1° Subasta

411 23 0
                                    

Hoy en día la sociedad se divide en tres clases especiales de humanos: Alfas, Betas y Omega, dónde, dependiendo de la casta, tanto hembras como machos pueden nacer con la habilidad de fecundar y procrear.

Los alfas gozan de éxito, fuerza e inteligencia. Pueden hacer crecer sus familias y sus negocios sin esfuerzo, además se alaba su existencia ya que se dice son el futuro de la sociedad. Su habilidad para fecundar es altísima, al igual que su capacidad de sentir las feromonas de otros, pero su habilidad de concebir es prácticamente nula.

Los beta, por su parte, son el común de los humanos, familias típicas con una taza de natalidad promedio, son la mayoría en el planeta y sus trabajos son como los de cualquier simple mortal.

Los omega son lo cruelmente visto como ''las putas del pueblo''. Suelen tener ciclos de celo, en los cuales sus feromonas y sus instintos les hacen clamar por sexo. Son los más fértiles del listado y por lo mismo se les es mal visto que sólo se dejen llevar por sus impulsos. Su existencia es tan limitada como la de los alfas, o incluso mayor.

Sabone era uno de estos últimos, ya a portas de cumplir 21 años, cómo único omega en su familia el peso de aquella clase (Omega) le pesaba sobre los hombros. Un suspiro apesumbrado salió de sus labios, el viaje en el bus a Rusia le tenía más que molido, y no había podido darse un break, ya que debía alistarse para la misión por la cual iba a esas tierras, ¡Dios! ¿¡De verdad iba a hacer eso!?. El sólo pensarlo le ponía la piel de gallina.

Sus padres eran unos simples beta, ya el hecho de que el naciera había sido un logro para su familia, los únicos aún vivos de su linaje. Se acomodó un cabello tras la oreja mientras se observaba su reflejo ante el espejo: piel suave y casi blanca, cabello plateado casi blanquecino y pupiñas rojas como gemas. Sólo su familia más cercana poseía esas particulares. Eso era todo lo que tenía para ofrecer... eso y el ser el único Omega con esas cualidades físicas. Otro suspiro, se arregló los botones de los puños de su camiseta blanca, apretó un poco más su corbata y salió de la pequeña hostal donde había hecho escala sólo para poder ''embellecerse'' un poco.

Debía pedir un taxi y continuar su viaje, el viaje a su destino, su cruel y simple destino de venderse como ''esposa'' en la subasta anual de omegas exclusivos, un evento muy privado en la cuál sólo los omegas más exóticos eran invitados para que algún alfa poderoso le comprase su libertad, no tenía más opciones, era eso o dejar que embargaran la propiedad que había sido de sus ancestros por años, todo por culpa de malas inversiones de su padre.

"Debía hacerlo...no tenía otra opción."

Un nuevo suspiro salió al entrar al vehículo y dar con cierta vergüenza la dirección, esperando que el taxista sólo fuera un simple beta y ya, viajando con la mirada algo perdida por la ventanilla hasta llegar a la recepción del hotel donde se haría aquél especial encuentro.

Era un día especial, hoy era esa vez en el año donde tienes esa "gran actividad con tú padre" para Velkan. El Alfa despertó aquella mañana en su departamento y el peso de ver un Omega hoy caía sobre sus ánimos, desganado, con pereza. Salió a hacer ejercicios como todos los días para despejar su mente, vistiendo un buzo ligero. Su padre lo amenazó el día de anterior "Si no vas, serás un fracaso como empresario". Todos los años lo repetía y el Alfa sabía que tenía que asistir.

''La gran Subasta de los Omegas más exóticos'' A su padre le encantaba tirar dinero, al menos tenía 5 Omegas comprados en lo largo de su lista. Velkan comenzó a asistir desde sus 20 años, alguna que otra belleza llamaba su atención, pero nunca pensó gastar dinero en el lugar... Tal cantidad por un "Puto" Omega, era ridículo. Los Omegas siempre serán objetos para reproducción, y en sus planes no había nada de familia, ni menos cosas románticas, no tenía tiempo ni cabeza para ese tipo de tonterías.

El Coste de la Sangre // OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora