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Abrirte los ojos parpadeando varias veces mientras movías con lentitud tus dedos, sintiendo como el índice estaba siendo presionado por algo dándote un ligero cosquilleo. Recorriste el lugar y terminaste viendo una máquina que marcaba el pulso con un constante y pausado pitido. Suspiraste quitándote lo que sea que estuviera en tu dedo, provocando que el pitido se volviera en uno seguido, haciendo que a los pocos segundos alguna puerta del lugar se abriera. Reconociste la voz de Ángela.

– Por favor no te levantes, (Tn). – Pidió en un tono más calmado de lo que reflejaba su rostro.

Obedeciste en silencio volviéndote a recostar mientras tomaba un estetoscopio y lo ponía en tu pecho debajo de la camisa que llevabas, de lo cual era sería responsable ya que esta era diferente a la última que recordabas. Su silencio te extrañaba e incomodaba un poco; naturalmente Ángela comentaría cualquier cosa para hacer más llevadero el ambiente pero en esta ocasión estaba callada, seria. Hiciste una mueca cuando al inhalar hondo una punzada paso por tu pecho, Ángela lo noto de inmediato.

– ¿Te duele demasiado? – Pregunto, a lo que tú negaste y ella lo acepto dudosa. – Camina un poco, despacio.

Te levantaste despacio de la camilla, sosteniéndote de las barandas, te sentías adormilada y las piernas apenas te seguían orden. Volviste a sentarte dándote por vencida, no podrías ni dar cinco pasos al frente.

– No puedo, apenas siento mis piernas – Confesaste abatida –; ¿Qué me ocurrió?

– Demasiado estrés en tu cuerpo – Respondió con calma Ángela. –. Colapsaste en la sala luego de haber discutido. Estabas tan ciega que te negaste a dejar que te ayudáramos y Jack termino noqueándote.

– ¿Me noqueo? – Frunciste el ceño.

– Tú se lo pediste, de hecho – Aclaro viendo tu expresión confundida. –; No recuerdas nada, ¿verdad?

Negaste con lentitud y Ángela se retiró por unos minutos dejándote sola, luego volvió con una silla de ruedas a la que miraste con mala cara por segundos.

– Quisiera quedarme aquí por unos minutos más, Ángela – Pediste volviendo a pasar la sabana sobre tus piernas, la rubia asintió y dejo la silla a un lado de la cama. – ¿Cuándo dormí?

– Una semana y media – Abriste los ojos descolocada, ¿una semana? Frunciste el ceño y luego te expresión cambio a una más confusa.

– ¿Yo... me perdí la cena de navidad? – Restregaste tu rostro cuando confirmo tu duda. Por supuesto que querías ir a esa cena, Lena y Reinhardt habían estado planeándola durante mucho tiempo y te habían contagiado la ilusión. ¡Por eso incluso habías accedido acompañar a Lena para comprar las cosas! – ¡Demonios!

– Cálmate –Te dio una sonrisa pequeña. – Has despertado en día de año nuevo, ¡Podrás acompañarnos! Pero primero debo hacerte varias revisiones antes, por supuesto.

– Adelante.

Ángela te dio una última sonrisa antes de que te ordenara quitarte la camisa, lo cual hiciste dejando que revisara tu pecho; solo ahí notaste una ligera mancha en el centro de este. Como un golpe.

– Casi sufres un ataque cardiaco. – Dijo anotando algunas cosas en un papel, manteniendo una expresión triste ahora. – Estrés también fue el causante de eso, (Tn). Debes cuidar mejor tu salud.

– ¿Cómo puedo evitar el estrés sí no me dejan hacer nada? – Preguntaste de vuelta, bajando un poco la voz y respirando hondo con un poco de dificultad – Hago ejercicio para evitar precisamente los sangrados.

Sujeto 2 8 9| Overwatch Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora