XXXIII. Noche

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Narra Aitana:
Vale, estábamos muertisimos, no se de donde habrían salido estos tíos, pero cinco encapuchados apuntándonos con pistolas no era buena señal.
—Se lo dije.—Grito Ana acercándose a él más alto de los cinco vándalos.—¿No entendéis que me puedo encargar yo sola de ellos?
Dos de ellos se quitaron la capucha y aparecieron los rostros de Mimi y Juan Antonio, uno de nuestro instituto.
—Ay Anita cariño, tenemos prisa ¿vale?—Mimi avanzó hacia Miriam y Juan Antonio hacia mi.
—En efecto, son la señorita ricitos y la flequillito liso.—Decía Mimi mirándonos de arriba abajo.
No entendía por que se centraban tanto en mi y en Miriam.
—Oye a mi no me hables en ese tono.—Como era evidente, la gallega no se quedó callada.
Mimi se rió en su cara y yo solo me dediqué a preguntar en un tono suave.
—¿Que nos vais hacer?
Juan Antonio no dudó en contestarme, no sin antes darme un empujón a lo que Amaia no dudo en escupirle en la cara.
—¡Eugh!
—Que no toques a mi Amiga gilipollas.—Exclamaba la pamplonesa con carácter.
—Maldita niñata, si quiero te vuelo la cabeza ahora mismo.—Decía Juan Antonio apuntando a Amaia.
—Bua si a mi tu cara me suena. A ti te tire un corta uñas en la cabeza hace un tiempo.
El chico bajo el arma avergonzado.
—Pensaba que te habrías olvidado de eso...
Mimi se giró hacia nosotros al escuchar el escándalo que estábamos montando.
—¿Oye os calláis o que? Estoy intentando mantener una conversación con mi tocaya.
Mire a Miriam , me quería decir algo pero no la entendía.
—¿Vamos a ver Mimi que quieres de nosotros?—Intervino Roi.
—Lo primero, explicaros que la habéis cagado muchísimo al meteros en este tema que no os importa.
—¿Que no nos importa? Venga no me jodas que está muriendo gente en mi maldita ciudad.
Mimi hizo una mueca y mandó callar a Miriam.
—Es un tema demasiado largo que no entenderéis...—Mencionó Mimi intentando aguantar la paciencia.
No me pude contener.
—¿Entender el que? Que queréis dinero y por eso hacéis todo lo que os manda el señor Vázquez no es difícil de entender.—Solté con rabia.
Mimi se impresionó un poco.
—¿Joder con la enana del flequillo eh...? ¿Vamos a ver este es nuestro estilo de vida y hacemos lo que nos conviene entiendes?
Amaia se metió en la conversación también.
—¿Y que hace Ana de vuestro lado?
Ana agachó la cabeza y Mimi se acercó a ella dándola un beso.
—Mi Anita, que sabe perfectamente de que bando ponerse.
—Seguro que la habéis drogado. ¿Ana te han drogado?—Pregunto Amaia.
Ana no se atrevía ni a mirarnos a la cara.
—¿No te da vergüenza traicionarnos así?—Dije al borde del llanto.—¡Que casi os cargáis a Agoney!—Fui elevando el tono de voz.
Esto último hizo que Ana se tapara la cara.
—Niña que te calles ya o te callo de una guantada eh.
Mimi se acercó a mi y era como Miriam, imponía mucho.
—Eh tú a Aitana ni se te ocurra tocarla.—Dijo Miriam acercándose a nosotras.
—Buah es que horror va ser poco con lo que te voy hacer como la hagas algo.—Añadió Amaia.
—Con mi sister A no...—Se sumo Roi.
Me sentí segura con ellos. Al fin y al cabo podríamos estar en desventaja, pero nuestra unión imponía más que un par de pistolas.
—Bueno Ana, ¿te das cuenta de que acabas de dar la espalda a una familia...?—Dije mirándolos a todos, al fin y al cabo todos nosotros y Alfred, Cepeda, Agoney, Raoul e incluso Nerea ya éramos una familia.—Por esta panda de idiotas que están consiguiendo dinero a través de quitarle la vida a personas ¿no?
Mimi miro dudosa a Ana.
—¿Ana?
—Estoy contigo Mimi.—Las palabras de Ana sonaron firmes a pesar de estar al borde del llanto. No entendía que podía haber pasado para que la cambiaran tanto.
—¡Mimi!¡Viene gente!—Aviso uno de los encapuchados.
—Rápido, nos vamos.—Nos dijo Juan Antonio.
—¿Que?—Pregunto Amaia desubicada.
Mimi agarro a la pamplonesa por la camiseta.
—Os venís con nosotros, vamos que vienen personas y pueden vernos.—Advirtió asustada.
—Son policías.—Repitió uno de los encapuchados agarrando a Roi.
Vi que Miriam estaba forcejeando con Juan Antonio, creo que lo hacía para hacer tiempo. Yo hice lo mismo sin dudar.
—¡Joder que os deis prisa!
Mimi vino a agarrarme con rabia y sin darse cuenta soltó a Amaia, que salió corriendo empujando a un vándalo y tirándolo al suelo.
Miriam y Roi hicieron una extraña alianza para derribar a Mimi.
—¡Aitana corre!—Grito Roi que estaba siendo levantado por Juan Antonio y se lo llevaba echando a correr.
Me quede petrificada y corrí con mis dudas, se estaban llevando a Miriam y a Roi...
Corrí sin mirar atrás hasta que llegue donde estaba Amaia, tirada en el suelo casi llorando. Al mirar atrás ya no estaban...
—¿Les van hacer daño?—Preguntaba Amaia sofocada.
—No porque vamos a volver a por ellos...

Narra Miriam:
Menudo viaje. Roi y yo intentamos quitarnos a los cinco pesados de encima como pudimos pero solo éramos dos. Acabaron llevándonos a un edificio a las afueras de la ciudad, parecía que estuviera abandonado.
Nos empujaron hacia dentro y cerraron la puerta con llave. Nos acercamos a pegar a la puerta.
—Sacadnos de aquí.—Suplicaba Roi.
—Una Mierda que os coméis, os quedáis aquí hasta que nos digan que hacer con vosotros.—Contestaba Mimi desde el otro lado.
Poco a poco como sus pasos desaparecían.
Nos habían metido en una especie de almacén con cajas de metal, sin comida, sin nada y para colmo con Roi.
Me dio un bajón muy fuerte y me senté en el suelo apoyándome en la pared y haciendo un ovillo.
Genial, una de mis mejores amigas nos había traicionado. Todo lo que habíamos hecho no sirvió para nada porque total, cada cosa que decíamos el enemigo se enteraba.
—Miriam...—Roi se acercó a mi y se sentó a mi lado.
Estaba hasta las narices de Roi en serio.
—¿Que quieres Roi?—Dije con un tono duro.
Me miro dudoso.
—¿Oye estas bien?
Me pensé la respuesta y decidí no callarme nada.
—Pues no Roi no, estoy encerrada en un puto almacen después de que todo el trabajo que hemos hecho no haya servido para nada y encima contigo.
—¿Conmigo?—Contestó indignado.
—Si contigo, que juegas conmigo como quieres.—Conteste con mucha ira.
—¿Pero que dices?
—Sabes perfectamente que estoy diciendo.
Roi me miraba sin entender nada.
—Mira Miriam estoy harto de tu comportamiento. Yo también lo estoy pasando mal y creo que sabes perfectamente lo que...—Hizo una pausa.—...siento por ti.
Nos miramos durante unos minutos y después se fue a la otra punta del almacén y se tumbó dándome la espalda.
¿Como podía decirme eso después de estar con Cris a los minutos de estar conmigo? En esos momentos tenía sentimientos enfrentados, por un lado pensaba que Roi era un gilipollas, pero en otro puede que Alvaro me mintiera porque al escuchar a Roi note que estaba siendo sincero.
Decidí echarme a dormir encima de un montón de bolsas de azúcar, que al menos estaban más cómodas que el suelo.
Me sentí muy débil otra vez, todo se me estaba viniendo encima... echaba de menos mi anterior vida... a la abuela, a mamá... Era una noche muy fría y notaba como iba pasando el tiempo. Cuando paso un tiempo me di cuenta de que Roi se había tumbado en el mismo sitio que yo y estaba a escasos metros.
Notaba como se acercaba a mi...
Decidí dejar de hacerme la dura como me dijo Nerea y me fui acercando poco a poco a el. Roi y yo éramos como dos polos que se repelían pero no paraban de atraerse.
Llego un momento en el que nos rozamos con los dedos de la mano y ambos sentimos una descarga.
—Siento quitarte tu espacio señorita quejas.—Dijo Roi levantándose y con un tono de enfado.
No se que iba ser de Roi y de mi, pero esta noche no iba a dormir sin el.
Cuando iba a irse le agarre por la camiseta y le volví a tumbar, le abracé y me acurruqué en el. Note como temblaba, yo también temblaba de los nervios.
Era una noche fría y triste por la situación que estábamos viviendo, pero nuestros dos corazones latían al compás borrando cualquier tipo de preocupación que no fuéramos el y yo.

Por fin Miroi empieza a ponerse intenso 🌚

Esto Acaba De Empezar. OT2017🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora