18. Sesiones de Tortura

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Estaba yo sola con nada más que mis propios pensamientos que se sumergían en encontrar una manera de salir y nunca volver, de alejarme, de escapar, de esconderme, de morir, lo que fuese con tal de ser libre y de ya no volver jamás a este lúgubre lugar del infierno que me mantenía totalmente absorta en la oscuridad, la crueldad y en el miedo que creía que jamás volvería a experimentar.

Empecé a ver borroso, estaba totalmente sola.

De repente entre la nubla, la desesperación y toda la agonía logré divisar una figura alta y masculina que se me acercaba lentamente. Me exalté un poco pero después logré verlo con más claridad al acercarse: caminaba derecho, propio, como era él, con aquel aire caballeroso y distinguido de época; vestía un traje con los colores azul, rojo y blanco que en el pecho tenía dibujada una estrella; traía un escudo detrás de los mismos colores pero no usaba el casco que comúnmente lo cubría, lo cual me permitió apreciar su cabello rubio y su rostro de Adonis aún mejor; yo sabía que no necesitaba de ese traje para ser un héroe, de una manera u otra él era y siempre sería un héroe.

Llegó a mí y me miró fijamente a los ojos, acarició mi mejilla con ternura y después sostuvo una de mis manos que aún estaban aprisionadas; saber que estaba él aquí conmigo me brindó tranquilidad, creía que encontraría angustia en su rostro pero en vez de eso me encontré con esa sonrisa tan suya.

—Tengo miedo.

—Todo estará bien. Amelia, mi Amelia, aquí estoy, mi amor—murmuró para después besar mi mano.

Deseé tocar su rostro pero seguía aferrada y no podía moverme, quería tocarlo, sentir su suave piel y recorrerla con mis dedos lentamente para poder apreciarlo aún más, quería abrazar su cuello para hacer que se acercara a mí y se atreviera a besarme de nuevo porque sabía que él no se atrevería por sí solo.

Acarició mi mejilla una vez más y con esa su común inseguridad e inocencia se acercó poco a poco a mis labios, quedó a pocos milímetros de distancia por lo que pude percibir su hipnotizante aliento.

—Te quiero.

Rozó mis labios con los suyos pero antes de que pudiera besarme se le borró la sonrisa dándome una expresión llena de angustia, se paró poniéndose totalmente erguido y comenzó a caminar de reversa alejándose cada vez más de mí pero sin dejar de mirarme gesticulando "lo siento" y después murmurando algo que no pude distinguir muy bien.

—No. ¡¿A dónde vas?! ¡No me dejes sola! ¡No te vayas! —le supliqué gritando con desesperación, sin embargo mientras se alejaba comencé a ver aún más borroso sintiendo aquel dolor que recorrió todo mi cuerpo.

Ahí me di cuenta de que verlo a él no fue más que una ilusión, un truco que estaba en mi mente, un delirio y escape de mi vil y actual realidad.

Sentí de nuevo el dolor insoportable de la descarga que mi cuerpo estaba recibiendo.

Grité de nuevo escuchando la risa de los mal nacidos que me estaban haciendo esto.

El dolor físico terminó, pero el psicólogico y el dolor en mi pecho no se iban.

No quería abrir los ojos, no quería ver a Strucker y a Case.

Las lágrimas recorrieron mi rostro y escuché la puerta cerrarse, supe que por fin estaba sola por lo que me permití abrir los ojos y encontrarme con el techo y una sola imagen en mi mente.

Cuanto desearía que no hubiera sido solo una simple ilusión... lo quería cerca de mí, solo me era suficiente escuchar su voz, o ver su rostro, escuchar su risa inocente, sentir sus brazos y su roces nerviosos, oler su perfume, escucharlo murmurar mi nombre... Cuanto desearía ver esos ojos azules de nuevo aunque no me expresasen el mismo amor que yo le tenía.

Steve, mi Steve... ¿Qué estarás haciendo ahora? ¿Estarás pensando en mí? ¿Estarás preocupado por mí? Cuánto quisiera estar contigo ahora y ver tus ojos que me dan la calma y la paz absoluta que tanto necesito ahora mismo, tus ojos que dispersan todo mi dolor y miedo, el dolor y el miedo que ahora siento más intensos.

Perdí el sueño y jamás me había sentido tan agotada como ahora por la tortura que acababa de sufrir.

Y en realidad, pensar en Steve y en mi tío Tony me sostuvo. Pensé en Pepper, en Nat, en Clint, en Pietro, inclusive en Wanda y Vis... y por ellos quise sostenerme, por ellos que no se habían dejado vencer nunca, me pregunté si yo podría soportar y no dejarme vencer por HYDRA, me pregunté si tenía la fuerza.

[...]

Primera Actividad de la Sesión de Tortura de mi... supongo... primera mañana de regreso en HYDRA: la visita de Alistair y mis gritos desesperados para que me dejara en paz.

Segunda actividad: ver al vacío sintiéndome como un cero y sin razón ni propósito.

Tercera actividad: pensar en mi tío, en Steve y en todas las personas que significaban algo en mi vida.

Cuarta Actividad: lamentarme por todos mis errores y estupideces, por no escuchar a mi tío y por haber actuado horrible con él mis últimos días en SHIELD, sobre todo lamentarme por no abrazarle, agradecerle ni decirle un "te quiero" porque no sabía que tal vez sería la última vez que lo vería.

Quinta Actividad: pensar que soy una completa idiota por hacer un listado innecesario de "mis actividades".

Sexta Actividad: volver al maldito listado.

Séptima Actividad: llorar como estúpida dándole a Alistair la maldita satisfacción de verme vulnerable.

Octava Actividad: ver a Strucker y Case poniéndome de nuevo los malditos cables y provocarme electrochoques que me dejaron bastante débil tanto que no pude casi ver más que alucinaciones; ya no distinguía lo que era real o no pero de pronto sentí, que me liberaban.

Novena Actividad: fui llevada a una cabina en la que apenas cabía pero estaba tan débil que no podía defenderme, oponerme, forcejear o huir, en esta cabina empecé a sentir piquetes por todo el cuerpo y me di cuenta de que estaba volviendo a lo mismo de hace 5 años, pero esta vez era más insoportable y de pronto me vino el pensamiento de que moriría mientras escuché a Strucker decir que el proceso se completaría mañana pero estaba tan agotada y adolorida que no me importó investigar a qué se refiería el hijo de puta.

Décima Actividad: aún encerrada senrí que un brote intenso de poder en mi interior se enciendía a pesar de mi dolor, esto me duró poco tiempo antes de que abrieran la cabina y yo cayese desmayada.

Undécima Actividad: estaba atrapada de nuevo.

Todas estas actividades conllevaban a lo mismo: sufrimiento, agonía, dolor y desesperación; pensamientos depresivos que hasta a mí me fastidiaban, creí que las sesiones de tortura hace 5 años eran insoportables pero la verdad me equivocaba porque éstas, éstas sesiones de tortura eran muchísimo peores.

My Infinity [•Steve Rogers•] ●Resubida●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora