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OWEN

Por fin ya hemos pasado el mal trago de ver al padre en el hospital. Me he sentido fatal por ella, además no sabía que hacer para que estuviera lo mejor posible. Ojalá pudiera hacer que su padre despierte del coma con tal de ver una sonrisa salir de sus preciosos labios.

Layla me llamó esta tarde, preguntándome que donde me encontraba, me dijo que necesitaba verme y besarme. En el momento en el que escuché aquello mi cuerpo se estremeció de pena y un poco de desprecio. No quiero verla y mucho menos besarla. Ahora el único sentimiento que tengo hacía ella es rechazo, no entiendo por que no la dejo si no siento por ella nada. Bueno, no la dejo por que estoy en una ciudad que no es donde está ella y estaría fatal llamarla y decirle oye, te dejo. No, no. Cuando llegue a San Francisco, que espero que sea pronto, quedo con ella y hablamos tranquilamente. Mientras tanto no voy a volver a pensarlo, espero. Antes le dije que había venido con Kendall, no tengo por que mentirle, me da igual realmente. Además vive con la mejor amiga de ella, se terminaría enterando ya que Zoe está al tanto del estado del padre de Kendall.

Su casa es enorme, me recuerda a la mía cuando vivía con mi madre en Washington antes de irme al campus. Mi madre sigue viviendo allí, con su novio. La última vez que fui a visitarla fue en verano y realmente, la echo de menos. Es un gran apoyo para mi, la quiero demasiado. Creo que ella es la única que ha estado conmigo siempre en todo momento, es más, ella es la que ha echo que tenga un poco de fe en las mujeres, después de lo que pasó con Mia.

Acabo determinar de vestirme con algo de ropa cómoda que me ha dejado ella después de darme una ducha, lo necesitaba. Que día tan agotador.

Mientras Kendall se ducha y se pone el pijama, he decidido preparar yo algo de cenar. Entiendo que no tenga ganas ni de levantarse de la cama, entonces voy a hacer dos hamburguesas completas, ya que hay en la nevera carne e ingredientes suficientes. Esto seguro que le encantará.

No puedo quitármela de la cabeza ni un maldito segundo, ni cuando no está presente. Es que si te digo la verdad, me encanta. Tiene algo que hace que me vuelva loco, que pierda la cabeza por completo. Me transmite una sensación de libertad cuando estoy con ella que es explicable, tiene algo especial, lo sé por que es lo que me hace sentir. Pero si te digo otra vez la verdad, no sé si quiero algo de ella. No tengo en mente besarla, abrazarla, tenerla o hacerla mía, cuando con el simple roce de su piel con la mía me siento ya más que satisfecho.

-¿Qué haces? -me sobresalto cuando escucho su voz justo detrás de mi, la siento muy cerca, tanto que noto su respiración en mi nuca -¿Te he asustado? Cagón.

-Pues el cagón te está haciendo de cenar pequeña -le digo cuando veo que por fin, en todo el día, acabo de hacerle sonreír -. No me has asustado, claro que no, estaba de espalda, no te he podido ver la cara para asustarme.

-Serás... -comienza a decir a regañadientes mientras empieza a coger los vasos y el agua para poner la mesa -¿Tan fea soy? A mi me quedaban un poco de esperanzas.

-Bueno, algo hay... Pero muy pocas, no te motives -no pude evitar soltar una carcajada en cuanto dije aquella frase y su cara cambió por completo. Casi puedo ver como le salen humo por las orejas desde aquí.

Cuando recién terminamos de cenar, recogimos la mesa los dos. Hemos estado cenando mientras hablábamos de todo un poco, le he preguntado la relación que tiene con su padre, ya que no para de pensar en ello y también por los años que pasó aquí cuando se mudó. Tuvo que ser duro dejar una vida allí, para volver a vivir otra nueva, completamente diferente. Yo no le he contado mucho de mi, ya que en el pasado tenemos cosas en común, hay algo que ninguno de los dos queremos recordar y mucho menos contar.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora