XVII. Extrañadas [Aitana]

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Todo el edificio donde nos encontrábamos estaba explotando y nuestra única opción era quedarnos quitas en el suelo rezando porque no nos cayera nada encima ni explotáramos en mil pedazos.
—SE ACABO, SE ACABO, SE ACABO.—Repetía Miriam sin parar.
—QUE MUERTAS ESTAMOS.—Gritaba Amaia.
Yo solo me dedicaba a cerrar los ojos y cruzar los dedos. Tenía tanto miedo que no me salían las palabras.
Pasados unos minutos las explosiones cesaron y unas voces que podíamos distinguir entraron por la puerta.
—Se supone que deberían de estar... AHÍ ESTÁN.—Nos señaló Ana gritando y guió a un grupo de guardias capitaneado por Efrén, el chico al que le contamos Vicente y yo que habíamos visto a el vándalo.
Detrás de ellos venía un chico del que había escuchado mucho hablar. Alfred.
Miriam se dirijo a los brazos de Efrén a punto de llorar y Amaia miro a Alfred mientras iba acercándose a el a un paso lento.
—Os va caer una buena.—Dijo un policía con voz grave y de unos 40 años.
Ana se reunió conmigo y le miró.
—Pero ya les hemos contado que ellas vinieron aquí para descubrir datos sobre el asesino.—Justificó Ana.
—Es verdad, hemos visto una grabación suya. Ha sido todo muy rápido, tenía una pancarta que decía que si le buscábamos íbamos a morir, y, y...—Empecé a trabarme al hablar, estaba muy nerviosa y asustada y no ayudaba que los policías solo se fijaran en que habíamos estado en un sitio supuestamente cerrado y fuera del horario de toque de queda.
Inconscientemente me fije en que dos policías estaban hablando separados de cosas al pareee privadas.
—Todos a vuestra casa ahora mismo. Avisaremos a vuestros padres de todo.—Repitió el policía de los 40.
Al final me arme de valor.
—Oye pues mira acabamos de avanzar más en la investigación que todo vuestro cuerpo de policías así que podíais hacernos un poco de ca...
El cuarentón y yo empezamos a discutir pero sin previo aviso Alfred pegó un grito.
—Ma...Ma-ma... Aghh
Alfred se puso pálido y sus ojos se nublaron, empezó a moverse extraño y se llevó las manos a la cabeza.
—¡Rápido medicarle!—Grito Efrén.
Miriam, Ana y yo nos quedamos extrañadas.
—¿Que le pasa?—Preguntaba exhaustivamente Amaia con cara de preocupación.
—Le han dejado salir del psicólogo pero todavía tiene ataques. Dicen que cuando le pasa esto es porque empieza a volverse loco. No se sabe que vio allí dentro (refiriéndose a cuando entró en su casa el día del asesinato) pero tiene algunas crisis cada cierto tiempo.—Contesto el hermano de Miriam.
Amaia se deprimió mucho y la abrazamos en piña.
Vimos como uno de los guardias le inyectaba una jeringuilla y el chico de desmayo.
—Bueno, todos a casa ya de una puta vez.—Dijo el cuarentón poniendo fin al asunto.
No se por que pero creo que algo raro está pasando aquí, y la policia tiene que ver con ello.

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Esto Acaba De Empezar. OT2017🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora