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Caminaste por las calles vacías de Santa fe cargando la única maleta que llevabas en el momento. Como dijiste habías abordado un avión en la mañana pero no tomaste en cuenta la zona horaria por lo que al bajar ya era de noche y no había nadie. Esperabas que al llegar pudieras directamente preguntar por el paradero de McCree pero sin nadie a quien preguntar..., no podías hacer nada. Esa noche te quedaste en una posada y cuando amaneció volviste a salir dejando la maleta en la habitación, luego irías por ella. Pasaste la mayor parte de la mañana preguntando a las personas por el paradero de McCree más ninguno te respuestas que te llevaran hasta él, decidiste tomar un descanso cuando se hizo el medio día; necesitabas comer. Entraste a un restaurant-bar ignorando las miradas curiosas de quien se encontraban ahí y te sentaste en la barra que solo tenía cuatro asientos.

Un joven se acercó a ti con una tranquila sonrisa, intentaste devolverle el gesto pero solo atinaste a darle una mueca rara.

– ¿Qué puedo servirle señorita? – pregunto despacio.

– Sírveme el mejor plato que tengas. – no querías ni imaginarte la opresión en tu rostro, te sentías realmente agotada por el cambio de horario y la explosión al sol de la zona.

El joven se retiró por una puerta que seguramente daba a la cocina y te quedaste con la cabeza entre los brazos escuchando el apacible sonido de los murmullos de las personas que hablaban entre sí. Disfrutaste de ese sonido hasta que alguien azoto las puerta de la entrada exclamando que era medio día, lo ignoraste incluso cuando se sentó a un puesto de ti y pidió el trago más fuerte que tenían. ¿Quién bebía al medio día? Cuando el joven volvió nuevamente se extendió un plato humeante por lo que retiraste la gorra que había estado usando todo el día para comenzar a comer.

– Santo cielo. – escuchaste al sujeto jadear a tu lado mientras comías. – ¿(Tn)? – le prestaste atención por primera vez cuando dijo tu nombre; encontrándote con el rostro sonriente de McCree, a quien habías estado buscando todo el día. Ahora estabas molesta. ¿Dónde demonios había estado metido?

– Hola. – respondiste de manera seca, volviendo tu atención a la comida y dejando al castaño con los brazos extendidos. Borro su sonrisa volviéndose a apoyar en la barra.

– ¿Cuándo despertaste? – pregunto desde su lugar, mirándote por unos segundos notando como había vuelto a cortar tu cabello.

– Hace unos días. – volviste a responder en seco y apartando tu plato vació un poco hacia adelante. – Escucha McCree, he venido hasta aquí porque necesito tu ayuda – bajaste el tono de tu voz acercándote solo un poco –, según informes hay un proveedor de armas en la zona y...

– Espera. – te detuvo levantando una mano. – Apareces aquí de la nada después de años, no me saludas, ¿Y quieres que te ayude a encontrar un proveedor de armas? Ah no, busca a alguien más. – hiciste una mueca al ver como se marchaba dejándote con las palabras en la boca haciéndote enojar más. Dejaste el dinero en la barra y volviste a colocarte la gorra oscura caminando a paso rápido para alcanzarlo, tomarlo con fuerza del poncho y arrastrarlo a un callejón entre dos tiendas. – ¡Pero que agresiva mujer!

– Vine hasta aquí solo para buscarte McCree – dijiste frunciendo el ceño apartándote un poco. –, y por si no lo recuerdas estuve mandándote cartas que jamás respondiste; así que estamos a mano y no te hagas el indignado. – miraste un momento a la salida del callejón asegurándote que nadie estuviera cerca y sacaste el dispositivo, mostrándole varias imágenes de Talon al castaño. – Talon ha estado proveyéndole armas de alto avance a múltiples bandas en el mundo y el proveedor principal tiene su cede cerca de aquí.

– Ya sabes que las operaciones de Overwatch están prohibidas. – comento encendiendo un cigarro y solo entonces notaste la prótesis robótica en su brazo. Te preguntaste en silencio como había acabado así y tragaste saliva volviendo a enfocarte.

– Sé que están prohibidas; pero no significa que voy a sentada viendo como Talon hace con el mundo lo que le dé la gana. – hiciste una pausa esperando alguna cosa de su parte pero no ocurrió nada, comenzaba a frustrarte su expresión indiferente. – Esto es por el bien de todos, incluso el tuyo.

– ¿El mío? No tengo nada que ver en esto. ¡Deje Overwatch hace años (Tn), lo sabes! – te mantuviste firme ante su elevado tono.

– Por supuesto que lo sé, ni siquiera te despediste. – inflaste tu pecho, sientodote mal puesto que esperabas que él te ayudara. Detuviste su retirada nuevamente interponiendo un brazo. – ¡Talon ha estado eliminando agentes de Overwatch en los últimos años y eso no te excluye Jesse! – golpeaste ligeramente su pecho con tu dedo, notando la superficie dura del chaleco que traía encima. – No necesito a otro agente, necesito a alguien que me dé la ubicación del proveedor, es todo.

– Bien, ¿tanto quieres saber la ubicación? – rebusco en su ropa entre bufidos, luego te extendió lo que parecía ser un mapa holográfico que tendió sobre tu palma. – Te lo advierto (Tn) – levanto su dedo señalándote –, esos sujetos son peligrosos.

– ¿Entonces por qué no me acompañas? – sonreíste un poco. Por supuesto que habías dicho que no necesitabas a alguien más pero era más que obvio que querías que McCree te acompañara en el fondo. Muy fondo y por debajo del enojo acumulado que le tenías.

– Por favor, no empieces de nuevo. – susurro sujetando el puente de su nariz.

– McCree. – lo sacudiste un poco. Conteniendo la risa que te causaba su expresión frustrada. – ¡Di que sí, di que sí! Por los viejos tiempos, ¿Sí? – te observo aún más obstinado por el tono de voz que habías utilizado y descolocado. Prácticamente le estabas rogando que te acompañara.

– ¡Ay, ya mujer! – exclamo liberándose de su agarre. – Te acompañare si con eso dejas de insistir.

– Admite que extrañabas mi voz. – comenzaste a caminar junto a él fuera del callejón. Feliz por haber logrado que el castaño te acompañara.

– No, no lo hacía.

– ¿Por qué eres así?

– ¿Así como?

– Tan vejestorio amargado. - seguiste de largo ignorando por completo la imagen de McCree parado a mitad del camino. Indignado por el ejemplo que habías usado. Volviste a mirarlo luego de comenzar a caminar a tu par nuevamente. – ¿En que iremos hasta la ubicación?

– Aquí no hay vehículos inteligentes como los de otros países así que iremos a caballo. – ahora eras tú quien había detenido su andar, frunciendo el ceño.

No tenías ni la más remota idea de cómo montar a caballo.

Sujeto 2 8 9| Overwatch Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora