6.

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El beso duró tanto como sus pulmones lo permitieron.

Fue suave y delicado. Movían sus labios en una sincronía perfecta, como si hubiesen hecho esto millones de veces en el pasado. Sus labios encajaban tan bien unos con los otros que parecía que estaban destinados a estar así por siempre.

El primero en reaccionar de lo que estaban haciendo fue Mark. Abrió sus ojos por un segundo y, casi instantáneamente, se apartó de Johnny. Este abrió los ojos cuando dejó de sentir esos suaves labios, estando en trance por un momento. Había sido el mejor beso de toda su vida, y ahora parecía estar bajo algún hechizo.

—L -llévame a c -casa... p -por favor —esa voz lo hizo reaccionar de nuevo y cuando vio a Mark con sus mejillas ardiendo y sus labios un poco rojos e hinchados, supo lo que había estado haciendo. O, peor aún, los labios que había estado besando.

—Umm... Mark y -yo... yo no sé qué... —no supo decir nada más.

—No importa —el menor lo interrumpió rápidamente, viendo fuera la ventana—. Solo llévame a casa, por favor —prácticamente suplico eso último.

La culpa empezó a presionar en su pecho. Había besado a alguien más. Había engañado a Yoon Oh. ¿Cómo pudo ser capaz de tal cosa? Si bien era cierto que era un maldito, no merecía que lo engañase con su guardaespaldas. Estaba mal, en todos los sentidos.

Asintiendo, Johnny salió del auto rápidamente para ir al asiento del piloto y comenzar a conducir de nuevo. Si antes el ambiente era pesado, ahora sobrepasaba los límites. El aire de ese reducido lugar era irrespirable. La culpa reinaba en ese espacio, junto a otro sentimiento que ninguno de los dos pudo descifrar. Al llegar a casa, Mark rápidamente se bajó del auto y caminó hacia la casa, sin dejar que Johnny le dijese nada más.

—¡Papi! —Ilayda fue la primera en correr hacia Mark cuando lo vio entrar, y se aferró a una de sus piernas. Mark intentó ignorar el dolor para no preocuparla y se agachó para abrazarla y besar su frente.

—Perdón por preocuparte, pero no tenía planeado enfermarme —le dijo y rió un poco para hacerla reír también. Ilayda negó tiernamente y sonrió.

—No importa. Los adultos también pueden enfermarse —le dijo tiernamente y lo hizo levantarse—. Ahora nonna dice que debes descansar mucho, entonces me dijo que te dijera que fueras a dormir un rato y que ella te iba a llevar tu comida luego —la pequeña explicó, y Mark sólo pudo sonreír ante la adorable preocupación de su hija. Definitivamente era su rayito de sol.

—Bien, iré a dormir, pero hazle caso a nonna, ¿sí? Ella estará a cargo mientras yo no estoy.

—¡Yes, Captain! —Ilayda dijo tiernamente mientras hacía un adorable saludo de soldado. Mark no pudo evitar reír ante eso y revolvió sus cabellos antes de caminar hacia las escaleras. Le tomó mucho esfuerzo no quejarse de dolor para no preocupar a la pequeña, pero si debió detenerse por unos segundos cuando terminó de subir las escaleras. El dolor era peor de lo que alguna vez imaginó.

Lentamente caminó hacia su habitación y se recostó en su cama, la misma cama que compartía con su esposo, donde innumerables veces hizo el amor con él, pero también era el lugar donde había sido golpeado brutalmente en varias ocasiones, donde había llorado hasta quedarse dormido, y el lugar donde se había sentido completamente miserable. Esa cama era su cielo, pero también su infierno, incluso si Johnny había prometido protegerlo de su esposo.

Johnny.

Cuando su nombre llegó a su mente, inconscientemente, tocó sus labios y la escena de su beso volvió a su cabeza. Ese beso no había sido como cualquier otro. No se había sentido así desde que había dado su primer beso, con Yoon Oh. Esa sensación de mariposas en el estómago y ese calor en su pecho era algo que no sentía desde hacía años, y ahora lo sentía con Johnny.

Línea de Fuego | JohnMarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora