KENDALL
El ruido del despertador me decía que era hora de ir a clase. Las alarmas siempre me ponen muy nerviosa e incluso hacen que pegue un bote de la cama.Por eso mi mal humor de por todas las mañanas, no soporto despertarme así, pero al fin y al cabo es lo que hay.
Como todos los días, voy tarde; siempre intento exprimir el último minuto en la cama. Voy corriendo a la ducha y cuando salgo me comienzo a vestir, para hoy he escogido unas mayas de cuero negro, junto con una camiseta roja ancha que pone Amore en negro con letras grandes; un recuerdo de Venecia, también me calzo mis Vans negras con parches de muchos tipos y por último cojo mi enorme bolso negro lleno de tachuelas doradas, después me apresuro a guardar dos libretas, otros dos libros y mi ordenador Mac. Creo que ya estoy lista para hoy.
Corrí hacía la cocina y cuando estoy desayunando tranquilamente un zumo de naranja con tostadas de mermelada de fresa, aparece Owen por la puerta, lleva unos pantalones vaqueros claros pitillos y una camiseta de mangas cortas ancha de color amarillo mostaza, tenía el pelo despeinado y le quedaba perfecto, a juego con sus maravillosos ojos grises, ¡¿porqué demonios es tan jodidamente guapo?! Buf Owen, que difícil es odiarte. Y es que realmente es difícil, es muy difícil cuando tu peor enemigo es tan atractivo y tan perfecto.Cuando tiene ese cuerpo musculoso, ese pelo despeinado, esa piel bronceada por el sol y esos increíbles ojazos, claro que es difícil. Y es más difícil aún cuando tienes que vivir con tu enemigo guapo las veinticuatro horas del día durante un maldito año, y todavía más difícil cuando tiene novia. La suerte ahora no está de mi lado, aunque dudo si lo ha estado alguna vez.
-Buenos días pequeña -me dijo con su mejor sonrisa.
-Cuando te apetezca me dejas de llamar pequeña, cuando quieras vamos.
-¿Cuándo quiera? Pues entonces creo que te lo voy a seguir diciendo un poquito más.
-¡Me pones enferma! -le dije escuchando aquella respuesta mientras veía a través de su sonrisa que disfrutaba de esta situación.
-Dejemoslo en que te pongo -me respondió el creído guiñándome un ojo.
-Serás imbécil... Sí, es que me pones tanto que no puedo ni vivir contigo -mentía en una ironía, pero no le iba a dar la razón en aquello, estaba claro que delante de él me tenía que hacer la dura.
-Dime algo que no sepa pequeña -respondió entre carcajadas mientras empecé a recoger el plato y el vaso para largarme de allí, no lo aguantaba mucho más -Oye Ken, ¿irás a la fiesta de mañana?
-¿Qué fiesta? -pregunté un poco aturdida sin saber de lo que hablaba.
-Pues la fiesta, la que se organiza aquí en el gimnasio, la fiesta de los novatos, ¿no te han dicho nada?
¡Maldita sea! Sin darme cuenta la semana a pasado volando, ya es jueves y mañana es la fiesta, ¡ni si quiera me acordaba!
-Ah... Si, si, claro que voy.
-¿Estas segura? No se te ve muy convencida, aunque si no vas mejor, así no te tengo que ver el careto. Suficiente es vertelo todos los días aquí.
-Eres imbécil, lo tengo claro -dije gruñiendole mientras empezaba a reírse a carcajadas -Claro que estoy segura, me lo dijo July el primer día de clase, ella lo organiza, pero ya ni si quiera me acordaba. Gracias por recordármelo y por hacer que me tengas que ver, que pena. Si te sirve de consuelo a mi tampoco me complace verte, ni allí ni aquí ni en ningún lado donde estés.
-Bueno Kendall, pues ya que vas te pido un favor -decía cuando las expresiones del rostro le cambiaron totalmente, ahora eran como una simulación a la pena.
-Dime, ¿qué quieres?
-Por favor, cuando me veas por allí no te quedes embobada mirándome, ni mucho menos hagas que se te caiga la baba. Sé que es difícil, normal, si es que te entiendo perfectamente, a mí también me costaría si estuviese en tu lugar, pero por lo menos inténtalo. Estaría mal si todo el mundo se da cuenta -comenzó a decir mientras su risa sonaba tan fuerte que daba por seguro que los de la planta baja lo estaban escuchando.
-Buuuuuuuuuf. Me voy si no quieres que te estampe en la cara la tostada con mermelada que tienes ahí -respondí en un suspiro señalando a su desayuno.
Diciendo esto cerré la puerta de un portazo a regañadientes, escuchando sus carcajadas de fondo. No sé por que motivo hacía alterarme tanto en tan poco tiempo. Aunque mirándolo por la parte buena, me encanta ver esa increíble sonrisa y los hoyuelos que le salen cada vez que se ríe, siendo de mí o de lo que sea, estoy comprobando de que me estoy volviendo adictiva a ello. Que difícil me lo pones querido Owen. Creo que verlo todos los días está empezando a afectarme.
A la salida de la uni me dirigí con Zoe, July, Lina y Dulce al centro comercial de San Francisco. Salimos con nuestras tres amigas nuevas de clase y la verdad que Lina y Dulce me encantaron en el primer momento que las conocí, están en la clase de Zoe y son unas chicas muy agradables. Cogimos mi Kia blanco y nos fuimos las cuatro a buscar algún modelito para la fiesta de mañana. Iba a haber cantidad de gente desconocida y tenía que llevar puesto lo mejor, para causar buena imagen. Me apasiona la moda, desde pequeña veo muchas revistas de looks de famosos, me informo sobre todas las tendencias por Internet y veo todas las pasarelas que retransmiten por la televisión. Es algo que me encanta, amo crear y hacer oufits.
Llegamos al centro comercial en veinte minutos, tampoco estaba tan lejos. Cuando entramos al Westfield Shopping Centre me quedé sin palabras. Guau. Creo que es el centro comercial más grande al que he ido en mi vida. Tenía diez plantas y más de cuatrocientas tiendas. Era increíble, había una pequeña parte de restaurantes, pero la gran mayoría eran tiendas, mis ojos se iluminaron al momento de ver aquello. Había mucha gente paseando por allí con cantidad de bolsas en sus manos de marcas diferentes.
Nunca pensé que dijese esto pero, estoy cansada, cansada de ropa. Llevamos aquí desde las tres de la tarde y hemos entrado como a diez o quince tiendas y no encuentro nada para mí, no encuentro el vestido ideal. Todas mis amigas ya tienen sus conjuntos, menos yo. Sí que es verdad que soy un poco exigente para vestir, pero para ese día más, tenía que estar perfecta, ¡iba a haber muchísima gente por el amor de Dios! No podía coger lo primero que encontrará.
Después de darle tres vueltas al centro comercial entero, entré en la penúltima tienda que tenía jurado no entrar, pero caí en la tentación; Louis Vuitton. Al pasar la puerta, un vestido burdeos me llamó a gritos, el indicado. Allí estaba, esperándome para que lo comprara. Era un vestido de terciopelo precioso, tenía el escote en forma de V con tiras muy finas cruzando la espalda pero dejándola a la vez descubierta. Me llegaba por encima de las rodillas y se ajustaba perfectamente a mi torso estilizándome las curvas de la cintura. Cuando vi el precio me sorprendí, tampoco era tan caro para ser tan perfecto y de aquella tienda, mejor.
Por último, fuimos a una zapatería que estaba en la planta baja antes de irnos. A todas nos faltaba comprarnos los zapatos y por suerte lo encontramos. Normal, una zapatería tan grande para no dar con ellos. Yo escogí unas sandalias finas negras con tacón, me encantaron, además con el vestido iban a quedar de maravilla.
Estoy segura que cuando Owen me vea en la fiesta se quedará boquiabierto. Quiero hacerlo, necesito que me vea tremenda, que se le caiga la baba conmigo, ¿por qué? ¿Por qué lo necesito? ¿Porqué demonios necesito que Owen me vea atractiva? ¿Acaso me importa su maldita opinión? Creo que no... O a lo mejor creo mal.
¡Gracias por dejar enseñarte un poco más de mí y por seguir confiando en mi novela! La cosa empieza ponerse tensa entre Kendall y Owen, y como consejo, no puedes perderte el capítulo 9, que será publicado el viernes, por que ahí empezará todo... ¡Gracias una vez más!
Si te ha gustado este capítulo 8, hazmelo saber votando y si quieres opinar o tienes alguna consulta, comenta sin problema, ¡estoy encantada de leerte! ❤
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Que difícil es odiarte.
Novela JuvenilTodo es perfecto cuando te admiten en la mejor Universidad de San Francisco, con la que desde pequeña has estado soñando. Aunque todo sueño tiene su pesadilla, cuando descubres que tu acompañante de piso es quien menos te esperas. Aquel chico al que...