XXX. Dilema

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Narra Amaia:
Me estaba poniendo muy nerviosa porque había mucha gente por esta zona y yo no encontraba ni a Alfred ni a Nerea, que no se donde fue.
—Hombre Amaia.—Me rodeo el cuello con el brazo Mimi al chocar con ella.
—Hola Mimi.—Salude sonriente.
—¿Andas un poco perdida no?—Me pregunto mientras me tocaba el pelo.
Estaba siendo un poco incómoda esta situación.
—Eh, es que no encuentro a Alfred.—Dije con un tono de voz muy bajo. Más de lo normal.
Mimi me soltó y me señaló hacía una caseta que estaba al lado de donde se encontraba Miriam.
—Está ahí, ¿y tú Amaia has visto a Ana?
Ahora que preguntaba por Ana, no sabía donde estaba. Estos últimos días ha pasado súper desapercibida.
—No lo se Mimi, últimamente no la vemos mucho.
—No pasa nada nena.—Se despidió y se fue.
Me dirigí hacia donde estaba Alfred. Había personas heridas, pero no eran policías. Me quede mirando a un chico joven concretamente. Me sonaba su cara... ¡Joder, si era mi mejor amigo en párvulos!
Ahogue un grito y un médico se acercó a mi.
—Tranquila chica.—Dijo mientras intentaba tranquilizarme.
Creo que se llamaba Aaron. Solo estuvimos un año juntos pero era con el que más me llevaba, y ahora estaba ahí muerto.
—¿Pero que ha pasado?—Pregunte asustada.
—¿No os habéis enterado? Habido otro tiroteo en el parque.
¿En el parque? En que momento ha pasado esto...
Corrí hasta encontrar a Alfred, que estaba sentado moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás sin parar. Al verme se quedó mirándome fijamente. Yo estaba a punto de llorar, Agoney estaba muy herido, acababa de darse otro tiroteo y seguramente tenemos riesgo a que los mafiosos nos maten.
—¿Amaia?—Pregunto Alfred tras reaccionar por fin.
No quería hablarle, solo le abracé. Alfred tampoco dijo ninguna palabra más. Por un momento levante la cabeza para mirarle a los ojos, sin duda estaba mejor que antes. Estaba más tranquilo.
—Alfred te quiero mucho.—Susurre.
—Yo también Amaix.—Dijo el sonriendo.
Esta vez y armándome de valor opté por besarle. No fue un pico, fue un beso que nos conectó como nunca antes en nuestra vida.
—Ama...¿ia?
Nerea y Aitana habían llegado y nos había pillado con las manos en la masa. Nos separamos corriendo.
—Que horror, que horror.
—Amaia tranquilízate, que os estéis besando ahora es lo de menos. Nos han dicho que podemos ir a ver a Agoney, ¿venís?
Alfred y yo nos miramos y el catalán asintió, dando a entender que podía moverse con normalidad.
—¿Miriam como esta?—Pregunté.
—Está durmiendo con Roi, le he dicho que luego la lleve al hospital.

Narra Aitana:
Amaia, Alfred, Nerea y yo fuimos andando al hospital que estaba a diez minutos de aquí. Cepeda nos alcanzó, había ido a ver lo que había pasado en el parque.
—Luis, ¿que ha ocurrido?
Cepeda venía jadeando porque había venido corriendo.
—Los mismos de la comisaría fueron al parque. Al parecer ya les han visto salir del pueblo y no se ha vuelto a saber nada de ellos.
Se volvió hacer un silencio como cada vez que oíamos noticias de estas. Nuestras ganas de descubrirlos se estaban disipando, esto estaba llegando muy lejos.
—Bueno, ya hablaremos de esto, vamos a ver a Ago.—Intervine intentando calmar la situación.
Era la primera vez que estaba en el hospital de Villa Rivera, era bastante grande y ahora estaba bastante lleno por personas que habían sido heridas. Tuvimos que hacer de tripas corazón para no dejarnos llevar por el pánico que provocaba ver a tanta gente así.
—Agoney Hernandez, planta 2 sala 25.—Nos informaron en recepción.
Subimos y nos cruzamos a Ana por el camino.
—Hola...—Nos saludó cabizbaja y se fue.
—¿Que la pasará?—Pregunto Amaia.
Entramos a la sala 25 y ahí estaba Agoney con algunos arañazos en la cara y la herida cubierta.
—Joder Agoney.—Alfred fue corriendo a sentarse cerca suya y le dio un beso en la frente.
Sus padres también estaban allí. Nerea, Amaia, Cepeda y yo les saludamos.
—Los médicos han dicho que depende de si sobrevive esta noche o no podrá salir adelante.—Nos comentó el señor Hernández.
—¿Entonces si esta noche la supera se va poner bien?—Pregunte.
Los dos asintieron.
—Lo peor es que no podremos quedarnos esta noche con el... Mañana tenemos que estar en Italia para una reunión de trabajo importante, nos han avisado justo hoy y no queremos perder el trabajo...
Amaia no se mordió la lengua.
—¿Van a dejar a su hijo que está muriéndose?
El señor Hernández rió.
—De que sirve que sobreviva si no tenemos trabajo para mantenernos.
Le di un codazo a Amaia para que no contestara.
Los padres de Agoney se despidieron de el con dos besos y animándole a seguir adelante.
Al final nos quedamos solo los cinco en la habitación al rededor de Agoney.
Nerea se sentó en una silla al lado de la camilla y le dio la mano.
—Tu me ayudaste cuando lo necesitaba, yo no te voy a dejar...—Susurraba.
Estuvimos toda la tarde ahí metidos con nuestras miradas fijas en Agoney hasta que fueron las 11 de la noche. Todos empezamos a bostezar, era muy pronto pero estos últimos días solo habíamos dormido como tres horas de media por día.
De repente la puerta se abrió y apareció Miriam junto a Roi.
La gallega tenía un rostro muy triste y entró corriendo y llorando al ver a Agoney así.
—Agoney...—Sollozaba con la cabeza apoyada en la camilla.
Amaia y yo nos dimos la mano, era una escena muy triste verla de esa manera.
Unos quince minutos después de que entrara Miriam y Roi entró un médico.
—Chavales, mañana tenéis instinto idos a casa, tendréis sueño.
El doctor tenía razón, estábamos muriendonos de sueño pero no podíamos irnos y dejarle solo.
—Nos quedamos aquí.—Contestó Cepeda.
El doctor sonrió y nos dijo que ahora nos traía mantas y más sillones para sentarnos.
Era ya la 1 de la mañana y Alfred y Amaia se durmieron uno encima del otro en un sillón desplegable. Roi estaba junto a Miriam dormido en el suelo y yo en el hombro de Cepeda que ya había sido vencido por el sueño. Acabe quedándome dormida también.

Narra Miriam:
El día de hoy había sido muy fuerte, demasiadas emociones me estaban comiendo por dentro, sobre todo Agoney.
A las 2 todos menos Nerea y yo se durmieron.
—Es un chico genial, ¿verdad?—Pregunto Nerea que no soltó la mano de Agoney en toda la noche.
—Lo es.—Conteste con una risa al borde de las lágrimas.
Me costaba mirarle a la cara. Ahí, sin moverse y con los ojos cerrados. La cara demacrada...
Hice lo mismo que Nerea y le cogí de la mano. Deposite un beso sobre ella.
Ya a las 5 de la mañana Nerea empezaba a dormirse hasta que una máquina empezó a pitar.
Pi, pi, pi
El sueño que se estaba apoderando también de mi desapareció y todos se despertaron de golpe al escuchar como las pulsaciones de Agoney se iban desvaneciendo.
Un grupo de tres personas que trabajaban ahí entraron por la puerta, le aplicaron descargas eléctricas que apenas surgieron efecto.
—No podemos hacer nada.—Anunciaron.—Solo es cuestión de el.
Amaia y Alfred miraban con lágrimas en los ojos, Aitana intentaba no mirar, Cepeda estaba con la mano tapándose la boca y Roi se acercó a Nerea que no paraba de llorar.
Pi, pi, pi
No podía perderle, no podía perder a Agoney.
—Agoney por favor escúchame.—Me levante y le agarre de la mano.
Pi. Pi... pi
Agoney no puedes dejarnos aquí por favor.
Pi, pi, pi
—Acuérdate de lo que nos queda por vivir juntos...—Los ojos se me llenaron de lágrimas rápidamente.
Pi, pi...pi
—¿Recuerdas que el año que viene nos íbamos a ir a Adeje?¿Que no son torres...?—Dije sonriendo con dificultad.
Pi, pi.......pi
—¿Te acuerdas de el día que nos conocimos? Cuando te pillaron copiando en un examen y convencí a la profe de que no estabas copiando porque me diste pena... ¿ya no volviste a copiar desde ese día eh?
Quería que el me escuchara, no se si lo estaría haciendo, pero espero que si. Agoney era muy fuerte no podía dejar que pasara esto.
—¿Que hay de todas las noches que hablábamos hasta la madrugada?—Me costaba articular las palabras.
Todas las miradas estaban concentradas en mi.
Pi...pi...pi
—Agoney por favor no me dejes...—No quería, no era posible...
Pi.....pi....
—Agoney por favor eres lo más importante para mi...
Pi....
Me vino una catarata de recuerdos junto a él, momentos de risas, de discursiones, de lloros junto a él. De momentos en los que nos cuidábamos mutuamente, en los que nos queríamos matar y en los que prometimos no separarnos nunca.
—Agoney prométeme que nunca me abandonarás...
Pi...

Esto Acaba De Empezar. OT2017🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora