18

987 94 13
                                    


Morrison te había recomendado estar fuera de las misiones por un tiempo, para aclarar ideas y relajarse, aunque te hubieras negado a tomar esas vacaciones no te hizo mucho caso y aviso a Gabriel para que estuviera al tanto. Ese tampoco se opuso y le dio la razón. Desde el último inconveniente los agentes se interesaban más en tus pensamientos ahora que sabían que era lo que normalmente te molestaba. Fueron días tranquilos hasta que una rebelión de Ómnicos se produjo en una zona de Inglaterra, por supuesto que no te dejaron ir. Y para asegurarse de que no salieras como la última vez el mismísimo Morrison hizo que te quedaras en su oficina donde no te perdería de vista. Indirectamente te tenían bajo vigilancia como un bebé. Y sin mencionar el largo sermón que te había dado sobre seguir las ordenes de superiores.

Cuando finalmente pudiste salir de la habitación no evitaste dar un largo suspiro y estirar tu espalda hacia atrás hasta el punto en el que tu cabeza tocaría el suelo. Estabas agotada y fatigada por la charla interminable de Morrison.

– ¡Sorprendente! – dejaste de estirar tu espalda cuando oíste la voz del vaquero cerca. Volviste a erguiste y lo divisaste estando parado a la vuelta de la esquina del pasillo.

– Jesse. Pensé que estabas en una misión o algo. – comentaste desganada una vez que llegaste hasta donde estaba.

– No. Gabriel no ha informado nada de alguna misión, por el momento. – respondió con una sonrisa, pasando un brazo por tus hombros y haciendo que empezaron a caminar hacia alguna parte. – ¿Qué tal tus vacaciones?

– No diría que muy bien. Cada vez que hay una misión Morrison me da un sermón sobre seguir órdenes. – te quejaste rodando los ojos, lo cual le produjo una sonrisa al castaño. – Pero del resto son buenas.

Seguiste hablando con Jesse hasta que la imagen de Gabriel corriendo con un cuerpo sobre su hombro los detuvo seguido por enfermeros que pasaron corriendo por sus narices, entre ellos estaba Ángela, pudiste reconocer el rostro de Gérard.

No conocías mucho del hecho de que Talon quisiera la cabeza de Gérard en bandeja, ¿Pero secuestrar a su esposa? Eso era otro paso según tu criterio, más sabias que Talon no respetaría la moral cuando se trataba de cumplir algo. Deseabas al igual que los demás que nada le ocurriera a Amélie, no la conocías en persona pero la forma en la que Gérard de la había comentado antes sabías que le importaba muchísimo. Cuando secuestraron a su esposa aquel día él recibió daño más pudo escapar y llamar por ayuda, por eso Gabriel lo había traído corriendo a la base. Ya estaba recuperado por mano de Ángela.



Subiste tu cabeza cuando escuchaste lo que acababan de decir.

– ¿Roma? – preguntaste un tanto descolocada, mirando a Gérard. – ¿Es seguro para usted?

– Lo es – afirmo –, cuando partamos hacía allá todavía lo estarán equipando pero será suficiente por ahora.

– Está bien. – asentiste una vez que dio por terminada la reunión entre los agentes de BlackWatch.

Gérard y Gabriel habían informado que se instalaría una sede en roma para ampliar las operaciones y tener más oportunidades contra Talon. Admirabas un poco la manera en la que estaba conviviendo con la ausencia de su esposa, al parecer confiaba mucho en que Overwatch haría todo para hacerla regresar. Tú tampoco dudabas de ellos.

Con el dispositivo en mano seguiste escuchando los audios que Gérard te había entregado, era lo que habías estado haciendo durante tu tiempo fuera de las misiones, procurabas no estar tanto tiempo recordando la voz en la sala de tortura para que no volviera a afectarte tanto a medida que comparabas voces. Gérard se enteró de lo sucedido en la sala de conferencias a raíz del video que habían enviado, por lo que te dijo que Overwatch era una familia, no solo un grupo de sujetos con habilidades, recordándote las palabras que habías escuchado de Morrison; Ahora estas en Overwatch (Tn), realmente era un buen tipo, entendías porque Gabriel lo estimaba tanto.

Seguiste escuchando y leyendo archivos sobre agentes conocidos de Talon cuando llegaste a uno que te hizo erizar la piel de inmediato, trayendo recuerdos y la respuesta a lo que te habías propuesto antes. Escuchaste una vez más para estar segura de que no estabas equivocada ante la idea de que es sobre esfuerzo por seguir despierta a tales de las noches te estuviera afectando. Definitivamente era el sujeto. El que daba órdenes dentro y durante las sesiones de tortura.

Abriste la puerta de la oficina de Gérard sin importarte que estuviera haciendo, un poco agitada debido al esfuerzo que habías hecho al correr desde el otro extremo del edificio hasta ahí en tan poco tiempo. Encontraste a Gabriel y a Gérard hablando entre sí pero se detuvieron por tu entrada repentina e imagen agobiada.

– ¿Sucedió algo? – pregunto Gabriel, acercándose a ti a lo que negaste lentamente enseñando el archivo en la pantalla de la tableta.

– Encontré al sujeto.



Te sentías impaciente. Demasiado. Luego de corroborar que era el sujeto Gérard había sido informado de que debía ir a Roma para resolver un asunto con las instalaciones de la sede. Más prometió conseguir más información para cuando les tocara ir. Esa era la razón de tu estado. Querías ponerle las manos encima al sujeto y romper cada hueso de su cuerpo, hasta el más pequeño.

Pasaste una de tus piernas entre de las de Jesse haciendo que cayera al suelo.

– No es un entrenamiento si no pones de tu parte Jesse. – reprochaste, viéndolo desde arriba. Comenzabas a arrepentirte de haberle pedido ese favor, aunque también le habías rogado durante un buen tiempo.

– ¡Ya lo he dicho, no soy de combates cuerpo a cuerpo! – exclamo levantándose claramente molesto, era la quinta vez que lo derribabas. – Soy de armas.

– Oh claro, ¿Y que harás cuando se te acaben las balas de revolver? ¿Quedarte en el suelo?

– Te aseguro que jamás me he quedado sin balas porque no las desperdicio. Donde pongo el ojo...

– Pones la bala. Sí, sí, sí. – terminaste rodando los ojos.

– Eso fue muy grosero señorita.

– Ay, ¿herí tus sentimientos? Ya, solo mueve y ponte en guarda, otra vez.

– ¿Por qué no le pides a Gabe que entrene contigo? – negaste rápidamente encestando un golpe que a duras penas pudo bloquear con su brazo.

– Para nada. Yo jamás podría pedirle eso.

– ¿Por qué no? Gabe es un sujeto muy agradable cuando lo conoces... a fondo. Claro. – lo observaste al castaño por un momento notando la duda en sus palabras. – Oh mira, él está aquí.

– Espera, ¿Qué? – diste un salto cuando una mano se colocó de manera rápida en tu hombro.

– ¿No podrías pedirme qué? – reprochaste silenciosamente el hecho de que no hubieras escuchado llegar a Gabriel.

– (Tn) quiere entrenar, pero como yo tengo cosas que hacer le propuse que te lo pidiera a ti, pero le da pena.

– ¡Jesse! – intentaste golpearlo por haber dicho todo pero este se escabullo de manera veloz, empezando a dar marcha hacia la salida. – Al menos hubieras sido así de rápido durante el entrenamiento, ¡traidor!

– ¡Por nada, a la orden! – mostro una sonrisa de lado antes de desaparecer por la puerta.

– A veces quiero matarlo.

– Te acostumbras luego de varios años. – escuchaste una risa de Gabriel que te rebajó la tensión un poco. – Bien. – golpeó ligeramente tu pantorrilla por encima de las botas, haciendo que tambalearas. Lo observaste confundida por su acción. - Tobillos separados, te lo contrario te venceré en cinco segundos.

Sujeto 2 8 9| Overwatch Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora