Hace tiempo que ya no pertenecía a los Ivanov, desde que dio el ultimo anillo a ese niño de cabello rubio era un ¨sin llamas¨, ya no era un Cielo sino alguien que no posee ningún tipo de flama. Los sin llamas son considerados como lo más bajo de la sociedad, casi al mismo nivel que un animal, puede que mucho menos.
Cuando regreso a casa ya no poseía sus llamas, se sentía débil y cansado pero la satisfacción era mayor, había ayudado a alguien, lo habían necesitado por primera vez en su vida y ya solo con eso era feliz. Cuando cumplió los ocho años de edad fue echado del clan y desde entonces se a valido por su cuenta, a conseguido sus propios alimentos y un propio techo. Ahora tenia 15 años y era un joven común que vivía en una pequeña cabaña en un bosque ruso, disfrutando de la soledad y con la única compañía de su adorada mascota, un cachorro de zorro ártico de nombre Led.
Ya había terminado la primaria, era uno de los mejores de la generación pero también un marginado, sus compañeros y maestros siempre lo trataban como a un fantasma, como si la silla que él ocupaba estuviera vacía. No tenia amigos y su familia lo repudiaba, estaba solo en el mundo pero a él no le importaba, con la compañía de Led era suficiente. Desde que era un niño fue un marginado, los animales eran los únicos que no le miraban como si fuera un monstruo, y eso que él no mataba ni a una mosca. El anillo que le había dado ese anciano cuando tenia cinco años lo llevaba en el cuello con una cadena, aveces podía sentir lo que los ex-niños sentían, y lo más preocupantes es que nunca eran sentimientos positivos, siempre eran sentimientos oscuros como el odio, el rencor, la soledad o la tristeza. Él siempre intentaba ayudarles, darles caricias y enviarles sus sentimiento para que supieran que no estaban solos, que él los apoyaba a pesar de la distancia, que tenían a alguien a quien le preocupaba su bienestar y salud.
Ahora se encontraba recostado sobre su cama echa de paja descansando tranquilamente con Led durmiendo sobre su estomago. Ahora que había terminado la primaria sabia que no podía entra en la escuela secundaria, ahí solo podían ir los que tenían llamas y él ya no poseía las suyas, no le quedaba de otra más que trabajar en el campo. Lori suponía que ese era su destino y él lo aceptaba feliz, nunca le gusto ser un Cielo y ahora que era normal podía ir adonde quisiera sin tener que atar a alguien a él.
¡Toc! ¡toc! ¡toc!
Alguien golpeo la puerta de su pequeña cabaña. Lori abrió los ojos con pereza, nadie venia a esa parte del bosque y menos a tocar su puerta, todos sabían que ahí vivía un sin llamas, un monstruo para la sociedad.
- ¡Ya va! - dijo levantándose con pereza, tomo a Led en brazos y se acerco a la puerta arrastrando los pies. Cuando llego a la puerta tomo el picaporte y tiro de él dejando ver a un anciano de cabello blanco y ojos celeste muy conocido para él.
- Hola joven - saludo alegremente el anciano, sonriendo al ver la cara de asombro que tuvo el muchacho al verle en la entrada de su cabaña.
- Buenas noches, señor - saludo educada mente asiéndose a un lado para dejar entrar al mayor en su hogar.
La cabaña de Lori solo eran cuatro paredes en la que tenia una estufa que se prendía con leña, una cama de paja que tenia un par de mantas sobre ella y una mesa con dos sillas, un par de platos y vasos de cristal y algunos cubiertos. Zivon observo el modesto hogar del joven con curiosidad y luego se giro para encarar al rubio, quien le miraba esperando a que le dijera la razón de tan inesperada visita.
Zivon miro la bola de pelos que llevaba Lori en brazos, se acerco y extendió sus brazos. El rubio le miro con curiosidad y luego le entrego al pequeño zorrito, quien ni se despertó por el cambio, solo se acurruco en los brazos del mayor y luego siguió durmiendo.
- ¿Es tu mascota? - le pregunto acariciando el suave pelaje blanco del zorrito.
- Si, se llama Led - le dijo con una media sonrisa, viendo con atención al hombre mayor, no había envejecido tanto en esos diez años en los que no lo veía, usaba un traje negro con una corbata roja y unos elegantes zapatos que hacían juego con el traje - ¿Necesita algo? - le pregunto amablemente intentando ocultar el nerviosismo que sentía al estar cerca de otra persona, hace mucho que no tenia contacto con otro ser humano.
- Si - dijo simplemente admirando la belleza del pequeño zorro ártico.
- "Lo sabia" - pensó el rubio con una gotita en su cabeza mirando al simpático anciano que desprendía una extraña aura brillante que a él le deba curiosidad y a la vez miedo - ¿Y yo en qué puedo ayudarle? - le pregunto con un tic nervioso en su ojo derecho.
- Quiero que asistas a mi escuela - le dijo mirándole directamente a los ojos, observándole con esos profundos ojos celestes que parecían saber todos los secretos del mundo - escuche por ahí que fuiste el primero de tu generación.
- Pero yo no tengo llamas - le dijo tranquilamente mientras se cruzaba de brazos esperando a que el mayor se marchara pacíficamente de su hogar y le dejara tranquilo.
- Eso es mentira y lo sabes - le reprendió Zivon mirándole con reproche - ya es hora de que te saques ese anillo - señalo el objeto que colgaba de su cuello por una fina cadena de hierro - ellos ya encontraron a un Cielo, ya no necesitan de tus llamas - le dijo al ver el extraño brillo que tenían esos raros ojos dorados que parecían echos de cristal - y ya es hora de que tú te consigas a tus guardianes.
- ¿Guardianes? No gracias, yo no quiero atar a nadie a mi - le dijo frunciendo el ceño, él se había alegrado por los niños a los cuales ayudo diez años atrás, al fin habían conseguido a un Cielo digno, pero ahora este anciano quería que él buscara a unos guardianes, eso jamas, nunca. Antes muerto - estoy bien solo, con Led me basta y me sobra - decía sacándose la cadena en la que se encontraba el anillo del Cielo, lo miro una ultima vez antes de entregárselo a Zivon, quien lo tomo entre sus manos con una media sonrisa.
- Bueno, eso lo veremos con el tiempo - le dijo al chico guardando el anillo en uno de los bolsillos de su traje - por el momento me conformo con que asistas a mi escuela. Y sobre tu llama... mmmm... supongo que regresara por completo en un par de días, quizás te sobrepase un poquito el echo de volver a sentir a través de ellas, pero de seguro te acostumbraras pronto.
- ¿Y como se llama su internado? - le pregunto interesado, intentando olvidar lo de conseguir sus propios guardianes. Pronto ideara un plan para persuadir al anciano de que olvide sus intenciones de conseguirle guardianes, mientras tenia que conseguir información del instituto al que tenia que ir.
- Shikka, se llama Shikka - le contesto jovialmente mientras estiraba su mano izquierda cubierta de llamas de la Niebla - ten, esta es la carta de aceptación - le entrego un sobre blanco que apareció entre las llamas lavandas de forma mágica y misteriosa. Lori la tomo y la observo con precaución.
- "Shikka... ese es el nombre de la escuela en donde asisten Zina y Alek " - pensó el rubio frunciendo el ceño. No quería ver a ninguno de sus familiares en esos momentos - lo siento, pero yo no puedo ir ahí.
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Armonía y Discordia.
FantasiEn un mundo en donde la posición social depende mucho de las llamas que poseas, un grupo formado por los genios del siglo intentan proteger al único Cielo que les permitió caminar a su lado, no detrás como un perro ni adelante como un amo, sino a su...