KENDALL
El sonido del motor me estaba poniendo nerviosa, pero me calmaba ver el paisaje a través de aquella pequeña ventanilla del avión. La distancia que me separaba del suelo era lo suficientemente grande para ver a las personas como hormigas y a los coches como juguetes, me asombraba observar lo enorme que era el mundo. Me encantaba sentarme en la ventanilla, ya que así el vuelo se me hacía más corto, me entretenía ver aquellas grandes vistas.
La azafata pasó por el pasillo ocho veces, de las cuales tres me preguntó si quería consumir algo, finalmente le dije que si, mi estómago fue el que me terminó obligando cuando olí el menú del pasajero de delante. Disfruté de aquellas vistas saboreando un bocadillo, no muy grande, de jamón de york y queso con una Coca-Cola, acompañada de unas patatas Pringles con ese olor fuerte a cebolla y ajo a la vez.
No podía parar de pensar en lo increíble que han sido parte de mis vacaciones viajando de un sitio a otro con la compañía de mi padre, ya que él trabaja la mayor parte del tiempo y yo estaba estudiando. Los dos nos recorrimos andando cinco maravillosas ciudades. Él me regaló este viaje porque en tres meses y medio cumplo los dieciocho, mi deseada mayoría de edad.
Quedé impresionada con lo insólito que pueden llegar a ser otras partes del mundo, nunca había viajado y no había visto otra ciudad que no fuera la mía, Los Ángeles.
Visité Londres en primer lugar y fue maravilloso ver sus enormes avenidas, sus grandes y diferentes casas y edificios de distintos colores y formas, los gigantes parques me enamoraron y sobre todo la gran vista que pude tener montada en el London Eye, se podía admirar toda la ciudad. Me sentía muy pequeña bajo el brutal Big Ben. Seguí mi viaje en París, la ciudad del amor. Todas las parejas paseando y haciéndose cantidad de fotos alrededor de la Torre Eiffel, incluido yo, pero sin pareja, con mi padre. Fue apasionante pasear por Notre Dame y por el Arco del Triunfo con el rico aroma de croissant y crepes que inundaban los puestos la mayoría de las calles. Después de París, visité la maravillosa Venecia y sin diferencia alguna fue mi favorita. Nunca había visto en otra ciudad agua en vez de carretera, era extraño ver barcos, lanchas o góndolas en vez de coches, furgonetas o motos. Fue asombroso ver tantos puentes para cruzar de una acera hacia la otra. Lo que también me encantó fue todas aquellas tiendas con máscaras de todo tipo de tamaños, colores y accesorios repartidas por toda la ciudad. Me compré una grande con plumas y purpurina rosa, morada y blanca como souvenir. Me volví fan de aquella ciudad cuando caminé por la plaza de San Marcos, el Gran Canal, el Palacio Ducal y sobre todo me maravilló el Puente Rialto. Después de Venecia visitamos Viena y por último Estambul. En cada ciudades tuvimos cinco días. Nuestra estancia por Europa no la olvidaremos jamás.
Un ruido me avisó de que acababan de abrir las puertas del avión y los pasajeros ya podíamos empezar a salir. Por fin, Los Ángeles. Me ha encantado Europa, pero ya echaba de menos el clima y el ambiente de mi ciudad.
Fuimos inmediatamente a esperar a que salieran las maletas facturadas por la cinta. Nada más que vi mi maleta grande rosa la cogí, estaba fría al haber estado durante todo el viaje en la bodega del avión.
Me sentía muy cansada, habían sido muchas horas de viaje, pero aún me quedaba ir a Victoria's Secret a por un perfume para regalárselo a mi tía, ya que le encantaba aquella tienda. Mientras yo compraba, mi padre aprovechaba para ir al baño y me dijo que me esperaría fuera, buscando un taxi para regresar a casa. Después de casi todas las vacaciones fuera tenía ganas de llegar.Le cogí a mi tía un perfume con olor a frutos rojos, olía de maravilla y yo tuve que pecar, me jure no comprarme nada, pero es que aquella tienda podía conmigo. Para mi escogí dos botes grandes de perfumes, uno olía a fresa y mango y el otro a piña y coco, siempre me han encantado los perfumes frutales, soy amante de ellos.
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Que difícil es odiarte.
Novela JuvenilTodo es perfecto cuando te admiten en la mejor Universidad de San Francisco, con la que desde pequeña has estado soñando. Aunque todo sueño tiene su pesadilla, cuando descubres que tu acompañante de piso es quien menos te esperas. Aquel chico al que...