XL. Amistad ante todo

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Narra Roi:
En ese momento vi toda mi vida pasar mientras Raoul y yo nos abrazábamos sin mirar a nuestro alrededor. Yo ya me veía en la tumba, pero no fue así.
Sala de control activada.
Al escuchar eso los dos al borde del llanto nos quedamos perplejos mirándonos. Estábamos vivos. Raoul estaba más pálido de lo que solía estar.
—LO HAS CONSEGUIDO RAOUL.—Grite levantándole por los aires.
El catalán parpadeaba sin creerse nada.
—Si si déjame asimilarlo.
Desactivamos la autodestrucción desde la sala de mandos y note la tranquilidad correr por mis venas.
—R-Roi será mejor que explotemos este sitio sin nosotros dentro.—Dijo Raoul volviendo a la normalidad.
—Tienes razón.—Asentí y colocamos los explosivos remotos de Cepedo. Digo Cepeda. Que ganas tenia de ver a Cepeda ahora. Que ganas tenia de verlos a todos, pero sobre todo a Miriam.
—Las chicas tienen que estar acojonadisimas.—Dijo Raoul mientras abría la puerta, que ya estaba desbloqueada.—No se habrán enterado de nada.
Anduvimos por los pasillos que estaban desiertos hasta que nos encontramos a Nerea y el señor Rodríguez.
—Ay dios.—Cuando Nerea nos vio salió disparada con lágrimas en los ojos a darnos un abrazo. Se puso en modo koala con Raoul. No se quien lloro mas, si la catalana o el catalán.
—Encantado de verle.—Me acerqué al señor Rodríguez pero buscando a Miriam con la mirada.
De todos modos, no me hizo falta buscarla porque de repente noté que alguien me abrazaba por detrás. Era su olor y su pelo de leona los que me hicieron identificarla rápidamente.
—Miri...—Otra vez no me dejó terminar porque en seguida junto sus labios con los míos y me agarro del cuello. A esta chica le sobraban las palabras.
Raoul y Nerea rieron al vernos y yo me puse como un tomate. La gallega me dio un codazo.
—¿Te avergüenzas de mi o que?—Pregunto con tono irónico.
Todos reímos y hablamos sobre lo que acaba de pasar. Les contamos que Raoul nos había salvado literalmente la vida. Nerea y Miriam nos dijeron que casi las entra una taquicardia.
Un tiempo después el señor Rodríguez nos explicó que hay unas instalaciones subterráneas debajo del ayuntamiento donde se guarda el dinero y los controles de La Luz y el agua de Villa Rivera. Querían la llave pero el se negó a dársela así que decidieron entrar en el ayuntamiento a la fuerza.
—¿Pero entonces ahora donde están?¿En el ayunta?—Pregunte dudoso
No hizo falta contestar nada porque Aitana habló al walkie talkie.
*voz de aitana* CHICOS AYUDA, EL AYUNTAMIENTO ESTÁ EN LLAMAS
La llamada se entrecortaba y se escuchaba a una Aitana eufórica.
ESTÁN DENTRO CEPEDA, ALFRED, AGONEY, MIMI Y EFRÉN JUNTO A ALGUNOS DEL OTRO BANDO QUE SE HAN COLADO TAMBIÉN, ESTO ES UN CAOS.
Y realmente eran un caos, Villa Rivera estaba en el culo del mundo por lo que los bomberos tardarían en llegar. Solo teníamos unos cuantos policías y poco más.
—Efrén, Agoney...—Susurraron Miriam y Nerea. A Raoul al escuchar el nombre del canario se le cayó el mundo a pedazos.
Los nervios volvieron y salimos disparados hacia la zona del ayuntamiento. No me lo podía creer, es decir. Mi mejor amigo estaba allí dentro.
Como era de esperar ver el edificio repleto de llamas era un infierno. Había muchas personas alrededor para ver que pasaba, algunos policías pusieron unas cintas para que nadie entrara. Vimos a Amaia, Ana y Aitana entre la multitud.
Las tres nos miraron con cara de haber llorado, estaban asustadas como todos los que estábamos allí.
—Dios dios Dios.—Aitana me abrazo llorando.—U-Una antorcha se cayó y pasó eso..—Las palabras se la entrecortaban y yo estaba cagadisimo también.
Amaia no paraba de mirar la escena, posiblemente rezando por encontrar a Alfred en algún sitio.
De repente Miriam corrió hacia el epicentro y unos guardias la detuvieron.
—¡Dejadme entrar!—Gritaba mientras pataleaba.
—¡Atrás chica!
Amaia y yo fuimos a quitarla de ahí.
—Miriam quieta ya.—La agarramos como pudimos pero la leona no era presa fácil.
Poco a poco empezaban a salir heridos algunos de los que estaban dentro del edifico, entre ellos salió Cepeda junto a Mimi, ambos apoyándose el uno en el otro.
—A-Alfred...—Dijo Cepeda escupiendo humo, y no precisamente de fumar.
Ana y Aitana corrieron a sus brazos. En un descuido fui a hablar con Cepeda y Miriam se soltó y entró corriendo al edificio, saltándose el control.
—¡Miriam no!—No podía dejarla allí, así que salí corriendo detrás de ella llevándome por delante a un guardia y los dos nos adentramos en el edifico en llamas.

Esto Acaba De Empezar. OT2017🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora