42

219 23 12
                                    

OWEN

He de reconocer que nunca he tenido miedo. De hecho, no he sabido que es eso en los veintidós años que tengo. La gente siempre lo ha comentado, ya que todo el mundo tiene miedo a una o varias cosas. Incluso hablan de ello como si fuera lo peor que un ser humano puede tener en la mente, controlando su vida y a ellos mismos, sin poder hacer nada para frenarlo. Yo nunca había tenido esas sensaciones. Nunca. Hasta que apareció Kendall, claro.

En Washington no pasaba otra cosa por mi cabeza que no fuera miedo a perderla. Pensaba que cuando llegará me la habrían arrebatado y que ya no podría hacer nada por cambiar eso, por algo me comporté como un imbécil. Muchas noches me despertaba con pesadillas de este tipo. Cosa que Kendall no sabe, y espero que no sepa. Pero, de repente, siento como todo ese miedo se ha disipado. Observo como abraza mi pecho mientras yo me empapo de su fragancia, sin dejar de pensar que he vuelto y nadie ha ocupado mi sitio. Vivo en una felicidad infinita en este momento. Aunque ya sabes lo que dicen de la felicidad y de lo que dura. Es la mayor montaña rusa a la que mi vida está asumida. Es una emoción que se desvanece o crece en milésimas de segundos. Así como el amor, ¿no? Piensas que estás en una burbuja, donde nada ni nadie puede hacerte daño. Hasta el momento en el que alguien entra en ella, en lo que habías convertido tu refugio. Dejas que pase, que juegue, que te enseñe, que aprendas, que se divierta, que hagas locuras, que seas feliz. Comienzas a subir y crees alcanzar la cima, incluso las nubes. Hasta tal punto, que dejas que esa persona de tu burbuja, dependa de tu felicidad. Pero al instante, caes al precipicio siendo tan iluso que crees que estaría ahí, y al fin te das cuenta de que no hay nadie que pueda salvarte. De eso se trata el amor, ¿no? De jugarte el pellejo por una persona, que quizás no sabes si puede dar un mísero paso por ti, cuando tu das zancadas por llegar hasta ella. Y justo, es lo que me acaba de pasar. Todo ha cambiado en el momento que le he hecho esa maldita pregunta. No estoy seguro de lo que le quería decir a Kendall, cuando ha salido de mi boca sin poder pararlo ni controlarlo. En su rostro se refleja la duda de qué ha pasado, al igual que en la mía.

-¿A qué viene eso? -recurre a distraerme, sé que no quiere responder.

-Necesito saberlo.

-No pienso responderte -dice en un susurro de voz mientras noto como va separando su cuerpo del mío.

-Estoy harto joder -respondo levantándome de la cama para sentarme en el borde, con las manos puestas en la cabeza apoyando mis codos en los muslos.

-¿Por qué?

-¿Qué por qué? ¿Me estás tomando el pelo? -siento como el colchón se mueve. Es Kendall, se ha levantado también, pero para sentarse detrás de mí. No la miro a los ojos, al revés, le estoy dando la espalda -Estoy harto Kendall. Desde que nos conocemos con idas y venidas, pero no te termino de tener. ¿Sabes que coño quiero? Que seas mía. No deseo otra cosa en el mundo que eso. Estoy harto de hacernos los duros y de seguir pensando que no queremos estar el uno con el otro. Quiero compartir todos los días de mi vida contigo. Quiero despertarme todas las mañanas y que estés durmiendo a mi lado. Quiero estar contigo. Y nunca le había dicho esto a nadie, por que nunca me había pasado con nadie. Pero te quiero. Te quiero demasiado Kendall. Desde el primer día que me choqué contigo. Te quiero. Y ni yéndome a otra ciudad a vivir he podido dejar de quererte -suspiro porque ya no me quedan fuerzas para nada. Ella se mantiene en silencio. Sin decir ni una palabra -. Sé que la lie. Sé perfectamente el daño que te he hecho, que te hice y también sé que me tendría que haber mantenido alejado mucho más tiempo. Pero es que no puedo, hay algo de mí que no me lo permite. Kendall, necesito que me des una oportunidad. Te juro que no voy a fallarte. No quiero quedarme con la duda sobre que habría pasado.

-Owen... Yo... Pf... -dice confundida, sin saber muy bien que decir. Suspira para después resoplar, ahogada en un silencio, el cual se me hace interminable -Yo también estoy cansada. No puedo seguir negando lo evidente.

Giro mi cabeza hasta chocar con su mirada en lo tenue de la oscuridad. Una mirada que me dice que esta vez está siendo completamente sincera. Es como si tuviera una coraza enorme que no le deja expresar todo lo que siente, como si le hubieran hecho tanto tanto daño que algo de ella, no le permite abrirse a nadie más que no sea ella misma. Quiero conocerlo todo de ella, que confíe en mí y sea capaz de olvidar esa coraza. Deseo curarle todas las heridas. Necesito hacerlo.

-¿Qué es lo evidente?

-Que te quiero. Y que yo tampoco puedo hacer nada por evitarlo.

-Sigues pensando que voy a volver a hacerte daño, ¿verdad?

-Lo pasé muy mal... -responde agachando la cabeza, haciéndome sentir como una puta mierda.

-Lo sé pequeña, yo también. No es comparable. Pero he vuelto, y joder, estoy diciéndote que te quiero. Eres la primera persona en escuchar esto salir de mi boca -digo sujetándole la barbilla y subiéndole la cabeza, para ver sus verdes ojos. Esos que me tienen tan loco -. Quiero estar contigo.

-Yo también.

-¿Hacemos un trato?

-¿Cuál? Me das miedo -dice sonriendo. Es preciosa.

-Tú me vuelves a dar una oportunidad, a cambio de que yo trato de conseguir por todos los medios posibles de que confíes en mí y de que te enganches a tal punto de que no puedas soltarme.

-Eso último lo veo muy difícil, por no decir imposible. Nunca me he enganchado a nadie y no creo que tú puedas conseguirlo.

-Siempre hay una primera vez pequeña.

-Estúpido.

-¿Aceptas?

-Acepto. Pero no porque quiera saber si es verdad lo que dices. Acepto porque yo también quiero estar contigo.

En ese instante, la felicidad volvió a subir en décimas de segundos y yo no podía creer lo que estaba escuchando. Mis manos agarraron su rostro y sin pensarlo mis labios se dirigieron a los suyos, como si de un imán se tratase. Y ahí estábamos, fundiéndonos en un beso pasional y cubriendo todo el deseo que nuestros cuerpos estaban a un beso más de explotar.

-Me encantas -digo entre beso y beso, sin apenas poder respirar.

-Tú a mí también. Y nunca dejarás de hacerlo.

Nuestras lenguas se rozan una y otra vez. Siento que ahora mismo no hay nada más especial en el mundo que pueda pasarme. Quiero hacerla mía. Profundizar en todo su ser. Deseo su cuerpo encima de mí. Comienzo a excitarme. Son sus besos mojados los que hacen que esto ocurra. Mi boca se desliza con la suya mientras mis dedos viajan por su cuello. Besos, caricias, mimos, abrazos, ternura, alegría, paz, amor y realidad. Esto es real. Y no me lo estoy creyendo. Que alguien me pellizque y me diga que este pibón es para mí. Mi corazón está lleno de felicidad, esa que tanto me gusta recalcar. Es curioso. Mírame ahora, estoy en la cima de la montaña rusa y dejando que una persona entre a mi burbuja. Pero eso conlleva unas consecuencias. ¿Qué crees que pasará con todo esto? Mientras tanto, puedo morir besando sus labios. Lo tengo claro.

¡Sigo un capítulo más, con vosotros! Siento la desconexión y la espera. Vuelvo, vuelven Kendall y Owen, con más fuerza que nunca. Deseo que lo disfrutéis, un beso enorme y hasta la semana que viene difíciles. ¿Qué os ha parecido la vuelta de los personajes? ❤

Que difícil es odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora