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OWEN

  Llegué muy tarde al piso, a eso de las dos de la madrugada.

  Cuando salí de la universidad fui con Layla a almorzar, después fuimos al cine y luego, con el coche, a un acantilado para ver el atardecer. Y si te digo la verdad, me he comido la cabeza todo el día, no me encuentro bien.

  No sé porque extraña razón no me he sentido cómodo con ella, no sé por que extraña razón cuando estaba con mi novia viendo el atardecer giraba la mirada y me sentía cómodo al ver que ella estaba a mi lado. Una sensación muy rara inundó mi cuerpo.

  Esta semana, mi cuerpo a intentado coincidir con Kendall en todo momento posible y no tengo ni dea de lo que me está pasando. Sólo la he visto por las noches, a la hora de cenar y diez minutos, no aguantamos más tiempo juntos sin tirarnos los trastos a la cabeza. Cada día que pasa me hago más débil ante ella. Mi cuerpo reacciona de una forma muy diferente a cuando está con Layla, esa sensación me encanta.

  Mentiría si digo que no quiero pasar un día entero con ella, sólo por experimentar y descubrir que reacción tengo cuando estamos juntos más de quince minutos seguidos, ya que no puedo parar de pensar en ella constantemente. Mentiría si digo que cada vez que la veo no me dan ganas de tocarla y acariciarla. Mentiría si digo que no puedo parar de pensar en esa maldita chica morena con ojos verdes ni un sólo minuto que no estoy con ella.

  Sí, estoy jodido. Necesito salir de dudas, creo que esto me está matando. Esto me está poniendo en duda mi relación con Layla y mis sentimientos por Kendall. ¡No digas tonterías Owen! lo único que sientes por Kendall es asco. O por lo menos miéntete para quitarte este pensamiento de la cabeza de que necesitas estar cerca de ella.

  Llegué más tarde a casa por que necesitaba despejarme de todo el día, ya que hoy no ha sido como creía y Kendall no salía de mi maldita cabeza. Así que cuando dejé a Layla en su apartamento me dirigí a un bar de copas que está a las afueras del campus.

  Tenía que dejar a un lado aquello, los pensamientos me estaban torturando. Entré en el local y estaba casi vacío, sólo había una pareja en una esquina dándose el lote como si estuvieran en su casa y un hombre mayor sentado en la barra. Me acerqué a pedir algo y me senté en los taburetes altos, al lado del hombre. Tenía que olvidar todo, lo necesitaba, necesitaba alcohol en el cuerpo.

  -Buenas, ¿qué te pongo? -se me acercó una joven camarera con su mejor sonrisa y pelo color naranja.

  -Hola, deme un ron con Cola, por favor.

  -Perfecto.

  Me quedé pillado mirando la barra, metido en mi propia burbuja, pensando en lo mismo, hasta que la camarera se acercó a dejar la copa e hizo sacarme de aquello. Con sutilidad me guiñó un ojo para después volverse a alejar, ¿estaba intentado ligar conmigo? Nah.

  -Chaval, ¿estás bien? -me preguntó el hombre mayor de pelo canoso que tenía sentado justo a mi lado.

  -¿Eh? -me hizo despertar del sueño en el que estaba metido desde que me senté -Sí, sí, estoy bien, sólo estoy... Pensando. No se preocupe.

  -Ya le veo, está como en otro mundo. ¿En qué piensa? -dijo mientras cogía su copa para después darle un sorbo.

  -Pues...Nada, cosas sin importancia -respondí llevándome la copa a los labios.

  -Digamelas, a lo mejor puedo ayudarle. Creeme, he pasado por muchas cosas y a lo mejor alguna se asimila a su situación.

  Acepté por contárselo todo a aquel hombre que me había encontrado allí. En estos momentos no me importaba contarle todo a alguien desconocido, me daba igual la vida. Además me di cuenta de que eso era justo lo que necesitaba, soltar lo que llevaba dentro hasta quedarme agusto. A mis amigos no les he hablado del tema, ni lo tengo pensado hasta el momento.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora