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Volvió a interrumpir el silencio del cuarto con un estornudo. Era un poco más de las nueve en domingo y él y su hermano menor estaban encerrados en el cuarto del último. Jihyun estaba en su pijama jugando en la computadora, mientras que Jimin intentaba que le prestara un poco más de atención en medio de su dilema.

Pero a Jihyun las cosas habían dejado de importarle hacía demasiado tiempo, o por lo menos eso era lo que quería que los otros creyeran.

—Jihyun-ah, ¿Puedes concentrarte? —rogó Jimin por enésima vez en la mañana. Sentado en la cama del menor con las piernas cruzadas, lo miraba teclear a toda velocidad y mover el mouse como si su vida dependiera de ello.

—Estoy concentrado.

—¿Qué te acabo de decir?

—Que si puedo concentrarme.

Jihyun.

—Ya, ya. ¿Por qué se supone que es malo que sientas ganas de cambiar de forma? ¿Sabes lo genial que sería si yo pudiera hacer lo mismo? —cuestionó pausando su juego para girar en su silla y mirarlo—. La verdad es que pensé que ya no podías hacerlo, o mejor dicho, lo había olvidado.

—Es que cuando creciste y papá se fue dejaste de necesitarlo. Luego perdí la costumbre y olvidé cómo hacerlo —explicó Jimin dejándose caer sobre un costado, suspirando—. Llevo como ocho años sin cambiar.

—¿Qué dijiste que te hizo querer volver a hacerlo?

—Ocurrió cuando vi al chico de al lado llorar en su habitación —recordó ahora girándose para mirar el techo. La imagen del chico haciendo un desastre, llorando y jalándose el cabello era tan vívida en su memoria que el cosquilleo aparecía nuevamente en sus dedos del solo pensar en ello—. Fue muy extraño, me invadió una especie de obsesión al verlo. No podía quitarle los ojos de encima.

El menor se detuvo a considerarlo. Ninguno de los dos era un experto en el tema, solo sabían lo que Jimin podía hacer y ya, no tenían idea de por qué o cómo. Empezó cuando de pequeños Jihyun lloraba cuando sus padres peleaban y Jimin buscaba una forma de calmarlo, así de la nada, sin que el mayor de los dos pudiera entenderlo tampoco.

—¿Capaz tu habilidad es sensible a la tristeza y desesperación ajena?

—¿Nunca más sentiste eso después de los doce años, Jihyun? ¿Y por qué sólo contigo y el chico, por qué no con mamá o mis amigos?

Su hermano no pudo contestarle, pues alguien comenzó a aporrear la puerta desde el otro lado. Estaba cerrada con llave, así que no podría ser abierta así nada más, pero ambos brincaron del susto y se quedaron muy callados, como temerosos de que su conversación hubiera sido escuchada por un tercero.

Después de un poco más de silencio, los golpes se repitieron.

—Jihyun, ¿Tu hermano está contigo? Tiene visitas —exclamó la madre de ambos. Su voz sonaba cada vez más distante, como si se alejara de la puerta.

—¡Ya va a salir!

—¡Gracias, bebé!

Jihyun suspiró.

—Odio que me diga bebé —comentó el menor estirando un brazo para alcanzar su muleta y ponerse de pie.

—Yo pienso que es lindo.

—Cállate, Diminie.

Aunque era una burla directa al apodo que le habían dado de pequeño, Jimin no pudo evitar reírse. Jimin no era de avergonzarse por cosas de su infancia que escapaban de su control, si algo de su pasado no le gustaba actualmente era siempre algo que él mismo había ocasionado (como usar demasiado delineador cuando era un puberto), pero nunca cosas que involucraban a sus padres o a Jihyun.

Curiosity saved the cat || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora