37

244 25 8
                                    

KENDALL

¿Nunca has sentido cómo tu cabeza y tu corazón luchan al mismo tiempo por opiniones totalmente opuestas? Finalmente, te terminan obligando a algo que quizás no quieres hacer, incluso poniendo en duda lo que realmente quieres. Sabes que los dos llevan la razón, aunque no quieras decantarte por ninguna opción. Esto tenía su parte buena y mala, y en mi caso no sé cual era Owen en mi vida. Lo había descubierto. O eso quería creer.

El tiempo cada vez pasaba más rápido. Para que mentir, pasa volando cuando Owen está cerca. Y tan cerca. Sigue sentado a mi lado, sólo que ahora me acaricia la pierna derecha lentamente. Mientras sube y baja haciendo que me estremezca en el sitio rozando sus yemas encima mía.

La chorrada de juego al que jugamos antes se terminó hace rato y me ha servido para conocerlo mejor, aunque algunas cosas me las podría haber ahorrado escuchar, como la de que ha hecho un trío con dos tías, que ha tenido sexo en la calle o como la de que ha terminado en coma por bebidas y droga. Joder Owen, ¿acaso llevas una puta doble vida?

En fin, dejando que los pensamientos me absorban, no me doy cuenta de que estoy en una nube de conflicto conmigo misma que ni yo sé como he entrado.

-Eh, ¿tienes frío?

-Mmmm... -me quedo exhausta sin saber responder, haciéndome volver a poner los pies en la Tierra. Como siempre -No, no.

-La sigues llevando...

Observo a lo que Owen señala y consigue volver a parar mi corazón por décimas de segundo, recordando nuestro primer beso y todos los momentos que conllevan detrás.

Es una pulsera que sigo llevando en mi muñeca, con muchos recuerdos. Me la regaló justo el día que volvimos de Los Ángeles, cuando tuvimos que ir por el accidente de mi padre. La vimos en una tienda del centro y me encantó desde el primer momento en la que la vi, pero ya no me quedaba nada de dinero y Owen se empeñó en comprarla. Es de una cinta de ante negra con muchas piedras brillando encima de ella. Es preciosa. Y me trae buenos y malos recuerdos a la vez, ya que los seis meses que él ha estado fuera la he mirado todos los días maldiciéndolo, mientras que otros, la he besado llorando como si de él se tratase. Por eso, esta pulsera me transmite sentimientos contradictorios.

-Claro que la sigo llevando Owen. Esta pulsera ha sido la que me ha hecho sentirte cerca todo este tiempo.

-Yo no tengo pulsera y aun así te he sentido cerca los seis meses en Washington. No sabes lo que puede llegar a hacer la mente -responde mirándome a los ojos mientras acaricia mi mano.

¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Comérmelo o matarlo? Porque en eso me debato sin saber muy bien lo que hacer. Consigue dominar mi descontrol y control a la vez. Aunque bueno, consigue tanto en mí, que ni yo misma soy consciente de todo ello.

No digo nada y mantengo la calma volviendo la mirada al frente, intentando dejar la mente en blanco y sacar de ella esos increíbles grises ojos. Sin éxito finalmente.

Me levanto y opto por salir de ahí, de su lado, de su calor corporal, de sus roces, de sus manos, de él. Inicio mi camino hacia el jardín, sola, para tomar un poco el aire, mientras juego a andar por el borde de la piscina, dando vueltas a ella como una auténtica tonta.

Respiro buscando estabilidad donde no la hay, intentando despertar de una realidad de la que estoy expuesta. Mi mente se bloquea continuamente, no me da paso a dejarme llevar. Claro que, después de todo, no se pueden hacer las cosas a lo loco. Aunque así me gusta hacerlas a mí. Soy una persona completamente impulsiva, me dejo llevar por la situación del momento sin importar lo más mínimo que podrá pasar cinco minutos más tarde. Me gustan las ideas inesperadas y las personas que sorprenden hasta dejarte sin aliento. Y sí... Owen lo ha conseguido desde aquel maldito día que chocamos en el aeropuerto. Toma sorpresa Kendall, una ronda de Karma para mí.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora