8° Hundido

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El Alfa mirando los labios del muchacho, se le hizo agua la boca ¿Desde cuándo un Omega tenía tanto poder sobre él?.  Velkan dudó un poco sobre su aceptar el beso o no, pero finalmente accedió cargándose sobre el cuerpo del más bajo, mientras que la mano que mantenía en la cadera del Omega la situaba en el mentón del muchacho para acercarlo más a él  y así depositar un jadeante y salvaje beso en esa dulce boca. Sin pedir algún permiso, dejó entrar su lengua para llegar a lo más profundo de su ser.

Velkan lucía unos ojos terriblemente nublados de una excitación voraz. Proporcionó unos cuantos embistes mientras tomaba aquella boca, soltando un gruñido ronco mientras se limitaba a presionar su pelvis contra la enrojecida redondez, expulsando su viscosa semilla dentro del Omega, tan abundante que provocó un ligero retorcer de su espalda. 

Las embestidas, los jadeos, la lengua jugando en su boca y casi bailando con la suya, todo aquéllo se sentía TAN BIEN. Se sentía en el cielo con toda esa mezcla, el poder, la seducción, las feromonas revoloteando alrededor, y aquél rostro caliente de su dueño, todo ello le erizaba la piel y despertaba sus más profundos instintos, impulsos y placeres que ni él sabía que tenía. De repente el jadeo ronco del otro embistiendo con fuerza y el calor en su interior le dejó más que claro que el otro había llegado a su límite, pero el chico quería más. Sintiéndole salir de su interior se incorporó, apoyando un poco la espalda contra el Alfa, sujetando un poco tembloroso las manos del otro que aún se mantenían alrededor de su cintura:
-...Velkan... ¿Puedo masturbarme hasta acabar?...- Susurró con su tono de perversión, mirándole por sobre el hombro mientras la estela de esperma fresca caía deslizándose despacio por sus muslos.

El Alfa sonrió, mientras dejaba a su merced al Omega excitado. -Hazlo, haber si puedes manchar mi ropa de ti~ -lo incitó para que el Omega se explorará mientras él lo miraba, tomando así asiento como si fuera un espectáculo digno de ver. Cruzó sus piernas y prendió un cigarrillo aún con la mirada puesta en aquéllos rojizos ojos, aún podía sentir el sabor de Sabone en su boca y su aroma en su nariz.

El sentir al otro apartarse para verle le produjo una sensación extraña en el vientre, sólo girando a observar como el otro le comía con los ojos. Estaba nervioso, y eso se le notaba en sus pequeños temblores de manos, pero quería acabar, estaba tan cerca de ello...
Bajando su mano casi grácil tanteó la punta de su propio miembro, recorriendo despacio el largo hasta bajar a su entrepierna, tocando aquellos fluidos mezclados con sus dedos y subirlos para usarlos como lubricante en su trabajo manual. Cerrando los ojos comenzó a tocarse, primero agitando su mano despacio, subiendo la otra a tocar sus pezones, apretándolos un poco, gimiendo por lo bajo mientras su mano iba tomando velocidad, al igual que su respiración.
Entreabriendo los ojos miraba las expresiones que el otro le daba, jadeando cada vez con más intensidad mientras jugaba consigo mismo. El estar siendo visto por Velkan, el sentir los restos de lo hecho en su ser y su propio trabajo manual le tenían al límite, y en cosa de algunos minutos terminó gimiendo en un quejido bruto, encorvando su espalda y alzando un poco los hombros mientras su miembro eyaculaba con ganas frente al Alfa.

Velkan estaba satisfecho, el ver a su Omega masturbarse lo emocionaba como el conteo antes de año nuevo. Para cuando vio el semen salir del erecto miembro acercó su cigarro como esperando a que el semen cayera sobre él y así lo apagase pero no fue de esa manera, cayó un poco en la colilla, algo divertido a su parecer y lo acercó a sus labios para seguir fumando. Un juego sucio lo suficientemente excitante como para volver a levantar carpa.
¿Cómo puede existir tanto ofrecimiento y que su cuerpo accediera sin problemas?:
-Buen trabajo~ -Sacudió las cenizas sobre un cenicero que tenía a la mano. Respiró hondo mientras mantenía la mirada sobre el Omega, como si en cualquier momento se le fuera a escapar. Sabone era suyo... No habían pasado ni 48 horas con él, pero ya estaba dispuesto a asesinar por ese Omega.

El Coste de la Sangre // OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora