Capitulo 4: Nevada y Niebla.

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 Lori miro a su alrededor con curiosidad, ahora estaba en la sima de una enorme montaña nevada escuchando el susurro del fuerte y cruel viento gélido que arrastraba con él pequeños copos de nieve que caían sobre el suelo. Miro hacia los lados buscando alguna señal de vida a su alrededor, no le mandarían a un lugar en donde no hay nadie, ¿Cierto? A no ser que... no, el niño tenia que estar vivo y él tenia que dejar de ser tan pesimista. Entre cerro los ojos y se puso a buscar con más ímpetu ignorando la ventisca que dificultaba mucho su vista. Jadeo. Casi le da un infarto al ver a un niño tirado sobre el hielo boca abajo, su cabello blanco y ropa estaban cubiertas por una delgada capa de nieve. Corrió hacia él con el corazón en la boca intentado no resbalarse y caer, saltando de ves en cuando para no atorarse en la gruesa capa blanca del suelo.

- ¿¡Estas bien!? - le pregunto en un grito, con el fuerte viento apenas si se podía escuchar lo que gritaba. Se agacho a su lado y lo giro con delicadeza para que quedara boca arriba estremeciéndose ante lo frío que se sentía su piel, aquel joven tenia sus indiferentes ojos verdes abiertos y le miraban con el ceño ligeramente fruncido.

 Ese niño era un Nevada (uno muy poderoso si podía afectar así al clima porque esta tormenta no era normal, habían... flamas heladas en los copos de nieve que golpeaban la montaña y que podían sentirse si prestabas mucha atención) y estaba sufriendo de la Discordia, su cuerpo había comenzado a congelarse desde dentro debido a que sus llamas se habían salido de control y ahora estaban atacando a su usuario. Lori miro con sorpresa la ropa tan liviana que llevaba para ese extremo clima invernal, solo usaba una camisa blanca y unos pantalones negros con unas finas botas de cuero negro; no usaba ningún tipo de abrigo, solo una larga bufanda gris que le cubría la mitad del rostro. Arriesgándose a ser asesinado abrazo al niño con fuerza, cubriéndole gentilmente con sus llamas anaranjadas buscando calmar a las flamas de la Nieve del mayor, quien soltó un suspiro aliviado mientras devolvía el abrazo torpemente con sus fríos e entumidos brazos, que poco a poco comenzaban a recuperar movilidad mientras el calor fluía por su cuerpo al igual que la sangre.

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 No sabia como es que ese pequeño había aparecido en la sima de aquella montaña en donde él se había encontrado entrenando, solo sabia que de repente había perdido el control de sus llamas y estas le habían comenzado a consumir desde a dentro, congelando sus órganos, carne y arterias. Sabia que su final estaba cerca, solo era cuestión de esperar. Sonrió para sus adentro al imaginarse a sus presas celebrando al enterarse que él había muerto, solo y en una montaña solo por no tener un Cielo. Era gracioso si se ponía a pensar que el gran cazador había muerto de manera tan vergonzosa. Pero él no tenia la culpa de su estado, había tratado de encontrar a un verdadero cielo con todas sus fuerzas, uno que con sus llamas detuviera aquella intensa lucha que tenia con sus propias flamas, que le llenara de paz y lavara la sangre de sus manos. Candidatos para ser su Cielo no le faltaban, pero todos eran unos codiciosos, ninguno tenia lo que él buscaba, todos eran Cielos ambiciosos y corruptos, atributos que estaban apunto de entrar en Discordia. Un Cielo roto no podía reparar a nadie, y mucho menos calmar unas llamas tan salvajes y poderosas como las suyas.

 Todos los cielos que buscaban hacer un contrato con él tenían llamas asquerosa, repugnantes y muy vacías. No tenían lo suficiente y mucho menos lo que se necesitaba, y eso sus llamas lo sabían y es por eso que había rechazado, y aveces hasta matado, a los Cielos cuando estos intentaban forzar su propia voluntad por sobre la suya, intentando crear un lazo forzado con él. Un gran cazador como él no podía aceptar a cualquiera, tenia que ser poderoso pero con una llama pura, capas de domar a las suyas con una caricia, y que ademas no buscara atarle, no buscara subyugarlo con su poder. Él buscaba algo parecido a un amigo o a una familia, no a un amo que le ordenara que hacer. Estaba tan firme en su decisión que prefirió mil veces morir antes que el gobierno eligiera a alguno de esos falsos Cielo de la Élite para que no cayera en Discordia, eso seria un insulto para Van; es por eso que se fue a ese lugar tan alejado de la sociedad, había ido a esa montaña a morir.

Armonía y Discordia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora