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Nariz congestionada y roja, ojos llorosos, piel más pálida de lo normal, ojeras más visibles, dolor de cabeza, estoy echa un desastre gracias al resfriado que tengo y el suéter que tengo más la chaqueta y el gorrito no me ayudan mucho, aún siento frío y eso de andar con pañuelos me desespera y estar así me pone de mal genio.

Mi día no va de lo mejor y que ahora esté aquí sentada enfrente del psicólogo del colegio no me ayuda, no entiendo ni que hago aquí en vez de estar comiendo algo o posiblemente moviendo la comida ya que carezco de apetito ahora.

—¿Qué hago aquí? —Pregunto con voz ronca mirando al señor enfrente de mi, no a de tener más de 35 años, algunas mueren por él mientras que yo no le encuentro el atractivo, pero cada quien con su gusto.

—Quiero que tú me lo digas. —Responde lo que provoca que frunza el ceño molesta por su estúpida respuesta.

Él me mira, analizandome con sus verdosos ojos a través de sus gafas, como me desespera esto.

—Usted fue él que me llamó, usted dígame. —Me cruzo de brazos y me recuesto en el sofá de su oficina, mi cuerpo se siente demasiado débil y cansado.

Ojalá no hubiera venido pero tenía examen y entrega de trabajo final, por suerte solo quedan tres días, tres días y ya seré libre de este infierno y todos estos estúpidos, aunque falta el baile de graduación e invierno, el cuál tendrá una sorpresita.

Tal vez mojarme con la lluvia en una madrugada tan fría y además que el clima últimamente esté tan frío y lluvioso por la llegada del invierno no es bueno, por lo menos ahora la debilidad que sentía en mi cuerpo antes tiene una explicación.

—Quiero saber como te sientes, ignorando tu resfriado, has tenido un año difícil. —Y no tiene una idea de cuanto.

—Yo estoy bien, además faltan tres días y luego no lo volveré a ver, no entiendo su ayuda a estas alturas pero da igual, tenga feliz día, adiós. —Digo y me voy a levantar pero él me detiene.

—No te puedes ir, necesito hacerte un cuestionario. —Habla, suelto un bufido y me vuelvo a sentar mirándolo con mal humor. —El director lo manda. —Aclara como para que deje de mirarlo como si quisiera matarlo. Asiento y él saca de su escritorio una hoja, me la entrega junto con un lapicero.

Miro lo que me ha dado y me encuentro con que hay otras tres hojas grapadas, lo miro con el ceño fruncido obteniendo un encogimiento de hombros de su parte, suelto un bufido y empiezo con el cuestionario que ha de tener unas 30 preguntas entre selección múltiple y pregunta abierta, observaciones y así.

—Que preguntas tan estúpidas. —Susurro aunque se que me a escuchado ya que se a reído levemente.

Termino de responder esas hojas luego de más o menos una hora y se las entrego pero él no me deja ir.

—Con tus palabras, ¿qué tal tus años aquí? —Pregunta mirándome fijamente, niego con una sonrisa sarcástica. —¿Qué te causa risa?

—Pues, en primera, que tuve que responder un cuestionario bastante bobo a mi parecer y en segunda, que hasta hace apenas un día supe que usted existía. —Respondo cruzándome de brazos y sosteniendo su mirada. —En cuanto a mis años aquí, una mierda, chicos que se creen superiores haciéndole bullying a otros, falta de información importante, división entre todos, pocas salidas, si saben que tener tanto tiempo a alguien en un aula aburre, cierto? Si quieren enseñar algo de naturaleza o un museo, pues hagan la clase en uno de esos lugares, maestros que son más tareas que clase, poca dinámica en clase, un mal profesor de francés, no aprendí nada con él, un psicólogo del que nunca supe nada. —Lo miro y tiene el ceño fruncido. —Y necesitan clases de educación sexual, pero que en serio sean buenas.

Bad Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora