41° Una carta de aventuras.

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En tanto, una carta viajaba al buzón de la oficina de Velkan, a la espera de que el Alfa la leyera, con una caligrafía refinada de tinta negra y firmada en dorado:

''Estimado Señor Stoian hijo,

Me pongo en contacto con usted a razón de su extraordinario Omega. Mis fuentes me han comentado que usted cuenta con un espécimen bastante refinado, según me han dicho, una criatura de piel blanca que demuestra pureza de la más fina, ojos rojos cual rubies, pestañas y cabellos largos y abundantes cómo el manto de la nieve.

Estoy enormemente interesado por poder contar con la presencia de un ser tan angelical para mi próxima colección de modas: vestidos de noche de alta clase, elaborados en base de su bella musa, por lo que anhelo poder conocerlo prontamente. Si pudiese alimentar mi espíritu creativo con la belleza de su magnánima criatura podré manos a la obra en los diseños de mi nueva colección.

Por supuesto, el trabajo para su joven joya será bien remunerado.

Sin más que decir, quedo a la espera de su respuesta. Espero que esta carta no sea inoportuna para su presencia, pero sólo pude conseguir la dirección postal de su oficina para poder contactarlo.

Se despide atentamente.

Dean de Lacroix.''

En cuanto la idea de salir a jugar con nieve se puso en marcha Velkan se acercó a su closet y sacó sus ropas, divertido con tan infantil proyecto mientras el enano rubio usaba lo que Sabone le diera.

El Alfa no tardó mucho, solo cuidó de usar pantalones adecuados, un polerón abrigador, todo cubierto por una chaqueta negra que le cubría todo el trasero (de esas peluditas por dentro) botas de nieve y una bufanda que Marshall le regaló hace un tiempo:
-Recuerden usar guantes, o se quemarán las manos.- Dijo fijando su a
atención en los Omegas, los cuales
tenían mucha ropa desordenada en él lugar. No pudo evitar reír al ver a Alessandro con ropas tan grandes para su estatura, era como un pingüino con pestañas postizas.

-¡No es gracioso! -Reprochó el más bajito apuntándole con el dedo mientras se quitaba un gorro que Sabone le dio con vergüenza.

El día pasó rápido. Velkan terminó cubriendo a Sab con su bufanda ya que el viento volvió a pegar fuerte. Sus muñecos de nieve (totalmente amateurs) eran graciosos, hasta una bola de nieve golpeó al Alfa por la espalda en cuanto Alessandro encontró la oportunidad. Estuvieron jugando toda la mañana, volviendo a casa sólo para comer. Luego alguna película improvisando una cena y él sexo coronó la noche, pero esta vez terminaron los tres dormidos en la cama principal.

Al día siguiente, las calles estabas descongeladas, la nieve estaba acumulada pero el sol volvía a pegar calentando el ambiente. Velkan despertó temprano como de costumbre, con su rutina de trabajo como siempre, gimnasio, desayuno, ducha, ropa, trabajo. Sólo que aquél día Alessandro le hablaba y hacía compañía, ya que Sabone dormía con su pesado sueño cómo de costumbre. Antes de salir Velkan le recordó al rubio la cita con el médico, la cuál era a las 11 está vez.

-Oki-Doki ♥- Respondió el Omega en cuanto este salió. Se quedó acostado unos minutos más, hasta que el estar en la cama fue suficiente pereza para su menudo cuerpo. Se levantó, duchó e hizo desayuno para dos:- Sabi♥ ¡Despierta! Tenemos que ir al médico hoy ♥.- Exclamó dándole besitos en la mejilla para despertar.

El chico se quejó entre sueños por los besos en la mejilla, hasta abrir los ojos y caer en cuenta que era su Alessandro siendo  despertador (si! Si PORQUE PUEDE!!), y sonriendo quedito le abrazó para hacerle recostar sobre él, restregando el rostro contra el cabello del más bajito:- Nngh... No puedo salir de la cama... ¡El sueño es muy fuerte! ¡Más con el aroma tan rico de mi mini Omega!~ ♥.- Refunfuñó a modo de broma sin soltarle, haciéndose nuevamente el dormido.

El Coste de la Sangre // OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora