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KENDALL


Y ahora, ¿qué debería de pasar?

Es de madrugada. Mis pensamientos me han desvelado. No puedo parar de dar vueltas y vueltas sobre el colchón. Ilusa de mí al pensar que estoy en mi cama, en mi apartamento, a salvo de lo que me rodea y, sobre todo, de Owen. Abro los ojos y me choco con la realidad. Una vez más.

Observo su rostro que duerme plácidamente frente al mío. Veo como su pecho sube y baja al compás de la respiración. Sin poder evitar embobarme en sus músculos perfectamente marcados. Sus brazos y su abdomen son admirables, a la vez que su piel tersa. Noto como las palmas de mis manos harden en deseo de acariciarlo. Como mis labios gritan en deseo de besarlo. Esto se está volviendo un infierno.

Me he despertado soñando que todo lo que ha ocurrido hace un rato ha sido fruto de mi imaginación, pero no. Esta historia interminable, vuelve a empezar. Y esta vez me siento más perdida que nunca. La decepción, el miedo y el vacío se apoderan de todo mi ser. Pero, ¿qué sería la vida sin un poco de todo esto? ¿Acaso no sería aburrida? ¿Se podría considerar vivir sin lo que nos vuelve vulnerables?

El caso es que esto no me viene con instrucciones, ojalá. Ojalá que fuera un guion de película y poder modificarlo como yo quiera, a mi gusto, o incluso un libro. Pero con Owen, todos sabemos que eso es imposible. No se puede. Quizás por eso la angustia que siento en mi pecho. Estoy acostumbrada desde pequeña que todo lo que pasa se haga a manera. Lo tengo que tener todo ordenado y controlado, nada puede salirse de la línea que yo misma pinto. ¿Y sabes? Justo en el momento en el que algo falla, en el que algo se sale, mi cuerpo y mi mente se llegan a alarmar tanto que todo se termina descontrolando.

Estar con Owen es una pequeña forma de autocontrolarme, ¿no?




Unos besos cálidos consiguen desvelarme.

Caigo en la cuenta de que ya ha amanecido por la claridad que entra a la habitación. Su perfume me envuelve, a la vez que sus largos brazos por todo mi cuerpo. Siento como mi espalda roza su torso desnudo, logrando así que me estremezca en el sitio. Me abraza y me arrima aún más a su piel, puedo notar como desprende calor corporal, como si de una estufa se tratase. Vuelve a hacerlo. Me vuelve a abrazar con más intensidad y mi corazón comienza a despertarse, siento como me puede traspasar la energía y el amor en forma de cariño. Se aproxima a mi oreja izquierda, lentamente y escucho como empieza a respirar cerca de ella. Para mi sorpresa, lo oigo tranquilo. No tiene la respiración acelerada, como es mi caso que me va a dar un infarto. Me da la sensación de que ahora tiene él el mando de la situación completamente. Pero sin importarme nada, me dejo en sus manos.

-Buenos días pequeña -susurra contra mi oreja consiguiendo erizar mi piel al sentir su aliento caliente contra ella. Como echaba de menos sus buenos días.

-Buenos días feo -respondo esbozando una sonrisa mientras me doy la vuelta para colocarme en su pecho. Coge mi barbilla y me levanta el rostro para depositarme un beso. Es tierno. Demasiado.

Os lo debo de reconocer, en este instante estoy vomitando corazones. ¡¿Por qué haces que me vuelva tan tonta Owen?! Odio que el "amor" me haga sentir vulnerable. Nunca me he sentido así y mucho menos, nunca he sentido "amor". Pero sí, es una sensación como si estuvieras drogada, pero sin drogarte.

-¿Qué te pasa?

-Mmm... ¿Qué me pasa Owen? -por un momento me pierdo y en mi cara se refleja de que no estoy entendiendo que quiere decirme con esta pregunta. Arrugo la nariz y arqueo una ceja.

-Estás muy simpática, y es por la mañana. Más concretamente, recién despertada. ¿Estás seguro que eres tú? -pregunta mofándose de mí -. Espera, yo mismo lo comprobaré.

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora