42. Desesperación

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Llevé mi cabeza para atrás una y otra vez golpeándola contra la pared; cada golpe lo daba más fuerte con la esperanza de que el dolor físico fuera más grande, pero no se comparaba con el dolor en mi alma.

Necesitaba a mamá.

Quería al tío Tony......... los quería, los necesitaba a todos y añoraba más que nadie a mi chico de Brooklyn.

Pero debía ser realista... ahora todos y cada uno de ellos me odiaban.

Me detuve observando lo que tenía ante mí... podría romper la madera que cubría la ventana y podría huir pero ya no le hallaba sentido, ya no me quedaba nada.

Patética, tonta, idiota...

Fui gateando hasta llegar al oso de peluche pero antes de tomarlo abrieron la puerta. Llegué hasta el rincón de la habitación y me asomé por una de las patas de la cama para ver quién era.

Pensé que sería Alistair pero no era él, era Roger Brokeridge que sonreía triunfante.

—Al fin tienes lo que te mereces, zorra—rió.

— ¿Vas a matarme? —pregunté con los ojos llorosos.

—Antes quiero divertirme un poco—ahora soltó risas desquiciadas y cortas mientras iba acercándose—. Lamento no ser tu príncipe azul pero resulta que hace meses alguien me jodió la cara... ahora ese alguien va a pagar—cantó cínico.

Sentí como mi respiración comenzó a cortarse, como se comprimía mi pecho por la ansiedad.

Cerré los ojos, no lo quería ver pero sentía su aliento golpeando contra mi rostro y sus manos lentamente subiendo por mi cuello.

— ¡¡Abre los ojos, jodida zorra cobarde!! ¡MIRA LO QUE ME HICISTE! ¡¡¡ABRE LOS MALDITOS OJOS!!! —gritó dándome una bofetada.

Me atreví a abrir los ojos y entonces observé su enorme cicatriz de cerca. La tuve frente a mí durante meses y sin embargo jamás la había visto con tanto horror como ahora; reflejaba todo su sadismo, toda su horrible personalidad y horrorosa alma.

Pegué mi rostro a la pared mientras soltaba un sollozo y me decidí a no ser lo que dijo: una cobarde.

Le di una patada en la entrepierna con toda la fuerza que tenía. Por suerte, impactó y se golpeó en la pared que quedaba al frente.

Me tiré en el suelo boca arriba intentando tomar un poco de aire pero este estúpido traje no me ayudaba.

Brokeridge se reincorporó y me miró dándome a entender lo que haría a continuación.

— ¡Pagarás por todo lo que me has hecho, maldita! —gritó tan fuerte que no dudaba que lo pudieran escuchar a kilómetros de distancia.

No sabía si quería morir o vivir, solo quería que esto terminara de una buena vez.

Brokeridge no apartó su vista de mí mientras calentaba su mano. Sabía que iba a disfrutar su venganza y por eso se tomaba su tiempo. Lo único que podía escuchar era mi respiración y los latidos de mi corazón que se aceleraron por la angustia.

Estuvo a punto de hacerlo, de terminar conmigo pero se detuvo al escuchar disparos afuera de la casa acompañados de gritos furiosos de hombres hablando en, me pareció, alemán.

Entonces la madera en la ventana se partió tan ruidosamente que llamó tanto la atención de Roger como la mía.

Divisé un metal circular que portaba los colores azul, rojo y platinado y detrás de este estaba él.

Empezaba a dudar que los milagros existían y volví a preguntarme si no estaba delirando pero al verlo enderezarse y mirarme con esos, sus ojos, confirmé que los milagros aún existían.

My Infinity [•Steve Rogers•] ●Resubida●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora