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Lo que había aprendido de Jungkook y su relación con Yoongi no dejaba de darle vueltas en la cabeza y hacerlo sentir terrible. Impotente, más que nada, sabiendo que realmente no podía hacer mucho sin parecer un maldito entrometido. Además Jungkook no parecía interesado en recibir ayuda y quizás un movimiento en falso significara que el chico lo mandara lejos.

Apenas estaba oscureciendo cuando llegó a su casa e ingresó a la sala para dejarse caer en el sofá junto a su hermano, que dormitaba abrazado a una almohada. La madre de ambos estaba en la cocina tomándose un té, así que solo podía asumir que estaba dejando que Jihyun durmiera todo lo que quisiera.

El maldito estaba viviendo como rey gracias a su lesión.

Jimin no tenía problema con que durmiera, pero le hubiera gustado poder hablar de su problemita con su hermano menor, quien era el único que le creía eso de que podía cambiar de forma. Dudaba mucho que su madre le creyera, probablemente terminaría por suponer que Jimin se había metido en drogas o alguna tontería así. En todo caso era mejor que no lo supiera.

Casi se levantó para ir a su habitación hasta la hora de la cena, cuando el timbre sonó una sola vez.

—Ya voy yo —dijo su madre apareciendo de la cocina con su taza en mano. Iba vestida tan juvenil como siempre y su cabello oscuro estaba amarrado en un chungo desordenado. Un instante después, abrió la puerta—. Oh, hola.

El tono sorprendido de su madre llamó su atención, pero aunque giró la cabeza e intentó ver de quién se trataba, le fue imposible desde su lugar. Su madre retrocedió y le lanzó una mirada extraña, como si le estuviera pidiendo algo en silencio.

—Jimin, querido, es para ti.

Una parte de él sabía quién estaba en la puerta, pero otra le decía que estaba siendo ridículo al asumirlo, ni que estuviera en una maldita telenovela para que ese tipo de coincidencias ocurrieran.

... pero ocurrió. Jungkook estaba parado en la entrada, con la capucha puesta y unas pintas de que no quería que nadie se enterara de que estaba allí. Verlo le extrañó, pues supuso que se juntaría con Yoongi y su grupo, pero estaba allí. Su labio se veía bastante mejor, pero la herida seguía ahí, solo que con menos hinchazón.

—Jungkook —dijo Jimin a modo de saludo. Sin querer sonó un poco más sorprendido de lo necesario—, ¿qué haces aquí?

—Uh... es difícil de explicar. Bueno, no tanto —se contradijo el menor rascándose la nuca, demostrando así su incomodidad—. Yo... ¿puedo pasar?

Jimin de repente volvió en sí.

—Sí, sí, por supuesto.

Medio avergonzado por su falta de modales, Jimin se apartó para que el chico pudiera ingresar a la estancia y sin más, lo guió por las escaleras hasta su habitación, no sin antes informar a su madre que estarían arriba; algo le decía que necesitarían la privacidad y era mejor ir a un lugar donde Jungkook se sintiera menos cohibido.

El menor lo siguió sin hacer comentarios, y solo cuando estuvieron en la habitación se quitó la capucha, dejando ver su brillante cabello castaño que le caía sobre la frente. No parecía haberse arreglado para aparecer, pero eso no era importante.

—Uhm... ¿quieres que te traiga algo?

Jungkook, que segundos atrás estaba observando con interés una foto que Jimin tenía en su escritorio de sus amigos, se volteó hacia él de golpe.

—No, no, estoy bien.

Con un gesto, Jimin lo invitó a sentarse donde quisiera, aunque en el cuarto solo habían tres opciones: el escritorio, la cama o el alféizar de la ventana desde donde lo había estado vigilando por ya bastantes noches. Jungkook dudó un poco en su lugar, pero al final terminó por tomar asiento en la cama de Jimin, aunque lo hizo con extremo cuidado, como con miedo de lo que pudiera pasar al hacerlo.

Curiosity saved the cat || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora