Lori había caído a un lago cuando había aparecido en su nuevo destino con tan mala suerte que termino cayendo en la zona más profunda de este. Por fortuna él si sabía nadar, así que se apuro en ir hacia la orilla y buscar al niño. Él solo tenia cinco minutos para darle el anillo antes de volver a irse a otro lugar desconocido por lo que se esforzó en nadar como si su vida dependiera de ello. Apenas llego a la orilla (empapado y con un poco de malhumor), lo primero que izo fue ir a buscar alguna señal de vida.
No tuvo que buscar mucho cuando llego a una zona cubiertas por poderosas y destructivas llamas rojas del atributo Tormenta. Sino supiera que esto se debía al estado de la persona que buscaba, él habría pensado que le habían mandado a una zona de guerra. Arboles, arbustos, rocas e incluso suelo estaban cubiertas por estas dañinas flamas escarlatas, diciéndole al rubio que el niño que buscaba ya había entrado en Discordia.
¿Tan rápido había evolucionado? Ese niño debía de estar sufriendo mucho. La Tormenta era la llama más cruel de las nueve en su estado discordante y alocado, y aunque eran muy peligrosas para quienes los rodean, los más afectados siempre son los usuarios.
Se estaba desesperando cuando escucho un potente grito junto con una gran explosión y luego sollozos; aquello asusto un montón al rubio, el joven debía estar sufriendo un montón en esos momentos. Corrió desesperada mente hacía el origen de los gritos, encontrándose con un niño de ondulado cabello castaño claro y de hermosos ojos verdes arrodillado sobre un charco de su propia sangre. Aquel chico tenia la mitad del rostro gravemente quemado y múltiples heridas y quemaduras por todo el cuerpo, todas causadas por sus salvajes llamas del tipo Tormenta, la más bestial de las nueve. Una explosión más de esas poderosas e incontrolables flama y el castaño morirá carbonizado.
Corrió hasta él y lo abrazo cubriéndole rápidamente con sus flamas importándole muy poco llenarse con la sangre del castaño, quien inesperadamente le devolvió el abrazo echándose a llorar en los gentiles y pequeños brazos de aquel extraño, dejándose consentir por aquellas cálidas llamas del tipo Cielo que buscaban aliviar aquel terrible dolor que le embargaba.
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Él se encontraba entrenando cuando sintió un calor abrazador en su cuerpo y luego un horrendo dolor que quemaba sus órganos y carne, especialmente en el lado derecho de su rostro. Dolía mucho, sentía como si se estuviera quemando en el mismísimo infierno.
Vomito sangre sintiendo como sus pulmones y órganos internos ardían. La Discordia había comenzado a afectar sus órganos, lo que solo sucedía cuando llegaba a la ultima etapa
Maldición.
Moriría en aquel bosque de aquella manera tan humillante, cuando encuentren su cuerpo lo más seguro es que este completamente carbonizado e irreconocible, incluso puede que solo queden cenizas. Él es un cazador de recompensas muy reconocido a los alrededores, y puede que hasta el más fuerte de España, no merecía una muerte tan poco... honorable. Buscando criminales o traidores por los cuales paguen una buena fortuna, atraparlos y entregarlo a las familias o al gobierno para ganarse un poco de dinero para su sustento. Una vida muy movida, corta, pero definitivamente no aburrida. A sus nueve años ya supero a muchos adultos en el uso de armas blanca y defensa personal, a los seis ya era un maestro manejando un cuchillo o cualquier otro tipo de arma cortante, podía darle a una mosca con una precisión casi impecable. Justamente él moriría de esa manera, ¿Por qué no se consiguió un Cielo cuando tuvo la oportunidad? ¿Por qué no se preparo cuando evitar la Discordia es tan fácil para él? Con solo chasquear los dedos ya tendría varios Cielos a sus pies rogando porque fuera su Tormenta. Ah, cierto, él odiaba la idea de tener que depender de alguien más.
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Armonía y Discordia.
FantasyEn un mundo en donde la posición social depende mucho de las llamas que poseas, un grupo formado por los genios del siglo intentan proteger al único Cielo que les permitió caminar a su lado, no detrás como un perro ni adelante como un amo, sino a su...