La esposa del faraón

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En el palacio del faraón se notaba una cierta inquietud, pues todos estaban pendientes de la fecha en la que Tutmés III tomaría por fin como esposa a Meritré, su hermanastra , uniéndose en un nuevo ser dos sangres divinas. Sin embargo, para desgracia de todos los cortesanos, el faraón no parecía demasiado interesado en ello, ya que sólo por ser hija de Hapsesup, la detestaba. Además, prefería rodearse de bellas concubinas que poblaban el harén real o de esas beldades que aparecían diariamente casi desnudas frente a él mientras desempeñan sus servicios.

-Ya tendré tiempo de cumplir con mis obligaciones de estado más adelante- dijo éste a su viejo tutor cuando insistía en la necesidad de esa boda- Ahora prefiero poner en orden todo lo referente a mis fronteras y luego ya tendré tiempo de pensar en lo demás.

-Pero mi señor, es imprescindible que pronto tenga un sucesor- repetían incansables sus consejeros.

-Lo sé, llevais mucho tiempo repitiendomelo, pero ¡ por Amón! Solo hace cinco días que me proclamaron faraón ante Amón en la ceremonia de iniciación..

- Pero como faraón ante el pueblo eso ya es mucho tiempo.

- Bien, bien, bien, pero ahora lo que tenemos que hacer es destruir todas las estatuas, relieves,etc, en las que aparezca Hapsesup tal y como le prometí a mi padre en su lecho de muerte. Así que dar las oportunas órdenes para que se lleve a cabo. No quiero ver nada que me recuerde a ella y menos a su hija.

-Pero majestad.... el pueblo...

- El pueblo querrá lo que yo quiera, oirá lo que yo oiga y verá lo que yo vea y por lo tanto estarán conformes con lo que ordene ¿algo más?

-Así se hará. Tus deseos son ordenes.

En el momento en que todos los consejeros salían de la estancia tan profusa y ricamente decorada, Ranotep, el viejo tutor del faraón, entraba agitado.

- Tutmés ¿ no será cierto lo que he escuchado?

- ¿A que te refieres concretamente?- dijo Tutmés, mientras se acercaba al balcon de donde podía admirar toda la majestuosidad del Nilo.

- ¿A mi no boda con la hija de Hapsesup?¿A eliminar su recuerdo de la faz de la tierra?

- Si a eso me refiero- dijo el viejo tutor mientras intentaba recuperar la respiración.

- No se por qué te sorprendes. Es algo que siempre he pensado desde mi más tierna infancia y lo sabes .

- Creí que eran cosas de chiquillos...nunca lo tomé en serio. ¡ Es una locura!

-Pues no opino lo mismo y has podido comprobar que no es así. Conmigo el titulo de faraón recobra su encarnación única. El pueblo deberá acostumbrarse de nuevo a ver una figura masculina en el trono y ahora  dejame descansar. Retírate.

- ¿Pensaba que íbamos a tratar el problema que ha surgido en las tierras bajas? -argumentó Ranotep, mientras le mostraba unos documentos.

- Ahora es tarde. Déjalo para mañana, pero como veo que te interesa mucho el asunto, revísalo tú y mañana me informas a primera hora. Buenas noches- señaló Tutmés mientras le daba una palmadita en la espalda.

- Buenas noches, mi señor.

Diciendo esto, el faraón se alejó de esa sala dirigiéndose hacia sus aposentos acompañado de toda una corte de personas y mientras todos se iban arrodillando a su paso, subitamente se volvió a su viejo tutor y le dijo:

-Rahotep, por cierto, dile al jefe del harén que me mande a mis aposentos a Gaia. Tengo ganas de divertirme esta noche.

En esos mismos instantes en la casa de Seneb reinaba ya la tranquilidad. Nofret acababa de acostar a sus hijos y Nasser se encontraba en casa del comerciante Horemheb ayudandolo a colocar las nuevas  mercancias que éste había recibido de Oriente, objetos todos muy apreciado por los habitantes ricos de Tebas, por lo cual solo Karomama, Nofret y Menna se encontraban esa noche sentados junto al fuego.

La Elegida de Amón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora