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KENDALL

   Y no sé cuando me quedé más congelada realmente, si cuando escuché aquella frase o cuando me di la vuelta y pude ver que no había rastro de Owen por ningún lado. ¡Maldita sea joder!

   Tal como me giré y pude darme cuenta de que no era a quien llevo esperando más de un mes, mi mano recobró vida propia e hizo por mi lo que no me atrevía en esa situación. Zas. Le cayó un guantazo en la cara al moreno que se estaba refregándose minutos antes a mí. La ira se apoderó de mi, incontrolablemente.

   -Ken, pero qué... -dijo Zoe cogiéndome del brazo para mirarlas a la cara a todas. Cuando pude observarlas, estaban todas petrificadas, sin entender nada. Como si hubiese cometido un delito. La única que sabía realmente toda la verdad era Zoe, incluso sabe como de rota me siento ahora mismo, por eso entiendo que me haya mirado a los ojos y por un momento pude leer sus labios diciendo -calma, por favor.

   Lo siento, pero es que calma ahora amigas, es lo último que puedo tener. Me da rabia que no me entiendan, ¡joder! Llevo más de un mes sin saber nada de Owen, ¿cómo quieren que esté? Efectivamente, estoy como una mierda. Sí, como una puta mierda. Aunque intente disimular, aunque esquive el tema todo esto me sigue quemando por dentro sin poder evitarlo.

  Este mes se me está haciendo eterno, ¿sabéis? Te juro que no aguanto ni un minuto más sin no tenerlo, ni sentirlo. Incluso cuando estaba convenciendo a mi mente para que lo olvidara llega este imbécil y hace que lo vuelva a tener presente. Duele, y no os imagináis cuanto. Al escuchar ese "pequeña" en mi oído, una parte de mí volvió a recrear vida. Tonta de mí, que pensaba y sigo pensando que volverá, cuando posiblemente puede que no lo vuelva a ver más.

   Le quito la mano a Zoe de mi brazo de mala gana, sintiéndolo, aunque ahora no puedo controlar mis emociones, e inmediatamente me dirijo hacía el baño dejándolas a todas allí.

   Me hubiese ido corriendo. Ahora mismo estaría en el sofá acurrucada lamentándome a más de un mes después de por que tomó esa decisión. Pero no, estoy sentada en el suelo de un baño, al lado del váter, intentando cortar las lágrimas que no paran de deslizarse por mi mejilla sin ton ni son. Me da rabia que él siga teniendo el poder de sentirme en casa con tan sólo una palabra.

   Rencor, asco, ira, tristeza, amor y furia. Es lo único que pasa ahora mismo por mi cabeza.

   -¿Kendall?... ¿Nena, donde estás? -puedo escuchar una voz con eco, acompañado de chasquidos a todas las puertas del baño hasta dar con la mía.

   -¿Qué quieres Zoe? Déjame sola, por favor.

   -Que salgas, ¿qué voy a querer?

   Me levanto del suelo e inmediatamente me paso la mano por la cara, para quitarme todas las lágrimas y manchas que el maquillaje ha dejado en mí,para abrir la puerta. Justo cuando tengo a Zoe en frente, sus ojos se abren como platos al ver mi aspecto. Mi pregunta es, ¿cómo quieres que esté? Bailando y cantando, lo dudo.

   -Pero cariño... -me dice mi mejor amiga justo en la puerta del baño. Alza su mano derecha para quitarme los pelos de la cara y acariciarme la mejilla, aunque no puedo evitar que una lágrima moje su mano. Puedo ver como fuerza su sonrisa, y sé perfectamente como se siente ella al verme así. Me agarra la mano y me da un abrazo. Un abrazo que necesitaba en estos momentos. De los que vuelven a construirte cuando estas hecha pedazos.

   -Vente anda, que vamos a retocarte un poquito -me dice mientras me pone frente al espejo y me limpia el rimmel corrido con un poco de papel y agua, para sacarme del bolso mi maquillaje.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora