Indomable

V e i n t i u n o

La presencia de aquel mundo era desconocida.Nadie sabía que había algo más allá de lo normal,algo diferente,pero inevitablemente oscuro.Era un mundo hermoso,de eso no había duda,la vegetación era densa,los bosques lo rodeaban todo formando una muralla defensiva.En medio,se alzaba la fortaleza de piedra negra,construída en el centro de todo y rodeada a la vez,por todo.Cualquiera que viera aquel castillo no se atrevería a dudar de la fortaleza de los que habitaban en él,ni tampoco a cuestionar el poder de su rey.Mucho antes de Hel hubo otros que se sentaron sobre el trono,pero la época más oscura llegó acompañada de miseria,hambre y guerra.

Las guerras siempre han ocupado las hojas de los manuscritos,contando la historia de los hombres que sin aprender la lección,se enfrentan una y otra vez entre ellos.Eso jamás cambiará.La naturaleza del hombre es recurrir a la violencia cuando se sienten intimidados por lo desconocido.Así comenzó la guerra entre los dos mundos.Que el mundo mortal no conociera la existencia de aquel mundo,no significa que también ocurriera lo mismo con este último.Había centenares de manuscritos que poblaban las bibliotecas y hablaban sobre el mundo de los mortales,lleno de belleza pero habitado por seres estúpidos.Así eran descritos los hombres,que tropezaban una y otra vez con la misma piedra.

Mucho antes de todo,el rey Svend ocupaba el trono.A su lado,se encontraba sentada su esposa Astrid y su hija Hilda.Era una familia muy querida por todos los pueblerinos,que vivían todos por igual,no había ninguna familia en el reino que pasara hambre.Trabajaban por la igualdad,incluida la familia real,que estaban en contacto directo con los habitantes de su reino.Cada mañana paseaban por sus calles escuchando las peticiones y quejas para al final,tener en cuenta su palabra.Un día,un joven guerrero pidió al rey explorar el mundo de los mortales.

—¿Por qué tanta curiosidad?—preguntó el rey—¿Acaso nuestro mundo no te es suficientemente grande?

Todos los pueblerinos comenzaban a hacer corro a su alrededor,escuchando aquella conversación que estaba teniendo lugar.

—Majestad,nuestro reino es más que suficiente,pero ¿no tiene curiosidad por saber quiénes habitan ese mundo? Mi mujer e hijos deben estar bajo mi protección y si algún día deciden atacarnos,debemos estar preparados.

—Es imposible que eso ocurra,ellos no saben de nuestra existencia.

—¿Estamos seguros de eso? Los manuscritos de la biblioteca describen las barbaries que han ocurrido allí,no seré el único que opine que hay que anticiparse a las guerras.

Los murmullos empezaban a hacerse a su alrededor.Algunos estaban en contra de aquel joven.Estaba loco si creía que los mortales tenían posibilidad alguna de atacar su mundo,pero otros dudaban,el bienestar era bienestar hasta que se termina con todo.

—¿Guerras? No habrá ninguna guerra.

—Majestad,solo le pido una expedición para tantear el terreno.Yo mismo me presto como voluntario para formar parte de los hombres que le acompañen.

—Si hay algo que siempre apoyaré es la libertad de tomar decisiones.Esta misma tarde habrá una votación para que cada uno de vosotros decida qué es lo mejor:partir hacia el mundo de los mortales o quedarnos aquí y seguir con nuestras vidas.

A la semana siguiente,aquel mismo guerrero se alejaba del reino junto con los guerreros que el rey Svend había convocado para marchar a explorar aquel mundo.Su pueblo había hablado,la decisión era que lo mejor para la seguridad del reino era asegurarse de que los mortales no suponen ningún peligro.Iban armados.Aquel pequeño ejército estaba formado por hombres y mujeres.No existía discriminación alguna,incluso la esposa del rey,Astrid,era su mano derecha,acompañándolo en cada batalla.Hilda,la única hija del matrimonio y heredera del trono,estaba bien formada en el arte de la espada.Era una buena guerrera y todos afirmaban que la más hermosa.Ella se sentía asfixiada dentro del reino.Necesitaba salir,por eso se pasaba la mayor parte del día leyendo acerca de aquel mundo y,ahora que estaban allí,no podía evitar mostrar su emoción.