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– Ve por allá. – Señalaste el lado contrario del callejón, ordenándole al castaño que ingresara por otro lugar.

Aun te costaba creerlo, pero lo que fuera que Jesse te hubiera obligado a beber fue el detonante para que tu cuerpo volviera a la normalidad. Exceptuando a los sangrados, de eso se encargaron las pastillas que recibiste en la mañana gracias a Winston, quien por supuesto no dudo en llamarte para regañarte por haber cometido tal imprudencia en tu delicado estado. Esa misma semana pudiste retomar tu alimentación normal e incluso volver con los entrenamientos físicos para después de una semana más poder salir finalmente a buscar información por tu cuenta mientras que Jesse seguía con lo que el informante le proporcionaba. No te molestaste en preguntarle mucho más al respecto sobre ese sujeto, confiabas lo suficiente en él como para saber que no cometería alguna estupidez que los pusiera en peligro a ambos.

Aunque después de todo ese informante era quien les había dicho la ubicación de uno de los almacenes de la banda local. En el cual estaban por adentrarse. La fachada externa no parecía la gran cosa, solo un edificio de dos pisos algo viejo. Cualquier otro pensaría que no habría nada que sospechar que un lugar como ese sería un almacén de armas extremadamente peligrosas. Cuando pudiste ver la ventana del edificio abierta estiraste tus brazos y te impulsaste hacia arriba para entrar por ella, caíste de cuclillas al suelo mirando al alrededor para asegurarte de que no hubiera nadie ahí. E irónicamente fue así, no había nadie, ni siquiera un solo guardia. ¿Se habrían equivocado de edificio? No, no podían estarlo. Con el arma en mano comenzaste a moverte por la habitación, luego entraste a otra que estaba llena de contenedores que al abrirlos comprobaste que eran las armas. Pero había algo que te inquietaba.

– Jesse, ¿Te has cruzado con alguien ya? – Preguntaste, una vez que apretaste el botón del comunicador abrochado a tu cuello. Se escuchó estática antes de que el castaño respondiera.

– Estaba por hacerte esa pregunta, aquí no hay nadie, solo contenedores llenos de armas. – Escuchaste como revolvía cosas y diste un salto al oírlo maldecir. – Retiro lo dicho.

– ¿Encontraste a alguien?

– A todos en realidad – Hizo una pausa. –. Están inconscientes y atados a las vigas de soporte detrás de un contenedor enorme. Son nudos muy buenos y difíciles (Tn); ¿Quién sería capaz de infiltrarse en este lugar? Aparte de nosotros, claro.

– ¿En serio preguntas eso? – Respondiste con ironía. – Tú mismo lo dijiste, alguien ha estado saboteando sus operaciones y ahora el almacén. Y ese es el Soldado – Comentaste mientras revisabas otras cajas más, las cuales eran de un modelo parecido al rifle que había sido robado de un museo de Overwatch; y como esperabas faltaban municiones del arma. Eso solo comprobó tu teoría de que ya habría pasado por aquí y fuera el responsable de inmovilizar a la banda criminal. – Envía un mensaje a Winston para que avisen a los equipos autorizados.

Oíste al castaño aceptar sin más cortando la comunicación entre ustedes. Desde que habían comenzado a desmantelar las bandas que compraban las armas de Talon, independientemente del país, Winston había estado advirtiendo anónimamente a los líderes mundiales de las amenazas de Talon. Manteniéndolos alertas y haciéndoles llegar la noticia de cada vez que desmantelaban un almacén de armamento. Y por supuesto que ustedes o cualquier agente reactivado de Overwatch se retiraban del lugar antes de que dichas autoridades se hicieran presentes en cuestión de horas.

Giraste tu cabeza al escuchar un ruido proveniente del exterior del edificio, te asomaste con cuidado por la ventana notando una sombra robusta alejarse rápidamente del lugar. De pronto la pintura fluorescente se dejó ver en su cuerpo cuando paso por un lugar lo suficientemente oscuro; delatando que pertenecía a la banda de Los Muertos. Echaste a correr tras él sin dudarlo, presionando en el trayecto el botón en la gargantilla de tu cuello que hacía de comunicador.

– ¡Jesse, voy tras uno que se ha escapado! – Informaste yendo tras el sujeto que ya iba con dos cuadras de ventaja.

– Cuidado. Trata de no llamar la atención, (Tn) – Aconsejo el castaño por el auricular. –. Esta banda tiene muchos escondites, fácilmente podrían hacerte una jugarreta.

– No lo perderé.

Cortaste la comunicación apresurando el paso y cruzando a la izquierda, por donde habría ido el sujeto. Salteaste un contenedor caído a medio camino y te detuviste al notar que era una calle ciega. Observaste la oportuna aparición de una escalera vieja y no dudaste en subir a los tejados, dando con el sujeto, quien de manera errada andaba por los techos ralentizando su huida y dándote la ventaja, ya que se te hacia fácil caminar entre estos. No siquiera sabías el porqué. Echaste tu arma al hombros y cuidaste de no falsear acercándote rápido al sujeto, a quien no dudaste de tomar de la ropa justo antes de que saltara a otro edificio y lanzarlo hacia atrás, haciéndolo caer de bruces. Pateaste su mano cuando la movió para tomar seguramente el arma que estaba sujeta a su pantorrilla.

¿Quién ataco la bodega? – Preguntaste en tono demandante esforzándote por intentar atinar a un español lo suficientemente claro, captando su atención mientras se acuclillabas para inmovilizar sus brazos y jalonearlo con brusquedad – ¿Fue el soldado? ¡Responde!

¡Aagh! Maldición, ¡Sí, fue él! – Respondió entre jadeos forcejeos por intentar liberarse sin mucho éxito de ti. Sonreíste al oír eso; por supuesto que era él. – Nos atacó a todos uno por uno. Mierda, suficiente teníamos con el otro tipo...

– ¿El otro? – Tu sonrisa se desvaneció dejando a su paso un rostro fruncido por completo. No sabías de la existencia de otro sujeto que estuviera interponiéndose en su camino. Notaste el miedo puro en el rostro del criminal. – ¿Quién es el otro?

Es un demonio, mis compañeros decían que los atacaba sin piedad. – Relajaste por un momento el agarre de tus manos en su ropa. Dejándolo respirar lo suficiente. jaloneaste nuevamente su cuerpo para que continuara hablando. – Yo solo logre verlo una vez... y era como una sombra, casi un fantasma. Vestía completamente de negro y utilizaba una máscara blanca.

– Reaper. – Pronunciaste su nombre atónita. Reaper estaba aquí, entre las calles de Nuevo México.

Golpeaste con fuerza la cien del sujeto dejándolo inconsciente y esposaste sus muñecas con una de las tiras de plástico sujetas al pantalón. Arrastraste su cuerpo hasta hacerlo caer de manera segura a un contenedor abierta y lo sujetaste a un poste. Te sentías inquieta, alterada. El hecho de que Reaper se encontrara cerca llegaba a inquietarte demasiado y comprobaba que iba a por ti, podría matar a cualquier que estuviera en su camino y con eso te referías a Jesse. Temías por su seguridad ahora.

Diste un salto cuando una explosión se escuchó retumbar por todo el lugar, te giraste para alcanzar a ver como una nube negra se alzaba entre los edificios. Abriste tus ojos con miedo al ver que había sucedido cerca del lugar en donde estaba el almacén, donde estaba Jesse. No dudaste en correr hacia el lugar, haciendo caso omiso a las personas que empezaban a salir de sus hogares, asustadas ante tal explosión y que te observaban a medida que pasabas por ellos corriendo desesperaba. Ni siquiera eso te importo, te importaba poco que te vieran con tu antiguo uniforme de Blackwatch o con un arma larga colgando de tu hombro. Entre toda la multitud que dejabas atrás una mujer junto con su hija te reconoció, la mujer de la panadería, aquella que con tanto gusto te había contado todo lo que tú pedías.

Detuviste de a poco tu paso mientras se acercabas al edificio que fue un almacén, estando ahora en llamas de arriba abajo, con las ventanas reventadas.

– J-Jesse... ¡Jesse! – Gritaste desesperada acercándote a los escombros ardientes, no te importo ni sentiste el metal caliente quemando la tela de tus guantes seguido de la piel de tus palmas. – Por favor, por favor... ¡JESSE! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!

Entraste en llanto ahogado mientras los ciudadanos en la escena te halaban de los brazos para alejarte de la zona de peligro, siendo presentes de como ahora tus manos sangraban mientras tú solo dabas alaridos para que se detuvieran y dejaran que siguieras buscando. Cuando finalmente dieron con su cometido hicieron que te sentaras en el suelo de rodillas, levantaste la mirada cuando uno de ellos te extendió algo. Maldijiste por lo alto al detallar lo que te extendía reconociste el sombrero del castaño, aquel que no solía quitarse nunca. Lo estrujaste con fuerza en tu pecho derramando lágrimas y llanto, siendo observada por los residentes quienes no hacían más que mirarte con pena mientras el edificio seguía consumiéndose por el fuego.

Sujeto 2 8 9| Overwatch Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora