El comienzo de una nueva era

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Horas después, cuando ya había anochecido, la ciudad parecía poblada por miles de luciérnagas, ya que todos los ciudadanos de Tebas se dirigían, formando silenciosas procesiones presididas por teas, al palacio del faraón para intentar ver, al nuevo señor que dirigiría sus destinos.

En el palacio, que se encontraba en las orillas del Nilo, separado del vulgo por gruesos muros de adobe, protegidos por inmensos baluartes, todo esta preparado para la gran ceremonia.

-¡Lo que es la muerte! dijo el nuevo faraón a su viejo tutor Rahotep mientras contemplaba la masa blancuzca que los embalsamadores entregaban a la familia real- De esa gran señora de los dos Egiptos que tanto odio acumuló en su corazón durante toda su vida, sólo queda la envoltura hueca de un cuerpo deseoso de alcanzar la eternidad. Hatsepsut era solo una momia.

- Cierto mi señor, pero debe recordar que bajo esa piel acartonada que se esconde bajo las vendas con aceites perfumados,, también está el Ka que espera con impaciencia su traslado a ltemplo para enfrentarse al juicio divino...

- Si, tienes razón, pero ahora soy yo el nuevo faraón y dentro de poco tiempo su recuerdo será borrado, ya que yo Tutmés III, faraón de los dos Egiptos, como hijo de Amón, borraré su imagen de los templos, destruiré sus estatuas y maldeciré su alma.

-Señor.....

- ¿Te escandalizas de mis palabras Rahotep? No deberías...., precisamente tú, que también estás al corriente de todo lo sucedido en palacio durante estos años y que tan bien conoces su historia. Deberías estar de acuerdo conmigo en que nadie, ni los sacerdotes, ni loso futuros faraones, ni los dioses perdonarán jamás a esa ambiciosa mujer...

-Hijo, debes olvidar tu rencor.

- ¿Y olvidarme del desprecio que le tuvo a mi padre y a mi madre?- gritó Tutmés mientras se volvía a sus tutor con el rostro desencajado por el dolor que le producían los recuerdos.- No Rahotep, yo no olvido la humillación que le hizo sentir a mi padres delante de  delegaciones extranjeras asumiendo ella el título de faraón, incluso días antes de que éste muriera. No, no me pidas que olvide...

En ese momento aparecieron en la gran sala de palacio el Alto Clero de Amón, dios protector de la ciudad de Tebas y cuidadores del templo de dicho dios, convertido tiempo atrás en templo de la familia de la dinastía a quienes correspondía confirmar la divinidad del soberano, lo que legitimaba su presencia en el trono de Horus.

- Majestad, todo está dispuesto. El pueblo ya se encuentra agolpado a las puertas del palacio. Debería salir ya al balcón de las fiestas y dejar que os den muestras de alegría ante tu presencia y dejar que  sus mortales ojos puedan contemplar tu divina presencia.

- De acuerdo, vamos a mostrarles lo que quieren- dijo Tutmés abriéndose paso majestuosamente ante los sacerdotes- ¡Seguidme!

En aquel mismo instante, las trompetas anunciaron que iba a dar  comienzo la ceremonia que simbolizaba la muerte y la vida, el pasado y el futuro....en definitiva, el inicio de una nueva etapa, la ocupada por el faraón Tutmes III. Las voces de la multitud congregada se volvió silencio, un silencio solo interrumpido cuando el Gran Sacerdote de Amón, levantando sus manos al cielo hizo sonar su voz grave,potente, como salida de ultratumba.

- Oh, Hijos de Amón, se os ha convocado a las puertas de palacio para que seáis testigos de la voluntad de los dioses. Todos sabéis que el faraón Hapsepsut nos ha abandonado, su espíritu ha huido de su cuerpo y ya vuela como un pájaro de cabeza humana sobre todo el valle, hacia el gran desierto de la muerte, donde nuestro dios Ra, hijo del Sol, alcanza cada día su ocaso. Debido a ello dentro de unos días, cuando la luna complete su ciclo dos veces, acompañaremos a su cuerpo al lugar donde se encuentra el alma. Todos iremos a las montañas del sol poniente donde el faraón Hapsepsut será instalada en su última morada junto a su padre, nuestro querido faraón Tutmes I. Pero eso será más adelante. Ahora fieles afortunados tendréis el honor de contemplar con vuestros impíos ojos la figura de vuestro nuevo amo y señor, del cual seréis testigos de su coronación.

En ese momento Tutmés III se deja ver majestuosamente por la multitud siendo aclamado al instante. Sólo vestía una hermosa túnica de lino blanco ya que sobre ella el Gran Sacerdote de Amón le colocaría los atributos propios de su rango durante la brillante ceremonia.

-¡ Va a ser coronado ahora mismo!-dijo Karomama sorprendida-

- Si, me alegro de ello, un país como Egipto no puede estar sin faraón- replicó Horemheb insistiendo en su idea.

-Menna ¿Que pasa?¿ha salido ya?

-Si, parece que el faraón ha salido pero no lo veo bien, está demasiado lejos, pero me parece que ya van a proceder a la coronación...¡ Calla, calla, que el Gran Sacerdote pide silencio!, decía mientras dada pequeños saltitos para intentar ver mejor.

-Silencio, pueblo de Egipto. Aquí teneis a vuestro señor, a vuestro dios, al que debeis obedecer y proteger con vuestra vida. Ahora yo, Gran Sacerdote del templo de Amón,  por gracia de este y siendo mi humilde cuerpo portador de tan altísima misión, procederé a coronarlo.

Entonces, justo al terminar de decir estas palabras, salieron del palacio cuatro sacerdotes con sus características cabezas totalmente rapadas y con unas túnicas de leopardo, portando en sus brazos los atributos que proclamarían al nuevo faraón , señor de todo Egipto.

-Yo, Gran Sacerdote del Templo de Amón, custodio del alma de esta dinastía, consejero del faraón, intérprete de los divinos auspicios, te nombro a tí, hijo y nieto de faraones, vida, salud y fuerza de todo el imperio, señor de los dos paises, majestad de todos los animales , personas y tierras de estos dominios e hijo divino del sagrado dios Amón-Ra, te nombro faraón del Alto y Bajo Egipto, entregándote para ello el Klaft, el Khepresh, como símbolo de tu poder militar y el Ureus como símbolo de tu poder sagrado.Con estas tres piezas que he colocado sobre tu cuerpo, queda constituido tu tocado faraónico.

Toma también, el pectoral que pertenecía a tu padre que a su vez lo heredó del suyo y así sucesivamente de generación en generación y que  fue regalado al fundador de esta dinastía por el mismo dios Amón.

Por último la barba postiza que es símbolo de justicia, para que seas un rey victorioso, bondadoso y justo con tus súbditos. ¡AHora ponte en pie y bendice a tu pueblo!

- Viva el gran faraón Tutmés III- gritó el Gran Sacerdote mientras un estrepitoso aplauso cubrió como un abrazo la ciudad.

Momentos después, el faraón desapareció del balcón de los festejos seguido por los sacerdotes y la luz que antes había iluminado el balcón dio pie y dejo paso a una solemne oscuridad, mientras muchos de los ciudadanos no podían creer todavía lo vivido esa noche.

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¿ Como te imaginas al faraón físicamente? ¿ Por qué no me lo cuentas? Besos😘😘😘😘

La Elegida de Amón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora