Epílogo

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Los días que siguieron fueron bastante caóticos como fue de esperarse.

Solo aparecer en su casa luego de casi un mes desaparecido ocasionó que su madre reaccionara como era de esperarse: lo tuvo encerrado en la casa por un par de días haciéndole un montón de preguntas que no supo responder y escuchando sus regaños que, a fin de cuento, se merecía por mentir. Incluso Jihyun se ganó unos cuantos sermones, pero el menor se salvó bastante en consideración.

Una vez las cosas se calmaron, realmente todo volvió a la normalidad.

Aprovecharon un día para visitar a sus tías y mostrarles que Jimin había vuelto a la normalidad, momento que utilizó para contarles de sus propias experiencias y ellas se encargaron de escribirlo y archivarlo entre la colección del abuelo. Acordaron que todas esas recopilaciones terminarían en manos de Jihyun o él en caso de que alguien las necesite en el futuro y ambos estuvieron de acuerdo.

Considerando su situación, dudaba necesitar alguna vez de aquellos cuadernos, pero Jihyun... él era otra historia.

—Durante todo ese tiempo, ¿qué pasó contigo? La verdad —Seokjin se inclinó sobre la mesa hacia él. Ya estaba algo pasado de copas.

Jungkook lo miró de reojo, pero pretendió estar muy ocupado bebiendo.

Ante la pregunta, todos sus amigos se apiñaron cerca de él, esperando la tan ansiada respuesta; ninguno se había creído el cuento del viaje y ahora que había vuelto y estaban todos en la sala del apartamento de Jin y Hoseok, tenían la oportunidad perfecta de preguntarle sin que tuviera excusas (como su madre) para no hablar.

Jimin se dejó caer casi dramáticamente en los brazos de Jungkook, quien lo recibió con una sonrisita feliz.

—Fui de viaje a despejarme porque peleé con mi novio.

—Hablas de mí como si no estuviera aquí —soltó Jungkook sin dejar de sonreír.

—Jimin, no pretendes que nos creamos esa tontería, ¿no? —acusó Hoseok, el único sobrio en el cuarto. Él llevaría al resto a su casa.

—Tómalo o déjalo, Hoseokie. Esa es la verdad.

En cierto modo podía considerarse la verdad, de alguna forma su cuerpo había dado un viaje a quién sabe dónde mientras vivió en el cuerpo de un gato. A veces se preguntaba si el gato en el que se transformaba era él de verdad o solo algún gato que tomaba prestado cuando cambiaba. No estaba muy confiado en que encontraría la respuesta a su incógnita.

—Dejen de atosigarlo con eso, vinimos a celebrar, ¿no? —Taehyung levantó su copa en alto. Ese día no llevaba gafas y había decidido tomar vino.

—Tienes razón —Seokjin se puso de pie con su botella de cerveza en mano—. ¡Por el encierro del hijo de puta ese!

Entre risas, todos lo imitaron y brindaron con él. Nadie se esperó que la justicia fallara a favor de Seokjin luego de tantos fracasos, pero al final Choi Jungwoo no volvería a molestarlo por algún tiempo. E incluso si salía bajo fianza, su abogada le había asegurado que le pondrían una perimetral, así que en cualquier caso, todo había salido bien.

Se suponía que Seokjin era el más contento por la noticia, pero lo cierto era que Hoseok era el más brillante de todos; la persona a la que más amaba y quería proteger estaba al fin a salvo y por al menos un tiempo, podría vivir sin preocuparse tanto por su bienestar.

Jimin lo entendía demasiado. Sonriendo, se fijó en Jungkook, limpio de cualquier herida y más feliz que nunca.

No existía mejor sentimiento que saber que lo que quieres está a salvo.

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—Jungkookie, ¿viste esto?

Algo sorprendido, Jimin le pasó el teléfono a su novio. Estaban recostados en la arena junto a la laguna donde tuvieron su primera cita, Jimin con la cabeza en su regazo, cuando algo llamó su atención.

Los ojos del menor se abrieron mucho por la impresión, e incluso se le escapó un pequeño oh. Sin embargo, no hizo ningún comentario ni demostró en su rostro cómo se sentía ante la noticia.

—Ahora entiendo lo que Jin pretendió hacer en la fiesta.

—¿A qué te refieres? —Jungkook enarcó una ceja.

—Creo que él sabía que había algo entre Namjoon y Yoongi —dedujo Jimin mientras se lo pensaba—. Se veía demasiado complacido cuando se metieron juntos a la habitación, como si su plan hubiera dado frutos o algo así.

—De todos modos me impresiona.

—A mí también. Creo que nunca vi a Yoongi tan contento.

Jimin recuperó su teléfono y se quedó viendo la fotografía. Namjoon la tomó, con un brazo abrazaba a Yoongi, quien no sonreía exactamente, pero sus mejillas estaban sonrojadas mientras el más alto besaba su sien. El brillo en sus ojos delataba lo feliz que estaba, por más que intentara disimularlo.

Era el mejor final posible, cuando se lo pensaba.

—Estoy feliz por él —admitió Jungkook pasando la mano por el cabello de Jimin. Se lo había desteñido hace poco, así que estaba rubio después de tanto tiempo—. Creo que Namjoon es justo lo que él necesita.

El mayor se sentó para poder ubicarse entre sus piernas y recostar la cabeza contra su pecho mientras les tomaba fotos como distraído.

—Pienso igual. Se siente como si se cerraron muchos ciclos, ¿no?

Jungkook lo envolvió con los brazos.

—Hm.

—Pero hay una cosa que sigo sin entender —Jimin tomó una última foto y bajó el teléfono, cruzando los brazos sobre los de Jungkook.

—¿El qué, amor?

La vez que fue a buscar a Namjoon para que le dijera la verdad sobre Jungkook y Yoongi, el mayor había actuado especialmente extraño al quitarle un pelo de gato de la ropa y luego proceder a preguntarle si su apellido era Park. En su momento no pensó mucho de ello, pues le pareció algo sin importancia, pero luego de la última conversación con sus tías la memoria volvió a él y no dejó de molestarle.

Según ellas, había libros o artículos en internet que hablaban de la maldición, quizás no como una verdad indiscutible, sino que como un rumor, y no podía evitar pensar si acaso Namjoon sabía algo sobre él que no intentó confirmar.

—¿Sabes qué? No tiene importancia —decidió Jimin poniéndose de pie y extendiéndole la mano—. ¿Nadamos un rato?

Jeon tomó su mano y lo siguió con entusiasmo, olvidando completamente su curiosidad de un momento atrás.

No importaba lo que Namjoon supiera, porque Jimin ya no podía transformarse. A veces en su reflejo podía verse los ojos dorados mirándolo de vuelta, pero dudaba que eso significara algo para alguien más. La maldición Park ya no era parte de él.

Curiosity saved the cat || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora