mucho tiempo en una celda ya. - Respondiste, ganándote una mirada de enojo.

- No te pases de lista conmigo. - Solo le diste la espalda y te dirigiste de brazos cruzados a la celda parcialmente destrozada, algunos te siguieron con la mirada, apartaste los trozos de vidrios del colchón y te sentaste en silencio.

Algunos quedaron extrañados ante tu acción. Winston se acercó un poco al soldado para hablar, podías escucharlo perfectamente, intentando apelar en tu favor.

- Ha estado mucho tiempo encerrada, no es mala - Repitió -, dale una oportunidad.

Morrison pareció pensárselo por varios minutos en los que los demás guardaron sus armas y solo miraban, dio un gruñido y finalmente hablo. Sonreíste de oreja a oreja y te situaste al lado de Winston, compartiendo una mirada de alegría con él.

- Tendrá una habitación, pero será vigilada por alguien cada vez que salga por el plantel. - Aclaro severo, apuntándola con un dedo.

Solo asentiste seria y abrazaste feliz al gorila cuando el soldado se había marchado junto con algunos del laboratorio. Solo palmeo tu espalda dando espasmos por una corta risa. - Limpiemos este desastre ya.

Sujeto 2 8 9| Overwatch Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora