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OWEN


No pude resistirme, se veía venir que mucho más no iba a poder aguantar sin tocarla, me puse aprueba a mi mismo, pero perdí claramente. Entrar ayer por la noche en su habitación y acariciarla dormida fue como poder alcanzar a tocar las estrellas con las yemas de mis dedos, incluso mejor.

  En ningún momento he pensado en Layla ni lo quiero hacer. Ella nunca ha conseguido que sienta ese pequeño paro cardíaco cada vez que la veo, nunca ha conseguido sacarme de quicio tan rápido, nunca ha conseguido que tenga tremendas cosquillas en los dedos de las ganas que tengo de tocarla, ella nunca ha conseguido que me quede como un tonto mirándola embobado, nunca ha conseguido que me vuelva loco pensando sólo y exclusivamente en ella, nunca ha conseguido que me deje sin palabras y mucho menos que un escalofrío se apodere de todo mi cuerpo cada vez que veo esa enorme sonrisa. Todo esto sólo lo ha conseguido una persona, Kendall. Y lo mejor es que esta sensación me encanta, me transmite la libertad que tanto tiempo he estado buscando.

  Me sentí como un niño chico cuando se quedó dormida en mis brazos por las caricias, fue genial. La estuve observando embobado como dormía durante un rato, como su pecho descendía y ascendía mediante la respiración. Disfruté de su contacto y de como reaccionaba mi cuerpo en cuanto la rozaba. Estoy descubriendo que esto se está convirtiendo en un hobby. La dejé en el sofá arropada y con un cojín bajo su cabeza para que pudiese estar cómoda, para yo mientras poder ir a la ducha y preparar toda la ropa de la fiesta de esta noche.

  Salí del piso intentando hacer el menor ruido posible para no despertarla. Había quedado con Dylan para ir a su apartamento, que está en el mismo edificio pero en la segunda planta y allí los dos vestirnos, cenar algo e ir juntos a la fiesta.

  -¡Hey! -me dijo Dylan en cuanto me abrió la puerta.

  -Hola hermano, ¿qué haces? -respondí entrando hasta sentarme en el sofá.

  -Pues estaba haciéndome de cenar una hamburguesa completa -comencé a reír a carcajadas en cuanto lo escuché, ¡cuánto come ese cabrón!

  -Para que el alcohol que te vas a meter hoy entre pecho y espalda no siente mal.

  -Seguro que no sentará mal con la hamburguesa completa que voy a devorar, ¡qué hambre coño! -empezó a decir cuando noté que la boca se le hacía agua mirando la hamburguesa que había en la sartén -¿te pongo una o qué?

  -La duda ofende, y completa también, pero sin cebolla.

  ¡Qué buenas le salían las hamburguesas a Dylan Dios! Estaba llenísimo, no podía más. Nos dirigimos los dos a su habitación en cuanto terminamos de recoger la mesa para empezar a vestirnos. No me he complicado en escoger ropa para hoy, así que me he vestido de lo más cómodo.

  -¿Quedarás con Layla? -esa pregunta desprevenida hizo que se me revolviera la hamburguesa que acababa de comerme.

  -Mmm... Pues no sé tío, la veré en la fiesta supongo -había estado intentando evitarla desde la última tarde que pasamos juntos, esa que fuimos al cine, a un acantilado y por último a cenar. Con ella no tenía esas sensaciones como con Kendall y hasta que no resuelva que puede ser o por lo menos aclare un poco mi cabeza, no quiero verla, aunque eso va a estar difícil.

  Me da mucha pena realmente, sé que Layla es muy buena y se porta demasiado bien conmigo. Ella es una rubia increíblemente guapa, pero en esta situación creo que la pequeña de pelo negro rizado me está volviendo loco. Lo que más rabia me da es que es algo que no puedo controlar, ¿cómo que estoy confundido por mi enemiga de apartamento? Esto lo cuento y no se lo cree nadie.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora